Cuando el teatro rupturista y transgresor irrumpió en los felices años 20

Con la llegada de septiembre vuelven los nuevos (y buenos) propósitos, comienzos lectivos y también vuelven a la carga los encuentros culturales de Arquia Banca en colaboración con El Confidencial. Para este sexto encuentro, que sigue rodeando aquella fascinante época que fueron los "felices" años 20 del pasado siglo en contraposición con el momento actual, se ha elegido el teatro como protagonista de la función (nunca mejor dicho) gracias a su importancia, transgresión y papel multidisciplinar durante aquel tiempo. A Rubén Amón, que moderaba -como viene siendo habitual- el pasado 19 de septiembre el encuentro, se le unieron el político e historiador Jaime de los Santos, Paloma Fidalgo (periodista, crítica cultural y responsable de comunicación de Teatro del Barrio) y el dramaturgo, escritor y gestor cultural José Manuel Mora.

El encuentro recorrió los avances que en los años 20 del pasado siglo estaba teniendo el teatro, un arte que en aquella época iba irremediablemente ligado a otros como la música, el cine que acababa de nacer o la pintura. La charla recorrió las puestas en escena durante la República de Weimar, pues Alemania, debido quizá a su papel de víctima y perdedora de la guerra, experimentó grandes avances gracias al desarrollo de posturas vanguardistas. "¿Qué sucedió para que, tras un periodo tan fértil, después llegase la Segunda Guerra Mundial que fue si cabe peor que la Primera?", Rubén Amón decidió comenzar así, con una pregunta en el aire, la ponencia.

"Estos avances en el teatro fueron sin duda una respuesta a la Gran Guerra y la gripe mal llamada española", apuntó de los Santos. "Hay un desencanto y una desacralización". El político explicó que, frente a una Viena que caía tras la disolución del Imperio Austroúngaro, con la muerte de grandes artistas como Klimt y Schiele, "el Berlín de los tullidos y las prostitutas a un lado y del jazz y otros inventos modernos exportados de Estados Unidos, como un tríptico de Otto Dix, todo eso fue el lugar ideal para este teatro rompedor y reivindicativo".

Jaime de los Santos, político, historiador del arte y escritor; y Paloma Fidalgo, periodista, crítica cultural y responsable de comunicación del Teatro del Barrio.

Se aprovechó durante la charla para hablar de directores como Max Reindhart y su importancia vigente aún a día de hoy. "Cambió la idea de dramaturgo como figura individual", apuntaló Mora. "Hay una conexión, habla de la partitura escénica entre dramaturgo y director y eso a día de hoy continúa muy vigente". "Estos autores cambiaron los lenguajes formales" quiso añadir Fidalgo. "Berlín se pobló y se crearon otro tipo de concepciones del teatro, como el proletario. También se crearon alianzas con otras artes para romper la escena tradicional". La periodista insistió varias veces durante la charla que estos autores, como el propio Reindhart o Erwin Piscator, buscaron formas de acercarse al público con un teatro rupturista que ya no era burgués, a la vez que cambiaba la forma y la manera de concebir el espacio.

"Reindhart o Erwin Piscator buscaron formas de acercarse al público con un teatro rupturista y proletario que ya no era burgués"

"El término teatro político se usa con demasiada alegría", señaló en algún momento. "El suyo era proletario. Aunque la instrumentalización con fines políticos del teatro existe". "Los creadores hemos adquirido tantas consignas ideológicas que ya vamos con las cosas asumidas y así es muy difícil ser artista", dijo Mora. "Es que cien años después, estamos en un mundo en el que nos hemos confundido. O nos remueven o estamos perdidos", aseguró de los Santos.

José Manuel Mora, dramaturgo, escritor y gestor cultural.

Además de recorrer esa República de Weimar en la que el teatro novedoso y rupturista (que luego influiría en otros como Bertolt Brecht, Pirandello o el propio Lorca, al que también se quiso hacer mención), sin dejar de lado España: "Quizá peco de chavinista, pero en Madrid se estaba al mismo nivel y no hablamos de ello" dijo de los Santos, o París, que por su papel de vencedora estaba "haciendo otras cosas", se habló como no podía ser de otro modo de la situación del teatro actual. "Parece que han pasado 100 años y hemos retrocedido", indicaba de los Santos, hablando del transformismo que pobló los cabarets de Berlín durante aquella época, pero sin la carga ideológica o reivindicativa actual. "La libertad que había en Berlín en 1920 ya no existe".

Los ponentes concluyeron que se está perdiendo la comunión entre disciplinas artísticas y que el teatro debería ser redescubierto como un arte de la imaginación. "Lo decía Ortega y Gasset", indicó de los Santos. "Solo nos parecerá aceptable si nos envía bocanadas de ensueño".

Asistentes al encuentro: 'El gran teatro de la sociedad'.

Para terminar, se volvió a la pregunta que había sobrevolado por la sala durante toda la conferencia. "¿Por qué, tras todo esto que hemos hablado, se termina en el nazismo?", volvió a preguntar Amón, una duda frecuente y preocupante, si trasladamos a hoy en día y vemos con los ojos del presente ese pasado que aún vive en el imaginario colectivo. "Hemos romantizado la República de Weimar", concluyó de los Santos. "También tuvieron muchos problemas, no podemos quedarnos solo con las luces, pero hay que aprender: ojo con los discursos encendidos".

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