Cuando tu marido te viola (y tardas años en darte cuenta de que lo hace)

Una familia puede ser perfectamente normal, pulcra, civilizada, de puertas para fuera. Aunque no lo sea en absoluto. Lo hemos visto en el reciente caso Pelicot, que ha estremecido a Francia, y curiosamente también de ahí parte la premisa de Querer (Movistar+), la nueva serie de televisión de Alauda Ruiz de Azúa tras ganar el Goya a Mejor Dirección Nobel por la sosegada y cotidiana Cinco Lobitos, que en esta ocasión explora a lo largo de cuatro capítulos ("para mí ha sido como un largometraje largo" cuenta la directora a este periódico) algunos asuntos un poco diferentes, más cercanos al thriller en algunos momentos.

La historia sigue los pasos de Miren (Nagore Aranburu), que, tras 30 años de matrimonio (con un duro e impenetrable Pedro Casablanc) abandona el domicilio conyugal y denuncia a su marido por violación continuada. La acusación obliga a los hijos (unos estupendos Miguel Bernardeu e Iván Pellicer) a elegir entre sus dos progenitores: o bien deben creer a su madre o bien deben apoyar a su padre, el cual defiende su inocencia. Querer recorre en los dos primeros capítulos los secretos, intimidades o dinámicas de la familia tras la bomba lanzada. El tercer capítulo, antes del clímax, se atreve a contar el proceso judicial durante una hora entera, sin dejarnos parar a coger la respiración, retrotrayéndonos un poco a ese proceso judicial que ya se ha convertido en leyenda de la francesa Anatomía de una caída.

La historia explora el consentimiento sexual dentro del matrimonio, algo que a Ruiz de Azúa le parecía un tema muy gris y pantanoso

"He tenido mucha libertad creativa", confiesa Ruiz de Azúa. "Lo he vivido todo como una película larga, aunque los episodios daban lugar a que todo fuera más natural y que el espectador entendiese más las cosas". En un mundo en que prestar atención de manera continuada a algo durante mucho tiempo parece una quimera, Ruiz de Azúa quizá se la jugaba un poco en ese tercer capítulo en el que toda la tensión se condensa en el juicio, a modo de documental. Ella en realidad no lo cree: "¿Dices que no hay tanta acción? Quizá no es tan evidente, pero pasan muchas cosas por debajo. Eso es lo que me gusta grabar a mí: todas las capas. En ese juicio hay mucha tensión, lo fuerte que es escuchar como hijos los relatos de los padres, la violencia sexual... pasan muchas cosas y eso va a hacer que el espectador quiera saber más. Es un viaje gustoso porque tiene que entrar en la sala y convertirse en el juez".

La historia explora el consentimiento sexual dentro del matrimonio, algo que a Ruiz de Azúa le parecía un tema gris y pantanoso y donde surgían muchas preguntas interesantes. "¿Cómo se pasa de un noviazgo donde las personas están enamoradas a una situación donde se cede?", pregunta ella. "¿Por qué prioriza el deseo del otro sobre el tuyo, por qué te ves imposibilitada para ejercer tu voluntad? Me parecía otra manera de poder hablar de consentimiento".

Está bastante claro (y ella lo confiesa) que la familia es un tema que interesa a Ruiz de Azúa, aunque realmente se encuentran pocas similitudes entre Querer y Cinco Lobitos, esa obra que exploraba la maternidad y planteaba preguntas sobre los cuidados, de manera delicada y tremendamente cotidiana. "La familia es un universo que me interesa muchísimo porque siempre está vigente. Nos marca desde niños. Nos pasamos la vida intentando entender qué familia nos ha tocado. En el caso de Querer, cuando uno mira a esta familia evidentemente tiene muchos desequilibrios, pero a mí me parecía interesante que de puertas para fuera pareciera tan convencional y respetable. Esas contradicciones me resultan muy interesantes".

"Nos pasamos la vida intentando entender qué familia nos ha tocado, me interesa mucho ese universo"

Como otras directoras de su generación, Ruiz de Azúa no está de acuerdo con ese concepto de "cine de mujeres", una etiqueta que parece aglutinar de manera vaga y estereotípica un concepto demasiado complejo. "Le queda poco tiempo a esa etiqueta", indica. "No sé si alguna vez fue muy real, quizá en algún momento tuvo sentido porque empezaba a surgir una nueva generación de directoras, pero creo que las películas hablan por sí solas y eso es lo que queda. No creo que el público piense si algo es cine de mujeres o no. Cinco Lobitos era muy costumbrista, pero con Querer he hecho un ejercicio de tensión, me he ido a otros géneros".

"Obviamente, hago un cine con perspectiva de género porque entre muchas otras cosas soy mujer y eso está en mi mirada. Cinco Lobitos lo hice desde un punto de vista más intuitivo y personal, pero a medida que voy aprendiendo como cineasta todo surge de una manera más consciente. Cuando en Querer hablo de violencia sexual o perspectiva de género lo entiendo desde mi bagaje como mujer, de una determinada generación, que ha crecido con un tipo de relatos. Es parte irremediable de mi mirada", señala.

"Levantar proyectos es siempre complicado" confiesa, aunque es inevitable que las cosas cambian cuando tienes tres Goyas. "Yo he vivido eso de intentar levantar proyectos como Cinco lobitos que era muy difícil, o que se me abran puertas y pueda escribir y dirigir mi primera serie. No es tanto los premios en concreto sino hacer una película con notoriedad. Pero soy muy consciente de que todo puede cambiar en cualquier momento. Tengo nuevos proyectos, puedo contar poquito pero algo puedo: un nuevo largometraje, Los domingos, donde repito con los productores de Cinco lobitos y si todo va bien lo rodaremos en algún momento del año que viene". Mientras tanto, Querer estará en Movistar+ el 17 de octubre.

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