Cuando EEUU y Europa aseguran que no contribuyen al genocidio en Gaza

Relatores de la ONU piden a los Estados miembros que apliquen 14 medidas de presión a Israel, mientras EEUU da luz verde a otro envío de armas al Ejército israelí y la UE mantiene su amistad y alianzas con Tel Aviv

La Administración Biden asegura que presiona para un alto el fuego en Gaza, pero sus palabras se contradicen con los hechos. Este jueves se supo que EEUU había dado luz verde a otro paquete de ayuda militar a Israel por valor de 8.700 millones de dólares, tras varios envíos previos de armamento a lo largo de este último año. Un día después, el viernes, Netanyahu habló en la sede de Naciones Unidas, donde otra vez insultó a la ONU, llamándola “pantano antisemita”. Tras ello, el primer ministro israelí ordenó allí mismo, en Nueva York, otro gran bombardeo contra varios puntos de la capital de Líbano, Beirut, tras más de una semana de ataques que han matado a cientos de libaneses, muchos de ellos, civiles.

¿Cómo reaccionaría la comunidad internacional occidental si Rusia lanzara bombardeos contra la capital de otro país antes y después de que Putin ofreciera un discurso en la sede de Naciones Unidas? ¿Y qué pasaría si Putin diera la orden de ese bombardeo desde Nueva York, poco después de terminar su discurso? ¿Qué diría la prensa si un país no aliado llevara doce meses masacrando a civiles en un territorio que ocupa ilegalmente desde hace décadas, del que la gente no puede huir y en el que se evita la entrada de la ayuda humanitaria necesaria?

Israel es un gran protegido de EEUU y un aliado de Europa, así que las hipótesis formuladas en estas preguntas no se aplican para el Gobierno de Tel Aviv. Cuando se van a cumplir doce meses del inicio de la masacre contra la población en Gaza, Washington continúa respaldando activamente a Israel y Europa sigue sin adoptar medidas de presión para intentar modificar el rumbo. De ese modo, las matanzas de civiles siguen su curso, normalizadas.

EEUU continúa enviando grandes paquetes de ayuda militar al Ejército israelí y la Unión Europea mantiene su acuerdo comercial preferencial con Israel. Algunos países europeos han dado pasos simbólicos -como el reconocimiento del Estado palestino- pero ninguno ha adoptado acciones que sí se han aplicado en el pasado a otros países con crímenes y violaciones menores.

Desde algunos espacios públicos se nos dice que se ha hecho todo lo posible, que Washington no logra dominar a Netanyahu y que Europa no dispone de capacidad de acción. La realidad es algo diferente. Si EEUU deseara poner fin a la masacre en Gaza, a la ocupación ilegal israelí y al apartheid contra la población palestina, mañana mismo cerraría el grifo de las armas y convocaría al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para impulsar una resolución. Sin embargo, ha vetado las resoluciones en ese sentido, ha aumentado a 50.000 sus efectivos militares en Oriente Medio y continúa apoyando activamente a Israel en su uso de la fuerza bruta y de la retórica belicista. Hoy mismo, el presidente Biden ha indicado que “la muerte [de Nasrallah] por un ataque israelí es una medida de justicia”. El derecho internacional, las normas que protegen a los civiles, la diplomacia y la negociación son despreciados.

En cuanto a Europa, varios países han continuado enviando ayuda militar a Israel en estos meses, todos mantienen sus relaciones comerciales y diplomáticas con Tel Aviv, y la Unión Europea no es capaz de alcanzar un consenso para suspender el acuerdo comercial preferencial con Israel, cuyo artículo dos exige a las partes el respeto por los derechos humanos. Con 42.000 personas víctimas de la masacre israelí en Gaza, hay gobernantes europeos que siguen haciendo la vista gorda. No mirar, no denunciar, no actuar, reduce la masacre a un mero ruido de fondo cotidiano.

Relatores de la ONU señalan que con su indiferencia, "la comunidad internacional está fomentando la violencia genocida"

El nivel de impunidad israelí es de tal envergadura que las bases del derecho internacional están saltando por los aires. Así lo han advertido esta semana relatores independientes de Naciones Unidas, en un informe que indica que “el edificio de la ley internacional pende de un hilo” y que, con su indiferencia, “la comunidad internacional está fomentando la violencia genocida”. En él piden a los Estados miembros de la ONU que adopten de inmediato catorce medidas de presión. Sus propuestas están basadas en la orden consultiva emitida el pasado mes de julio por la Corte Internacional de Justicia, que exige el fin de la ocupación ilegal israelí de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este y recuerda a los Estados miembros que no deben iniciar o continuar “relaciones comerciales o de inversión” que contribuyan a mantener dicha ocupación. Dos meses y medio después de este dictamen de la Corte, EEUU y buena parte de los países europeos siguen sin cumplir su mandato.

Ante ello, la comisión de relatores independientes de la ONU recuerda que los Estados deberían, entre otras cosas, imponer un embargo de armas total a Israel, lo que supone “detener todos los acuerdos, importaciones, exportaciones y transferencias de armamento” y “revisar inmediatamente todas las relaciones políticas, diplomáticas y económicas con Israel para asegurarse de que no están apoyando o proporcionando ayuda o asistencia a su presencial ilegal en el territorio ocupado palestino”. Además, solicitan que los países prohíban la entrada en su territorio y en sus mercados de “bienes y servicios que surjan de la colonización del territorio palestino ocupados”.

En ese sentido, señalan como deber “la suspensión de relaciones económicas, acuerdos comerciales y relaciones académicas con Israel que puedan contribuir a su ocupación ilegal y régimen de apartheid”. También solicitan “sanciones y congelación de activos, a personas y entidades israelíes, incluidas empresas, corporaciones e instituciones financieras, involucradas en la ocupación ilegal y el régimen de apartheid” y piden a los países medidas para impedir que sus ciudadanos que también tengan nacionalidad israelí “sirvan en el Ejército israelí o en otros servicios que contribuyen a la ocupación y al régimen de apartheid, o compren o alquilen propiedades en cualquier lugar del territorio palestino ocupado”.

Este pronunciamiento de los relatores de la ONU ha sido reforzado por la Asamblea General de la ONU, que hace unos días aprobó, por gran mayoría, una resolución que exige el fin de la ocupación ilegal israelí en un plazo máximo de doce meses, sanciones a los responsables de dicha ocupación, y medidas a los países para impedir el comercio o inversiones que mantengan la presencia de Israel en los territorios.

Cada vez que se da un tímido paso en defensa del derecho internacional, Tel Aviv suelta un exabrupto. El desprecio de Israel por el orden construido tras la Segunda Guerra Mundial, basado en la ley internacional, en las convenciones de Ginebra, y en la Carta de Derechos Humanos de la ONU, es evidente. Lo demuestra con palabras y hechos. Su insulto a la ONU esta semana fue su forma de contestar a la nueva resolución de la Asamblea General. Sabe que puede hacerlo, porque EEUU le ha permitido perpetrar todo tipo de crímenes.

Así lo ha expresaba ayer, tras los bombardeos israelíes contra Beirut -en los que mató al líder de Hizbolá- el analista y profesor de la Universidad de Harvard, Stephan Walt: “A estas alturas, está claro que no hay nada que Netanyahu pueda hacer o decir que lleve al Secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, a retirar el apoyo estadounidense a Israel. Es difícil imaginar un enfoque diplomático más ineficaz y es totalmente previsible que no se logren resultados positivos”.

Los organismos internacionales de derechos humanos, tanto las Cortes de la Haya, como la ONU, están dando herramientas a los Estados para que actúen. Pero EEUU y Europa siguen apoyando activamente a Israel o mirando hacia otro lado, cuando hay más de 41.000 muertos en Gaza. Si algún día llega la cordura, el mundo se preguntará cómo pudo pasar.

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