«Ahora saldrá el rótulo 'The end' y todo habrá acabado». Estas palabras, recogidas en 'La vida rota. La bibliografía definitiva de Amparo Muñoz', son las que Amparo Muñoz pensó antes de que le comunicasen que sería una de las jóvenes que se disputaría la corona de Miss Costa del Sol 1973. Nada más lejos de la realidad. Ganó el certamen, lo que le permitió optar a Miss España . Allí volvió a vencer a sus oponentes, entre las que se encontraba Norma Duval . «Al día siguiente, por la mañana, decenas de periodistas se agolpaban en el aeropuerto. Me temblaban las piernas. Era una niña. No había salido nunca sola de mi casa», deslizó la malagueña en sus memorias. Su fama creció como la espuma. Aunque su popularidad se volvió mundial cuando ganó Miss Universo 1974. Señalar que ha sido la única española en conseguirlo. Era la mujer del momento. Todas las miradas apuntaban a su persona. No obstante, esa victoria la sumió en una depresión que motivó que renunciara a la corona seis meses después de ganarla. Hasta tomar esa decisión, Amparo Muñoz tuvo que hacer un sinfín de viajes por todo el mundo, alejada de su familia y sin poder contactar con ellos. Solo cuando desde la organización de Miss Universo se lo permitían. La estricta presión a la que se vio sometida hizo que sufriera desmayos -le llegaron a diagnosticar agotamiento-. Tampoco le gustaba «el lujo y la ostentación que derrochábamos» en algunos países con «signos de pobreza y miseria»: «Era un insulto para toda aquella gente pobre que alargaba la mano. ¿Qué veían en mí?». Con motivo de las fiestas navideñas, desde Miss Universo le dieron unos días libres y no dudó en coger un vuelo de Nueva York a Málaga para estar con su familia. El calor de los suyos hizo que diese el paso de comunicar su renuncia, sin tener en cuenta las posibles consecuencias. En la ciudad que la vio nacer, Amparo Muñoz se reencontró «con el calor del hogar, con los cuidados que había recibido de niña. Mi madre me volvía a traer a la cama el vaso de leche caliente con Cola Cao. Todo era cariño. De pronto dije: 'Dios mío, ¿qué me estoy perdiendo?'. Sí, lo tenía todo menos el cariño, la afectividad. Y era lo que más necesitaba. Recordé las noches que me había dormido llorando en lugares lejanos, rodeada de gente que no conocía, sola». «Volví a empezar de nuevo, con el mismo deseo de comerme el mundo y con la tranquilidad de haber sido fiel a mis sentimientos. Medí las fuerzas con un gigante y yo no era David», deslizaría, años después, a Miguel Fernández , autor de su biografía. Siguió con su carrera como actriz, que comenzó poco antes de irse a Filipinas y ganar el certamen de belleza más importante del mundo. Y fue una de las mejores. Protagonizó decenas de películas en un corto espacio de tiempo. Incluso recibió varios reconocimientos por sus logros actorales. No obstante, distintas circunstancias personales hicieron que se alejase del foco mediático. Su nombre copaba titulares en la prensa nacional por sucesos que marcaron su vida. En 1987, como recogió 'La Vanguardia', Amparo Muñoz fue detenida «en el transcurso de una redada antidroga llevada a cabo en Barcelona». Desde el citado medio apuntaron que la intérprete se encontraba «comprando seis papelinas, al parecer de heroína». La actriz siempre negó haberlas adquirido. Más de 700 personas fueron arrestadas, pero su rostro era el que ilustraba la noticia. Y eso que, según señaló Europa Press, «no sobrepasaba los límites fijados para el consumo personal». Su vínculo con el mundo de las drogas duras, que siempre había rechazado, comenzó durante su noviazgo con Flavio Labarca , como explicaría el chileno en 'DEC': «Conmigo, Amparo conoció la heroína. Era una época en la que todo el mundo en España andaba en una transición de cambio. Había mucha droga por todas partes, formaba parte del día a día». Él fue quien la incitó a aspirar, por primera vez, «aquella sustancia blanquecina». Tampoco fue muy agraciada en el amor. Pese a que tuvo varias parejas - Máximo Valverde , que fue a Estados Unidos preocupado por su estado de ánimo durante los meses en los que fue Miss Universo, entre ellas-, ninguna llegó a cuajar. Se casó con Patxi Andión , pero poco después decidieron tomar caminos por separado. «En el día a día, mi marido era un dictador. Nunca te pedía algo, lo ordenaba. Teníamos empleadas dos personas para las tareas domésticas, pero se empeñaba en que yo hiciera la cama, que cocinara, que planchara sus camisas. Él, en cambio, no tenía ninguna obligación. ¿Dónde estaban aquellos derechos que pregonaba?», confesaría en sus memorias. Las informaciones sobre su persona no cesaban, pero hubo una que casi termina con su carrera. En 1990, el diario 'Ya' publicó que Amparo Muñoz estaba «al borde de la muerte»: «Se encuentra internada en el hospital Clínico de Madrid desde hace varias semanas a consecuencia de un incidente a partir del cual los médicos del citado hospital le han detectado anticuerpos del sida». Lejos de quedarse ahí, prosiguieron: «Destrozada y con un aspecto irreconocible, mantiene oculta su trágica situación, consciente de que está viviendo el último capítulo de su propia destrucción». La noticia llegó por sorpresa a la intérprete, que se encontraba en Málaga. Tan rápido como pudo, se sometió a unas pruebas en el Colegio de Médicos de Madrid para desmentirlo. Se lo habían inventado. «Si me hubiera puesto una demanda por derecho al honor, la hubiese ganado, porque no cabe duda que una noticia así destroza la vida», diría Rosa Villacastín , la periodista que firmó la información, a Miguel Fernández para 'La vida rota. La bibliografía definitiva de Amparo Muñoz'. Finalmente, en 2011, y tras varios años luchando contra una enfermedad -le diagnosticaron una malformación en el cerebelo-, falleció en su domicilio de Málaga. Tenía 56 años.
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