Argüello clama contra «la rapiña y el populismo de la antipolítica» que ha generado la DANA

El presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Valladolid, Luis Argüello , lamenta que «en estos días también hemos visto la rapiña y el populismo de la antipolítica» por lo que se pregunta «¿quién nos librará de la culpa originaria de la que brotan la codicia y la dominación ?« En estos términos se expresa en su última carta pastoral, publicada este sábado, en la que se refiere a la catástrofe provocada por la DANA en Valencia y en otros lugares de España. «La tragedia es inmensa y el desgarro en personas, familias y todo el tejido económico y social no es fácil de recoser; en la pérdida de los fallecidos es humanamente imposible». Por ello y «con las lágrimas aún en el corazón», Argüello interpela: «¿a dónde mirar?, ¿dónde encontrar una tabla de salvación?, ¿quién tiene la culpa?, ¿quién hace justicia a los muertos?« . En este escenario, el presidente de la CEE se refiere a cómo «los análisis, comentarios y gritos han sido abundantes sobre las causas, las consecuencias y las respuestas» ante una realidad en la que « la Naturaleza ha dicho 'aquí estoy' con toda su fuerza avasalladora» . Recuerda que se habla de «la tecnología de prevención y aviso, de la coordinación de respuestas en el Estado autonómico, de la relación entre los políticos y del uso calculador y politiquero de todo lo que ocurre , del pueblo que salva al pueblo'…«. Incluso, incide Argüello, »podemos ir hacia atrás, al urbanismo de las últimas décadas, al calentamiento del Mediterráneo a causa de nuestro sistema de producción y consumo, a la conveniencia de construir presas y embalses o a la defensa de las cosas aun a riesgo de la vida propia y ajena«. Todo ello para concluir, en palabras el arzobispo de Valladolid, que « ni el Estado ni el Mercado pueden salvarnos, aunque en el último tramo del tiempo moderno se hayan presentado como salvadores que pueden cumplir lo que prometen«. En este sentido advierte de que »reducidos a consumidores y votantes, Mercado y Estado nos proponen una salvación, ¡el progreso!, que no basta«. »Pero la tragedia ha vuelto a despertar un alma común y fraterna, un deseo de compartir y ayudar, un don que no es comercio y un compromiso que no es voto. El Estado y el Mercado necesitan del Don para regenerarse y abandonar toda pretensión mesiánica«, añade. En su carta pastoral, Argüello concluye que «la fraternidad ejercida en estas semanas es un indicador de la bondad que anida en el alma humana, la respuesta adecuada a nuestra vulnerabilidad irremediable». De esta forma, apunta a que «estamos llamados a transformar el dolor en virtud, a hacer posible que las palas y las escobas sean también una llamada a tomar otros instrumentos: el de la vida asociada, el de la caridad política, el de no dejar pasar de largo cuantas ocasiones tengamos de cultivar la amistad social y la fraternidad entre nosotros«.

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