La tragedia en forma de agua llena de fiereza y desbordamientos salvajes han dejado una inmensa huella de dolor. Quien no ha perdido su casa, ha perdido a un ser querido y hay quienes han perdido una cosa y otra. El dolor no puede ser más grande. El lodo se ha adueñado de calles, comercios, garajes. Se ha tragado todo lo que se podía tragar sin la más mínima compasión.
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