Con palas, con comida: el ejército de voluntarios que se adentró en el barro

Entrando en La Torre se aparece un coche azul que el agua posó con su parte trasera apoyada sobre un contenedor de vidrio y parece que está sentado, o reflexionando, como un coche de Rodin. Todo el que pasa le hace fotos porque no imagina que un poco un poco más allá verá cosas mucho peores . Allí cerca también hay un charco no muy profundo, de un par de dedos de agua como mucho, y todos lo evitan sin saber que dentro de quinientos metros, se bañarán en un barro que les subirá por los muslos, les manchará los labios, el pelo y las orejas y que, de alguna manera, nunca llegarán a limpiárselo del todo. «Wow»: María y... Ver Más

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