Si la desesperación y el desconcierto se puede leer en las caras de cada uno de los afectados , en el caso de los familiares de víctimas o de desaparecidos el daño es superlativo. Incomunicados, en la mayoría de las ocasiones, no lo tienen nada fácil para denunciar su pérdida y para que alguien les de instrucciones para los siguientes pasos que les permiten reencontrar a quienes han perdido, aunque sólo sea su cuerpo sin vida. Cierto es que desde el miércoles se habilitó un teléfono gratuito de atención e información (el 900505550 ) pero los usuarios se quejan de que no es sencillo contactar con él. «Hemos llamado a los teléfonos [de desaparecidos], no los cogen, no te informan de nada, comprendemos que están saturados, pero es desesperante», explica Rosa a ABC quien desde el martes busca a su hermano, desaparecido en el barranco en Cheste, en un incansable peregrinar por hospitales, comisarías, juzgados y morgues. La opción presencial tampoco es sencilla. Para comenzar, la Consejería de Justicia e Interior de la Generalitat Valenciana ha pedido a los familiares de víctimas y desaparecidos «que no se desplacen a la Ciudad de la Justicia de Valencia [a donde son llevados los cadáveres para realizar la autopsia], porque no podrán recibir la atención e información adecuada por parte del personal forense». Una recomendación que también se hace extensible al pabellón de la Feria de Valencia donde reposan los cadáveres en camiones almacenados de veinte en veinte en las cámaras frigoríficas de varios camiones. Es allí donde se ha desplazado Rosa, de nuevo para una gestión infructuosa. «Nos dicen que esperemos, y que ellos se pondrán en contacto con nosotros, pero eso es desesperante», se lamenta. La otra opción para los familiares de desaparecidos es la denuncia presencial, pero tampoco aquí se lo han puesto fácil. En contra de lo que podría dictar el sentido común no se ha establecido una oficina centralizada para denunciar la desaparición, sino que se les pide a los afectados que acudan a la Comandancia de la Guardia Civil, en la calle Calamocha de Valencia, o a la Jefatura Superior del Cuerpo de Policía, en la Gran Vía Fernando el Católico en función de la demarcación a la que pertenezca su pueblo. «El segundo caso corresponde a personas con comisarías del Cuerpo Nacional de Policía en sus municipios; y en el primero, al resto», explica la Consejería. Y todo ello «sólo si las condiciones de seguridad son las apropiadas para trasladarse», señala la nota. Un eufemismo que esconde la casi imposibilidad de que la denuncia pueda ser presentada, salvo que el familiar del desaparecido resida en Valencia ciudad. Hay que recordar que los accesos a Valencia desde las poblaciones afectadas están cortados para cualquier tipo de tráfico y que las autoridades han pedido que se restrinja también el movimiento a pie. Además, para que las denuncias sean efectivas requieren que se persona un familiar directo del fallecido. Ante ello, la solución aplicada por la Guardia Civil ha sido establecer una oficina de atención a familiares de desaparecidos en algunas de las localidades afectadas, a través del denominado «puesto de mando avanzado». En algunos lugares como Paiporta, el más afectado, la oficina se ha instalado en el Auditorio Municipal. Una vez que las familias logran formalizar la denuncia, la Guardia Civil inicia el denominado protocolo 'ante mortem' que consiste en solicitar toda la información física y personal de la persona desaparecida, de forma que permita una primera identificación si se llega a localizar el cadáver. Así se les pregunta por las características físicas, las posibles marcas, tatuajes, piercings o cicatrices identificativas. Además, se completa con datos como el último lugar en que fue visto, la ropa que vestía y las joyas o adornos que lucía en el momento de su desaparición. También se les solicita una fotografía actual y la identidad completa, junto con una muestra del familiar que permita realizar el cotejo genético, que garantice la identificación más completa. El requerimiento del ADN está contemplado dentro del protocolo de catástrofes con víctimas múltiples, que en este caso se activó la misma noche del martes, cuando se comenzó a tener constancia de que la cifra de muertos iba a superar con creces el mínimo de cinco establecido. A partir de ahí, como en el caso de Rosa, sólo queda esperar. Y desesperar. «Lo único que nos han pedido han sido muestras de ADN de mi padre y hermano para que luego, si desgraciadamente pasara lo que que pasara, que vamos a esperar que no, [un complejo circunloquio para evitar la palabra que no quiere pronunciar] tengan pruebas biológicas para identificar a los cuerpos, porque la Policía nos ha dicho que hay que esperar a que esto se normalice porque van a salir muchos más cuerpos», concluye
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