A las 18:20, hora de Israel, del viernes, el corazón del grupo terrorista Hizbolá era abatido. La Fuerza Aérea Israelí (FAI) llevaba a cabo un ataque con éxito. Y todo esta operación se ultimaba, mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu terminaba su discurso en Nueva York ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. De hecho, el antes y después de su comparecencia marcarían dos momentos clave. Esta aparición de Netanyahu fue considerada por algunos de los jefes militares israelíes como una artimaña idónea para que Hasán Nasralá, líder de Hizbolá, bajase la guardia. Poco después, 80 bombas antibúnkeres derribaban cuatro edificios y el complejo subterráneo donde se situaba el cuartel general de Hizbolá, oculto en Dahieh, al sur de Beirut. Dejando unas columnas humeantes tras su impacto. Horas después se confirmaba que Nasralá había resultado muerto y la milicia chiita quedaba descabezada. Netanyahu lo calificó de «un punto de inflexión histórico». El paradero del líder de Hizbolá siempre fue uno de los secretos mejor guardados por la milicia , salvando contadas apariciones públicas. Sin embargo, la inteligencia israelí consiguió averiguar en qué búnker se resguardaba y que se reuniría con algunos comandantes del grupo. Algunos de los cuales habían sobrevivido a las explosiones previas de los buscas. Y según tres fuentes israelíes de alto rango que hablaron con 'The New York Times' (NYT) decidieron actuar porque el margen de maniobra era estrecho , y no podían arriesgarse a perder el rastro de Nasralá. Nasralá era un hombre inteligente y escurridizo que se convirtió en el sucesor de Abbas al-Musawi, uno de los cofundadores del movimiento, después de que éste muriera en un ataque con misiles en 1992. Una información sin confirmar del periódico francés 'Le Parisien', llegó a señalar que la forma de dar con él fue gracias a un espía iraní que informó a los israelíes de que Nasralá se dirigía al búnker. Lo que sí queda claro es que esta misión se orquestó con tiempo. Matthew Savill, analista militar de Rusi (Royal United Services Institute), dijo a los medios británicos que Israel probablemente «pasó años construyendo y manteniendo un cuadro de inteligencia completo» de Hizbolá, que incluía «un elemento de fuentes humanas involucradas, para mantenerlo actualizado». Lo que para Savill «pone aún más de relieve el fracaso en identificar y prevenir la operación de Hamás el año pasado, dando credibilidad a la teoría de que se concentraron en el Líbano e Irán en detrimento de Gaza». Cosa que también confirman las tres fuentes israelíes que revelaron a NYT que el Gobierno israelí llevaba meses siguiendo los movimientos de Nasralá. Y el objetivo fue materializándose la semana pasada , antes de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, viajara a Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Asimismo, fuentes cercanas a los planes dijeron al diario israelí 'Haaretz' que el viaje de Netanyahu tenía como pretensión emitir el mensaje de que operaban con normalidad sin que nada hiciera pensar que el ataque era inminente. La decisión de eliminar a Nasralá estuvo sobre la mesa desde el miércoles , revela Dana Weiss del canal de televisión israelí Channel 12. Explica que en las conversaciones participaron el jefe del Estado Mayor, el jefe del Mossad, el jefe del Shin Bet y Gallant, y coincidieron en que Israel debía hacerlo. Y la decisión de seguir adelante con el ataque fue aprobada, en principio, por el gabinete de Netanyahu el jueves por la noche, cuando ya estaba en Estados Unidos Weiss detalla que algunos ministros manifestaron su oposición al ataque, entre ellos estaba el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich y el ministro de Cooperación Regional, David Amsalem. Estaban preocupados por la posibilidad de que perjudicara las actividades en curso de las FDI (Fuerzas de defensa israelíes) en Gaza. Pero pese a estas objeciones los preparativos siguieron adelante. Telefonearon a Netanyahu, que iba a hablar en la Asamblea General, y le dijeron que recomendaban dar luz verde a la operación. Es más, la oficina del primer ministro revelaría una foto en la que se ve a Netanyahu ordenando por teléfono el ataque desde un hotel de Nueva York . Las bombas fueron lanzadas después de que el líder israelí finalizara su discurso. Por declaraciones a los medios israelíes del comandante del 69º Escuadrón de aviones F-15I que llevó a cabo el ataque, identificado como el Teniente Coronel M , se sabe que las tripulaciones involucradas se habían estado preparando durante «varios días». Pero se les informó del objetivo previsto solo unas horas antes y despegaron desde la base aérea de Hatzerim . En un vídeo de este despegue que se hizo público después se veían 8 aviones y uno de ellos, según los expertos de 'The Guardian', «parece llevar BLU-109 de fabricación estadounidense, de la clase que la administración Biden había decidido retener a Israel en verano en medio de preocupaciones sobre su uso en la densamente poblada Gaza», establecen. Los oficiales de la fuerza aérea israelí dijeron que, durante el ataque, se lanzaron bombas «cada dos segundos». Weiss destaca que al tiempo se desarrollaban las conversaciones sobre si se debía llevar a cabo el ataque, Netanyahu y su ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, estaban en contacto con la administración Biden para un posible alto el fuego en el Líbano . «Dermer estaba ultimando los detalles de la propuesta con los estadounidenses, que fue anunciada por Estados Unidos y Francia, el jueves. Esto explica la evidente ira estadounidense el viernes, después de que se supiera por primera vez del ataque a Nasralá. L es jugaron una mala pasada », detalla Weiss. Para los especialistas de 'The Guardian' una pregunta por resolver es por qué Nasralá sintió la necesidad de reunirse en persona con otros miembros de Hizbolá. Y constatan que teniendo en cuenta las explosiones de los buscas y los 'walkie-talkies' días antes, y la paranoia desencadenada, Nasralá desconfiaba de todos los medios electrónicos. «Una reunión cara a cara puede haber sido la única manera de discutir la escalada de la crisis por parte de Israel con colegas cercanos», afirman. Los tres funcionarios dijeron al NYT que Hashem Safieddine , primo del Nasralá era uno de los pocos altos dirigentes de Hizbulá que no se encontraban en el lugar del ataque. Un detalle clave porque para los especialistas es uno de los nombres que se barajan para suceder a Nasralá. En cuanto a Netanyahu al día siguiente del ataque dijo que había «ajustado cuentas». También afirmó que la muerte de Nasralá ayudaría a facilitar el regreso de los rehenes israelíes retenidos en Gaza. « Cuanto más vea-el líder de Hamás-Yahya Sinwar que Hizbolá ya no acudirá en su ayuda , mayores serán las posibilidades de que recuperemos a nuestros cautivos», apuntó, añadiendo que Israel estaba decidido a seguir atacando a sus enemigos. Y el teniente general israelí Herzi Halevi añadió: «Nos esperan días desafiantes».
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