¿Es mejor aumentar los años de vida o la vida de los años? El concepto ' antienvejecimiento ' o 'antiaging' que durante años ha servido como reclamo para vender todo tipo de productos y servicios está ahora denostado pues, tal como aclara Beatriz Larrea ( @blarrea ), nutricionista holística, la realidad es que envejecer es algo natural y dejar de envejecer es imposible. «Envejecer es estar vivo y, por tanto, es un privilegio, así que creo que hay que verlo como un regalo y aprovecharlo de la mejor manera posible», plantea. Por eso la experta, que también es autora de los libros 'Tu cuerpo en llamas' y 'Apaga tu cuerpo en llamas en 30 días' explica que en lo que interesa en la actualidad es poner el foco es en un envejecimiento saludabl e caracterizado por la calidad de vida, el bienestar, la energía, la vitalidad y el buen rendimiento cognitivo. La expectativa de vida es cada vez mayor, pero dista mucho de ser cercana a otro concepto más interesante que se define como « expectativa de vida saludable «, lo que lleva a Larrea a formular la pregunta: »¿De qué sirve llegar a los 90 o a los 100 años si esa persona se pasa casi treinta años enferma?«. Según asegura la experta, son muchas las investigaciones que se están centrando en la ciencia del " healthy aging" cuyo objetivo es conseguir los avances necesarios para que envejecer no sea un sinónimo de enfermedad . «Tanto la ciencia como la medicina está haciendo un esfuerzo hercúleo para encontrar estrategias que ayuden a aumentar los años de vida saludable, no sólo para que las personas gocen de mayor salud sino por una cuestión económica, ya el gasto derivado de las enfermedades asociadas al envejecimiento de la población puede llegar a no ser insostenible para la economía de muchos países», argumenta. Estos esfuerzos, por tanto, se están enfocando en actuar lo que se conoce como la edad biológica. Para definir este concepto Beatriz Larrea precisa que tenemos una edad cronológica o real , que viene marcada por el año en el que nacimos y no se puede cambiar, y otra biológica, que es la edad celular o, dicho de un modo más mundano, la edad que tiene el cuerpo. Y esta última, la edad biológica, es la que ya se ha estudiado que se puede cambiar. De hecho, como explica la experta, el aumento de esta edad, es decir, el envejecimiento biológico, es el principal factor de riesgo para la aparición de enfermedades. La buena y la mala noticia es que esta edad biológica puede aumentar o disminuir en función de los hábitos (alimentación, ejercicio, descanso...) que se sigan y también en función de la gestión del estrés y de las emociones. El silogismo que propone Larrea por tanto es que si la edad biológica es el principal factor de riesgo para el envejecimiento y éste a su vez es el principal factor de riesgo para la enfermedad, podría deducirse que si se revierte la edad biológica aumentaremos la calidad y la cantidad de años de vida saludable. Pero para conseguir ese incremento de años de vida saludable, cabría preguntarse de qué manera influye nuestra manera de comer, movernos o descansar. Para dar respuesta a esta cuestión la nutricionista describe la llamada «mesa de la salud», cuyas patas (alimentación saludable, ejercicio regular, sueño suficiente y gestión del estrés y de las emociones) contribuyen a sostenerla. «Si empiezas a quitar patas, la mesa se acabará cayendo y aunque ninguna es más importante que la otra, es cierto que una de las más relevantes es la que ayuda a gestionar el estrés », precisa. La explicación está, según apunta, en que ésta pata puede llegar a afectar a las otras: «Si estás estresado, no comerás bien, no dormirás bien, no fomentarás la gratitud, no cuidarás las relaciones sociales ni los vínculos. Y probablemente te asilarás y verás series sin parar mientras comes dulces o patatas fritas», argumenta. «El estrés sostenido en el tiempo es un pirómano para la edad biológica», apunta Larrea, quien explica que influye en la calidad del sueño, en la falta de actividad física, en el abuso de alimentación inflamatoria y en el predominio de las emociones negativas. Una vez que se tiene clara la importancia de aprender a gestionar el estrés la experta propone hacer pequeños cambios comenzando por aquellas «patas de la mesa» que nos resulten más difíciles de mejorar. «No se trata de cambiar todo de un día para otro porque eso no será efectivo y será imposible de sostener. Lo ideal sería incorporar cada día un pequeño cambio», apunta. En el caso de la alimentación propone elegir una dieta antiinflamatoria con base en la dieta mediterránea auténtica y bien hecha que incluye ingerir legumbres, cereales, frutas, verduras, aceite de oliva, pescado de pequeño tamaño de buena calidad... etc; pero al mismo tiempo recomienda limitar o incluso eliminar los productos ultraprocesados y el 'fast food', repleto de alimentos ricos en azúcares, en sal y en grasas saturadas. Algunos de los alimentos que, según asegura, aportan antioxidantes y compuestos bioactivos que ayudan a amortiguar la inflamación y la oxidación celular son: cúrcuma, brócoli, granada, cacao, té verde, té matcha, aceite de oliva o arándanos, entre otros. En cuanto al ejercicio recuerda que las investigaciones en torno al 'healthy aging' confirman que el ejercicio unido a una vida física activa es la mejor estrategia para atacar todos los hitos del envejecimiento. ¿Y cuál es el mejor ejercicio para ello? La experta lo tiene claro: «El mejor ejercicio es el que te guste, el que disfrutes y seas capaz de hacer a diario y mantener en el tiempo, además de ser activo en el día a día subiendo y bajando escaleras, caminar a buen paso para dirigirte al trabajo o a cualquier otro lugar, cargar pesos y moverte siempre que puedas», explica. El sueño o descanso nocturno es otro de los grandes pilares que afectan a la edad biológica y lo cierto es que, como denuncia Larrea, podía decirse que tenemos casi una pandemia de personas con insomnio y que una de las principales causas de los problemas en el descanso es la falta de sincronía con nuestros ritmos circadianos . ¿Los culpables? El uso abusivo de móviles, dispositivos electrónicos, redes sociales y televisión cuya luz azul afecta al cerebro y la escasa exposición a la luz solar. «Los rayos infrarrojos del amanecer y del atardecer son necesarios. No somos conscientes de que lo que puede aportar al organismo la exposición al sol de forma controlada o pensada. El sol no es un enemigo si se usa de una forma responsable. Está comprobado que exponerse durante unos 30 minutos al sol permite obtener unos niveles suficientes de vitamina D , que es una hormona importante para el sistema inmunitario. Las personas que se exponen al sol viven más. El sol es un gran antiinflamatorio si no te pasas, claro», revela. Por último la nutricionista recuerda que para alcanzar nuestro potencial de longevidad y de salud es importante tratar la inflamación, que es la alteración del sistema inmunológico que genera compuestos inflamatorios que están asociados con todas las enfermedades crónicas que azotan al mundo occidental. «Hay que mantener la inflamación a raya para que nuestro sistema inmunológico funcione correctamente protegiéndonos de virus y de bacterias, pero no permanentemente en alerta y activo por culpa de todos aquellos factores que nos generan un estrés crónico y con ello más inflamación», advierte.
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