Decía el escritor y editor Steven M. L. Aronson: Se puede ser un genio con las persianas bajadas y las puertas cerradas. Se refería, y no muy crípticamente, al método que había utilizado Truman Capote para alcanzar una fama que nada tenía que ver con su talento literario, sino con sus habilidades sociales. Para Aronson, Capote solo era un engendro cabezón obsesionado con la popularidad que había empleado un procedimiento antiguo para alcanzarla: ser el bufón de la alta sociedad, un cortesano zalamero, encantador, engatusador, con una cierta actitud servil, enviando aquellas notitas cariñosas, sus libritos dedicados
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