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A sus 94 años, Clint Eastwood ha vuelto a sorprender al público con su última película, un drama judicial que plantea un dilema moral profundo y lleno de sutilezas. Este filme, que llega como la cuadragésima obra de su extensa carrera como director, demuestra que, a pesar de su edad, el legendario cineasta sigue manteniendo el pulso narrativo y visual que lo caracteriza.
Protagonizada por Nicholas Hoult y Toni Collette, la cinta explora temas de justicia, culpa y redención, ofreciendo una mirada aguda a los fallos y las zonas grises del sistema judicial.
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La historia sigue a Justin Kemp (Hoult), un ciudadano común que recibe la llamada para ser jurado en un caso de asesinato. La trama da un giro inesperado cuando Kemp, atrapado en el dilema de la justicia y la moralidad, empieza a cuestionarse si él mismo podría estar implicado en el crimen.
En una narración que deja claro el desencanto de Eastwood hacia el sistema judicial estadounidense, la película se centra en la lucha interior de Kemp, quien debe decidir entre exponer su propio pasado o guardar silencio para salvarse. El actor principal, visto también en Mad Max: Furia en la carretera, logra transmitir la desesperación y la tensión de un hombre atrapado en su propia conciencia.
La referencia a Sidney Lumet es evidente, pero Eastwood le da su propio toque
A su lado, Collette interpreta a Faith Killebrew, la ambiciosa asistente del fiscal del distrito, dispuesta a usar el caso para impulsar su carrera política. Esta competencia profesional, llena de matices y contradicciones, revela la ambigüedad moral y las motivaciones personales que muchas veces rodean a los procesos judiciales.
Con un reparto estelar que incluye a J.K. Simmons, Kiefer Sutherland y Chris Messina, la película logra equilibrar las actuaciones individuales con un guion sólido y una dirección sobria. Eastwood, fiel a su estilo, evita los giros inverosímiles y se centra en una narrativa directa que evoca la esencia de los clásicos dramas judiciales. La referencia a 12 hombres sin piedad, de Sidney Lumet, es evidente, pero Eastwood le da su propio toque personal, cuestionando no solo la justicia, sino también la verdad y las segundas oportunidades.
El ambiguo bien y el mal
El director de Million Dollar Baby y Gran Torino, entre muchos otros dramas emblemáticos, opta por una fotografía sencilla, pero eficaz que acompaña la intensidad de la historia sin desviar la atención del dilema central. La escenografía y el vestuario, tan minimalistas como precisos, permiten que el público se concentre en las complejidades morales y emocionales de los personajes. Eastwood demuestra una vez más su habilidad para contar historias sin excesos, un estilo que lo ha convertido en una figura única, también detrás de las cámaras.
A lo largo de dos horas, la cinta explora temas como la redención, la culpa y los prejuicios, con una profundidad que invita a la reflexión. Cada personaje enfrenta sus propios conflictos morales, y Eastwood no duda en mostrar que las líneas entre el bien y el mal suelen ser difusas.
Tráiler de 'Jurado Nº2'. (Warner Bros.)Jurado Nº2 es la última película de Eastwood, y recuerda que, incluso a sus 94 años, el cineasta sigue manteniendo el pulso para hacer reflexionar al espectador sobre cuestiones fundamentales de la vida, la justicia y la conciencia.
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