¿Bulo? La dura acusación sobre su familia que avergüenza al (otra vez) presidente Trump

Llegó la acusación en un momento pésimo para una campaña que avanzaba a la carrera. El 9 de septiembre de 2015, tres meses después de que Donald Trump anunciara su candidatura a las elecciones, un blog desempolvó la hemeroteca del 'New York Times' para arremeter contra él. La noticia estaba fechada en 1927, y afirmaba que Fred, el padre del hoy presidente de los Estados Unidos, había sido detenido durante una manifestación extremista durante el 'Memorial Day'. «Mil miembros del Ku Klux Klan, vestidos de blanco, marcharon por el barrio de Jamaica, lo que provocó una pelea en la que siete hombres fueron detenidos», rezaba el artículo en los primeros párrafos. A partir de entonces saltaron las alarmas en la familia Trump. A la prensa le resultó imposible corroborar si Fred era o no miembro del grupo. Tan solo salió a la luz que, después del suceso, había sido «absuelto» sin cargos. Poco más. Donald, por su parte, negó la mayor en una infinidad de entrevistas. «Nunca fue arrestado. No tuvo nada que ver con aquello. Eso nunca sucedió, es una tontería que jamás pasó. Nunca fue arrestado, nunca fue condenado, nunca fue acusado... Es una historia completamente falsa y ridícula», explicó, efusivo, al 'Daily Mail' en septiembre de ese mismo año. ¿Cuál es la realidad? Hoy, intentamos desvelarla, al igual que los orígenes del presidente. Cuenta Francisco Rodríguez Jiménez, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Salamanca e investigador posdoctoral en Harvard, que el nuevo presidente, ese que promovió la creación de un muro, esconde una paradoja de esas que escuecen. «Sus abuelos y su madre fueron inmigrantes, alemanes y escoceses respectivamente», desvela en 'Trump. Breve historia de una presidencia singular' (Comares Historia, 2022), elaborada junto a Carmelo Mesa Lago y Pablo Pardo. Y no le falta razón. La familia del Presidente de los Estados Unidos ha sido acusada de albergar miembros supremacistas, desertores de guerra e, incluso, proxenetas. Aunque, para ser justos, el ya residente de la Casa Blanca siempre ha negado todas ellas y se ha envuelto en el cálido abrazo de la bandera de las barras y las estrellas para esquivar las críticas. La historia de la dinastía arranca con Friedich Trump, renombrado luego como Frederick para ahuyentar los fantasmas de su origen. El abuelo de Donald fue alumbrado muy lejos de Estados Unidos, en Alemania, en 1869. Él mismo definió a sus padres como «personas honestas, sencillas y piadosas» de clase media que podían ofrecerle un porvenir. Aunque no nadaba en la abundancia, su familia atesoraba un viñedo en la pequeña ciudad de Kallstadt. El chiquillo, sin embargo, abandonó el negocio tras la muerte de su padre para trabajar como aprendiz en la barbería de un pueblo cercano. Al regresar, sin embargo, no pudo encontrar trabajo. Para colmo, llamó a la puerta el servicio militar obligatorio. El joven Trump no estaba dispuesto a vestir el uniforme y, cuando no era más que un adolescente, abandonó su casa desesperado en dirección a Estados Unidos. Su despedida fue una nota escueta que dejó a su madre. Desertor y sin formación, desembarcó en el Nuevo Mundo y marchó al oeste en 1891 llamado por la fiebre del oro. Y de ahí, al estrellato económico. En palabras de los autores, Frederick adquirió un local llamado 'Poodle Dog' ubicado en el barrio rojo de Seattle. Se desconoce qué diantres hizo con él, pero se sabe que, hasta entonces, el local había servido como prostíbulo. El 'The Washington Post' fue uno de los diarios que señaló en 2018 la posibilidad de que el chico hubiera continuado con el negocio. Frederick debía de ser un genio en los negocios. En pocos meses amasó una interesante fortuna y extendió su imperio a varios pueblos cercanos. La máxima era comprar restaurantes, tabernas y hoteles para explotar a los mineros. Sus tentáculos llegaron hasta Canadá, donde abrió un bar y un burdel. Ya rico, decidió regresar a su tierra natal. «Lo hizo con intención de casarse con la alemana Elizabeth Christ en 1902. Pero la vuelta no fue sencilla. Su ausencia anterior fue entendida por las autoridades alemanas como un subterfugio para eludir el servicio militar obligatorio. La presión legal le hizo volver a los Estados Unidos», explica Rodríguez en su obra. De regreso a Norteamérica tuvo un hijo, Fred, en 1905. «El viejo Trump murió en 1918, durante la mal llamada Gripe Española », completa. Fred no heredó el imperio Trump de forma inmediata. La regencia de los negocios y los inmuebles de la familia quedó a cargo de Elizabeth. Ella fue la que fundó la 'Trump & Sons', aunque el pequeño no tardó en hacerse con las riendas. Antes, sin embargo, tuvo que ver su nombre publicado en los periódicos allá por 1927; y no por ser un genio de las finanzas. Eran aquellos unos años duros para Estados Unidos y para el mundo. Las ideas extremistas de Benito Mussolini estaba en auge y miles de italianos habían huido a Nueva York para escapar de sus tentáculos. Lo que no esperaban hallar en su nuevo barrio, 'Little Italy' era a nutridos grupos de compatriotas fascistas. Allí empezó a librarase una auténtica lucha ideológica y física –a golpes y navajazos– entre unos y otros. Así de tenso andaba el ambiente en Nueva York cuando, en el 'Memorial Day' de 1927, la jornada en la que Estados Unidos honra a sus caídos en combate, unos y otros salieron a la calle. De un lado estaban los simpatizantes del movimiento fascista italo-estadounidense y del Ku Klux Klan, que poca presentación necesita. De otro, bandas de anarquistas y antifascistas. «También acudieron la 'National Association for the Advancement of Colored People', creada para reivindicar los derechos de los afroamericanos; colectivos católicos, mayoritariamente de origen irlandés e italiano, y protestantes, de origen centro europeo nórdico», añaden los autores. El resultado del cóctel era una bronca asegurada. Y los más pesimistas no erraron. Al poco, tras unos duros altercados, fueron asesinados dos manifestantes. El ambiente se caldeó todavía más a lo largo de la jornada y sacudió al distrito de Queens, donde residía la familia de Donald. En esta zona, un millar de miembros del Ku Klux Klan marcharon por el barrio de Jamaica. Hubo una auténtica batalla campal. La policía detuvo tan solo a siete personas; y entre ellas se hallaba un nombre: Fred Trump. El autor recalca que no se puede saber con exactitud si pertenecía o no al grupo, aunque afirma también a ABC que «las pruebas son las que son» y que «el lector solo tiene que interpretarlas». Donald, como no podía ser de otra manera, negó todas estas informaciones cuando fueron desveladas, hace algunos años, por los medios de comunicación. En palabras de Rodríguez, esta fue una de las primeras polémicas con las que tuvo que lidiar Trump, y todavía se desconoce la realidad tras ella. «Analizamos el Estados Unidos de los años treinta y señalamos que no era el único afín y que no era algo raro en la época. Hay que entender que era un tiempo dónde este tipo de ideologías supremacistas contra la inmigración italiana e irlandesa estaban en pleno auge. No juzgamos, ponemos pruebas sobre la mesa y que cada lector llegue a sus propias conclusiones», explica el experto. Tocará, en definitiva, seguir investigando hasta desvelar el misterio del ya nuevo presidente de los Estados Unidos.

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