Cate Blanchett : «Hacer películas que gusten a todos es la muerte creativa»

Se estaba poniendo el día feo en San Sebastián -perdón por el oxímoron- con el otoño acechando sobre el monte Igueldo hasta que apareció Cate Blanchett y dijo que, al menos un día más, iba a ser verano. El sol apareció abrasador en la tarde donostiarra para evaporar la lluvia de la madrugada e iluminar a la estrella de Hollywood por su desfile en la alfombra roja camino de recoger el premio Donostia . A sus 55 años, visita el festival español para celebrar los éxitos de una carrera cinematográfica -dos Oscar, un puñado de Globos de Oro, tres Bafta, doble ganadora de la Copa Volpi de Venecia...- a la que se asoma de vez en cuando desde su verdadera pasión, el teatro, del que dice que es su «primer y último amor». Cada visita a la gran pantalla, eso sí, es un acontecimiento. Ha trabajado con todos los grandes de las últimas tres décadas -Steven Soderbergh, Jim Jarmusch, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Todd Field, Adam Mckay, Richard Linklater, Terrence Malick, Todd Haynes, Peter Jackson, Woody Allen, David Fincher... y sigue la lista con una docena de nombres más- y todavía les agradece que le ofrezcan papeles que le «sorprendan» y «oportunidades extraordinarias que a veces funcionan y otras no». «Ellos ven algo en ti que tú no puedes ver, y eso es un gran reto. La última vez que me pasó fue con 'Tár' [con la que se llevó el Oscar]; estuve aterrorizada porque no sabía cómo escalar esa montaña. Pero mi experiencia con el teatro me ayudó porque allí he aprendido a transformar los miedos en emoción. Ojalá en la política pudieran transformar el temor en entusiasmo y emoción como en el cine y en el teatro», aseguró la intérprete, que atendió a los medios en una multitudinaria rueda de prensa donde demostró que sabe manejar a las masas sin perder un ápice de elegancia, como si con cada movimiento de mano agitara un delicado velo de seda, pura liviandad, todo ligereza. «He estado leyendo últimamente a Clarice Lispector y me encanta eso de que es un gran esfuerzo parecer simple, requiere mucho trabajo», arguyó. Y así, la australiana fue capaz de transitar -sin rebajar un milímetro la sonrisa perenne- por una pregunta sobre el cine de su país hasta responder a un joven actor infiltrado entre la prensa que le pidió consejos. Incluso toreó a quien calificó de «rara» la película que ha aprovechado para presentar aquí mientras recogía el Donostia, 'Rumours'. «Desconfío de la gente que da consejos», llegó a decir Blachett al despistado actor que le interpeló, y lo cumplió después cuando le preguntaron por la última polémica que protagonizó. Fue en Cannes, cuando formó los colores de la bandera palestina con el verde y el blanco de su vestido sobre el rojo de la alfombra del lujoso festival. «Tenemos que escuchar a los demás, eso forma parte del hecho de vivir en democracia. Hoy hay muchos conflictos y muchos abusos contra los derechos humanos, pero no creo que ninguna de estas cosas se vayan a resolver en una alfombra roja o por mis declaraciones. Son demasiado importantes», sentenció. Porque Cate Blanchett, además de ser la actriz más grande de su generación, es también de las más pragmáticas. Por supuesto, utilizó la rueda de prensa para hablar del cambio climático, una de sus grandes preocupaciones. Pero en lugar de decir que no puede disfrutar del premio por el sufrimiento que hay en el mundo, como sí hizo Javier Bardem , explicó cómo en sus empresas buscan alcanzar la huella de carbono cero, «porque además es rentable económicamente». «En la industria del cine cuando llegó el Covid, no se tardó nada en invertir mucho dinero para no contagiarnos y que la industria siguiera funcionando, pero con ser sostenible no se quiere hacer. Debería haber personas encargadas de ello porque es que además se ahorra dinero», señaló apuntando a donde más le gusta a Hollywood, al bolsillo. Su discurso coincidió con dos personas que se salieron de la sala por otro motivo y ella, en la distancia, les dijo: «Cuando se habla de estos temas la gente desconecta o se van, pero os prometo que hablar de la emergencia climática también puede ser sexy». Y de la política, al cine, que es de lo que trata un festival como el de San Sebastián, por mucho que las grandes estrellas quieran, como siempre dicen, aprovechar el foco para denunciar algo». Así, habló de algunos de sus cineastas predilectos, autores como Jim Jarmusch, que tienen dificultades para hacer películas. «El cine independiente hoy es tan difícil de hacer... Les costaba financiarlo antes y ahora lo difícil es garantizar que encuentren un público. Tienes el riesgo de que luego nadie la vea. No es malo desde el punto de vista creativo, pero es un desafío cómo distribuirla. El cine independiente está en peligro», lamentó, para después, en otra respuesta, señalar a las plataformas que quieren hacer el mismo producto en todo el planeta. «En las series oyes el mismo acento neutro. Se corre el riesgo de querer hacer películas que gusten a todo el mundo, pero eso es la muerte creativa».

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