Casi 40 mujeres acusan a Mohamed Al Fayed de ser un depredador sexual

La rueda de prensa fue escalofriante. Frente a un micrófono, los abogados se turnaban para describir los actos más oscuros del magnate egipcio Mohamed Al Fayed . No hubo metáforas ni delicadezas. «Era un monstruo», afirmó Dean Armstrong, uno de los representantes legales de las víctimas. La comparación con depredadores como Jimmy Savile, Jeffrey Epstein y Harvey Weinstein no fue casualidad, sino un intento deliberado de enfatizar la gravedad de las acusaciones. En un tono seco, Armstrong advirtió que las acusaciones contenían «algunos de los elementos más horribles» posibles. Y es que Mohamed Al Fayed, quien fuera propietario del lujoso Harrods durante más de dos décadas, ha sido acusado de violación por cinco mujeres y de acoso sexual por al menos 32 más. En un documental de la BBC que vio la luz esta semana , «Al-Fayed: Predator at Harrods», los relatos de las sobrevivientes se entrelazan, dibujando el perfil de un hombre poderoso y sin escrúpulos, que, según las víctimas, actuaba con total impunidad. La historia comienza mucho antes de que las luces de las cámaras de televisión iluminaran su figura. Al Fayed, nacido en Alejandría, Egipto, forjó una fortuna en la industria naviera y la construcción, pero fue su adquisición de Harrods en 1985 lo que consolidó su lugar en la élite británica. A menudo visto como un empresario carismático, su imagen pública era la de un hombre encantador, sociable y amante de las grandes extravagancias. Sin embargo, detrás de esa fachada escondía, a juzgar por los testimonios de las presuntas víctimas, un lado oscuro. Las acusaciones de abuso sexual no eran nuevas. En 1995, la revista Vanity Fair ya había insinuado comportamientos inapropiados. En 1997, la cadena ITV reveló testimonios alarmantes, y en 2017, Channel 4 dio voz a más víctimas. Pero las acusaciones no habían tenido un impacto significativo. Todo cambió tras la muerte de Al Fayed en 2023. Liberadas del miedo y las repercusiones, más mujeres han roto su silencio y el número de acusadoras va in crescendo . Una de ellas, que prefirió el anonimato, lo describió simplemente como un hombre «vil». Lo que hace que este caso sea aún más perturbador es el papel de Harrods. Según las víctimas y sus abogados, la compañía no sólo no intervino nunca, sino que encubrió los abusos. La frase «fallo sistémico de responsabilidad corporativa» resonó durante toda la rueda de prensa. Armstrong fue claro: «Creemos que el sistema no sólo permitió, sino que posiblemente facilitó, el abuso sexual generalizado «. ¿Cómo podía una empresa de esa magnitud, considerada un símbolo de lujo y prestigio, albergar tales atrocidades? Rachel, una de las acusadoras, relató cómo fue llamada al apartamento de Al Fayed una noche después del trabajo. La opulencia de la ubicación, en Park Lane, en el corazón de Londres, con vistas a Hyde Park, no mitigó el horror que estaba a punto de vivir. Según su testimonio, Fayed la violó esa noche. «Recuerdo sentir su peso sobre mí, escuchar sus ruidos. Me fui a otro lugar en mi mente», relató a la BBC. La historia de Rachel no era única; otras tres mujeres aseguraron haber sido violadas en la misma dirección. En París, en su famoso hotel Ritz, las agresiones también se producían con frecuencia, según testigos. Los relatos pintan una red de abusos que abarcaba múltiples ciudades, desde Londres hasta St. Tropez y Abu Dhabi. La magnitud de los abusos de Fayed y la inacción de Harrods ha llevado a los abogados de las víctimas a presentar una demanda civil contra la empresa. No se trata sólo de acusar al fallecido magnate, sino de responsabilizar a una organización que, como alegan, permitió que estos crímenes ocurrieran durante más de dos décadas. «Harrods era un ambiente tóxico, inseguro y abusivo», declaró la abogada Gloria Allred. Las acusaciones van más allá de las violaciones: incluyen intentos de violación, abuso sexual a menores y hasta exámenes ginecológicos invasivos como condición para mantener el empleo. Lo más desgarrador de todo es el testimonio de las mujeres. Sophia, quien trabajó como asistente personal de Fayed, describió su situación como «una pesadilla inevitable , y declaró a la BBC que no tenía un lugar al cual escapar, necesitaba el trabajo para pagar su alquiler. Aunque Harrods emitió un comunicado diciendo que en la empresa están «absolutamente consternados» por las acusaciones y que el Harrods de hoy es «muy diferente» al que Al Fayed controlaba, para muchas víctimas, esas palabras no son suficientes. La cultura de miedo que permeaba la tienda, como describió Sarah, era palpable. « Desde los puestos más bajos hasta los más altos, todas estábamos asustadas «, relató. Las cicatrices de los abusos persisten años después y hablar es parte del proceso de buscar que se haga justicia. Algunas de las mujeres, según los abogados, continúan sufriendo pesadillas, y sufren de depresión y ansiedad, mientras que otras han tenido que ser tratadas en clínicas psiquiátricas. Para ellas, la justicia no se trata sólo de una compensación financiera, sino que es una forma de sanar su dolor y de evitar que otras mujeres sean víctimas de las empresas que cierran los ojos a estos hechos.

abc.es

Leer artículo completo sobre: abc.es

Noticias no leídas