Hay una posibilidad de que acabemos de ver el último partido individual de Rafa Nadal como profesional. El número dos de la Armada Española perdió el primer partido de la serie ante Países Bajos, gracias al buen hacer de Botic van de Zandschulp, quien solventó el encuentro con un doble 6-4 en una hora y 50 minutos. Fue un partido extraño, donde se vio a un Nadal renqueante y preso de las emociones. Pese a ello, hubo amago de remontada épica, que no se fraguó. Málaga se volcó con su héroe, entre continuos cánticos y agradecimientos. Carlos Alcaraz, y unos hipotéticos dobles en caso de empate, marcarán el futuro de España en esta Copa Davis.
En mitad de la presentación, 11:000 personas al unísono (incluida la nutrida grada holandesa) corearon "Rafa, Rafa, Rafa" durante 20 segundos consecutivos, provocando las primeras lágrimas de Nadal. El manacorí era consciente de que le esperaba una semana de emociones fuertes y se le vio emocionado. Tocaba dejar todo a un lado y ponerse el mono de trabajo. En esta ocasión, la indumentaria oficial de España, pantalón blanco, camiseta roja y su característica cinta de pelo.
Había que remontarse al 29 de julio para ver a Rafa Nadal disputar su último partido individual. Fue la segunda ronda de los Juegos Olímpicos, donde se vio apeado del torneo por Novak Djokovic con relativa facilidad. En ese momento, el manacorí sentía que no era suficientemente competitivo como para continuar su carrera profesional en el tenis. No era un adiós sencillo, él es deportista. Para muchos, el deportista. Su anuncio fue repentino, sin filtraciones ni entrevistas concedidas a un medio. Un comunicado, un vídeo, un adiós y un último anhelo: la Copa Davis.
Lo de Rafa Nadal es inexplicable. Pero el hastío de sus rivales tiene algo que decirAlberto RamírezIncomprensión, desesperación, rabia... Durante dos décadas, el tenista español sacó de quicio a sus rivales con remontadas fuera de toda lógica. Hoy comienza su último torneo
Casi cuatro meses de espera y una decisión no tan sencilla. Era mucho en juego. Nadal repetía en todo momento su confianza en sí mismo y en ser capaz de ser un apoyo para la Armada Española, no iba a pedir puesto por orgullo. El propio capitán, David Ferrer, respaldó a su número dos —el primer puesto estaba claro, iba a ser para Carlos Alcaraz—, si bien es cierto que faltan nombres importantes como Pablo Carreño, afectado por una malísima racha de lesiones.
Van de Zandschulp y Nadal se habían enfrentado sólo en dos ocasiones. Sendas rondas tempranas de Roland Garros y de Wimbledon, y resueltas sin demasiadas complicaciones. Pero esta vez el ambiente era diferente, la presión mayor y el estado físico de Rafa, toda una incógnita.
El cuarto punto del partido despertó el primer "¡vamos" de Nadal. El español comenzaba al servicio, y ya en el calentamiento, se notaron los nervios. Zandschulp llegó a ponerse 15-30, castigando las dudas de Rafa. Se rehizo para empezar con buen pie, con un smash que encendió, aún más, a la grada.
Extraño. Así fue el primer set. Crisis del neerlandés, que realizó tres dobles faltas consecutivas después de ir 40-0... para luego llevarse el punto. Con un Nadal jugando contra su rival, pero especialmente, contra su cabeza y sus dudas. Cuando parecía que la confianza inundaba los pulmones del español, Zandschulp sacaba a pasear el poderío en el saque. La primera rotura del partido cayó a favor del holandés en el 5-4. Nadal intentó forzar siempre el segundo saque, con un primer servicio durísimo. La estadística no estaba a su favor. Botic cerró con solvencia su servicio.
Botic, en plena acción. (EFE/Daniel Pérez)El juego de Nadal eran detalles: una gran volea puntual, un saque atómico inesperado, una derecha a la línea... Pero no había constancia. Y así es demasiado difícil. El manacorí se enfrentó a una segunda manga superado y permitiendo una rotura demasiado temprana. Dos errores de Zandschulp dieron alas a la posibilidad de contra golpear a la primera de cambio. "Sí se puede, sí se puede", gritó al unísono el Martín Carpena. Fue un espejismo. Cada juego al saque para el neerlandés era sencillo, cada servicio del español, un mundo. En un esfuerzo titánico, Nadal conseguía sostener el 2-1, regalando a Málaga el gran punto del encuentro, en un largo intercambio con hasta tres voleas.
Zandschulp estaba empeñado en dar esperanzas al público. El holandés pasaba de ser intratable en el saque a cometer dobles faltas de todos los colores, a la red, al carril o falta de pie. Pero no había manera de rascar el break para Nadal. Demasiado estático en cuanto la pelota se alejaba de su radio de acción. Quizás, lo peor era ver al manacorí muy lejos de disfrutar, de pasárselo bien en pista, preso de las expectativas (propias e impuestas) y de la ansiedad deportiva. Después del segundo break del neerlandés, todo se encaminaba hacia la claudicación. Solo hay un tenista que, maltrecho, en estado de nervios, al borde de la retirada, podía dar síntomas de sacar el partido adelante con un 4-2. Respondan ustedes.
Confirmó la rotura y el sufrir, pero qué manera de sufrir. Zandschulp nadaba en un mar de dudas que se resolvieron con tres saques consecutivos excelsos. 5-3 y toda la presión para el español. Se resistió a irse por las buenas, tuvo el holandés un servicio para cerrar el partido y lo aprovechó con el segundo 6-4. Ni un mal gesto de Nadal, felicitaciones a su rival y a vestuario. Quedaba eliminatoria por delante.
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