La Gran Vía muestra un farallón de neones, un brillo que esconde su trasera más tristemente golfa. Una zona muy concreta de Malasaña . En la Gran Vía huele a grasa saturada, hay voces alegres y compradores compulsivos en hileras interminables. Atrás, una pequeña ciudad sin ley: apenas tres calles. Ballesta, Nao y Puebla, que forman la trinidad del caos y que se asemejan a El Raval de Barcelona en los peores tiempos. Siempre ha sido una «continuación de Montera» en el negocio del sexo, pero, y en esto coinciden los más añosos, las prostitutas formaban parte del paisaje y del paisanaje habitual. Incluso llamaban a los parroquianos por su nombre sin intenciones 'comerciales'. Simplemente por la costumbre de la... Ver Más
abc.es