Pasan los días y los cuerpos y mentes de las familias afectadas por la DANA se agotan. Aún queda mucho por hacer y una de sus grandes preocupaciones es la que tiene que ver con los niños, pues son muchos los colegios que tardarán un tiempo en ponerse en funcionamiento. Se necesitan espacios seguros en los que puedan jugar, moverse, estar en contacto con otros niños y desconectar de las preocupaciones y de la dura realidad que están viendo a diario. Pero además los adultos necesitan sentir que sus hijos están seguros, cuidados y tranquilos mientras ellos continúan las tareas de limpieza, desescombro, desagües, arreglos, gestiones, trámites y las decenas de tareas diarias que tienen que abordar para la reconstrucción de sus hogares. Algunas personas cuentan con una red familiar de apoyo en las zonas cercanas pero en muchos casos también los abuelos, los tíos y los parientes cercanos están viviendo su propio proceso de reconstrucción. Conscientes de esa necesidad nació el pasado 4 de noviembre DANA Kids ( @danakidsvlc en instagram), un proyecto para ayudar a los niños y niñas afectados por la DANA que ha sido impulsada por Rubén Gadea, CEO de la empresa deportiva Sanus Vitae, el equipo de Komba Educación, una empresa de ocio y entretenamiento infantil que lidera Marta Castro; y el director de la Escola d'Estiu de la Universitat Politècnica de València (UPV), Miguel Jiménez. La idea surgió, como explica Marta Castro, después de que se viralizase un vídeo en el que Rubén Gadea ( @rugadea ) pedía voluntarios en Instagram para organizar actividades deportivas y lúdicas para los niños de las zonas afectadas por la DANA. «La respuesta fue tal que provocó un aluvión de conexiones y contactos que fue lo que nos llevó a dar forma a esta iniciativa de forma conjunta y que recibió el empujón definitivo cuando Miguel Jiménez, de la UPV, nos habló de la posibilidad de contar con cientos de monitores infantiles certificados con toda la documentación necesaria para formar parte del proyecto de forma inminente», cuenta Marta Castro. A partir de ahí, como aporta Miguel Gadea, fueron muchas las personas que se ofrecieron a ayudar tanto en el ámbito de las redes sociales, en la parte técnica educativa, en el aspecto legal y de las autorizaciones necesarias, en el diseño de una web o de formularios, la cesión del espacio (de momento cuentan con El Espai Rambleta, en Valencia), con la cesión de materiales educativos y deportivos... En apenas 12 horas se encontraron con que podían contar con más de 2.700 monitores voluntarios preparados para ayudar de forma inminente. Sin embargo, como explica Gadea, ahora el gran reto es acceder a espacios seguros en las poblaciones más afectadas y llevar allí a nuestros monitores para que también puedan contar ese respiro para los niños. Hay que llegar a la zona cero cuanto antes. Se necesita ayuda, espacios y logística. Ya nos han contactado de zonas como Picanya, Sedaví, Torrent y Catarroja y esperamos poder darles respuesta lo antes posible. Esperamos que pueda ser antes del lunes 11 de noviembre o ese mismo día«, cuenta Gadea. De momento están operativos desde el 4 de noviembre en El Espai La Rambleta, en Valencia, que les ha cedido su espacio para que puedan realizar allí actividades lúdicas, culturales y deportivas para niñas y niños de entre 3 y 12 años. «El primer día vinieron 10 niños. Llegaron asustados, tristes, tímidos con miedo y sin saber muy bien qué iban a hacer allí. Pero después de toda la mañana con ellos, teníais que haber visto cómo salieron de contentos. ¡Estaban encantados y lo necesitaban! Ahora tenemos numerosas solicitudes y nos estamos organizando para dar respuesta a lo máximo posible», cuenta Marta Castro. Para formar parte de la iniciativa hay que rellenar este formulario , aunque también pueden acercarse al centro para inscribirse. Ahora se ofrece este servicio todas las mañanas, desde las 9 de la mañana hasta las 14 horas, pero ya están viendo la posibilidad de ampliar horarios y, lo más importante, de nuevos espacios seguros en los pueblos más afectados. Cabe destacar, no obstante, que Dana Kids no es una iniciativa improvisada sino muy pensada y trabajada a pesar del tiempo récord en el que se ha puesto en marcha. «Todo está amparado desde la legalidad, con los permisos necesarios, la recogida de datos de las familias, las autorizaciones para la entrada y la salida de los niños, los seguros de responsabilidad civil, la certificación y formación de los monitores, la autorización para tomar y difundir imágenes... Siempre ha sido nuestra intención que los padres tuvieran claro que es un lugar seguro y tranquilo para sus hijos», aclara Marta Castro. En cuanto a las donaciones de materiales (juguetes, libros, material deportivo, material educativo, ropa, calzado...) o incluso económica, Gadea explica que se han puesto en contacto con ellos cientos de personas, tanto particulares como empresas, para donar o enviar todo tipo de artículos pero que ven más adecuado derivar esos contactos hacia las empresas que cuenten con la logística necesaria para gestionar la recepción y la entrega de esos materiales en los lugares donde más se necesita. Por eso lo que prevén hacer es incluir un directorio de información de asociaciones, empresas y organizaciones de confianza que están actuando en la zona. «Nosotros queremos centrarnos en cuidar a los niños y en conseguir espacios seguros para llegar a las poblaciones en las que más lo necesiten, especialmente a las de la zona cero», aclara. Ahora lo importante, como solicitan los impulsores del proyecto, es que se habiliten cuanto antes espacios seguros y con todos los servicios (luz, agua, sanitarios, limpieza, higiene, buenos accesos...) para poder llegar con los monitores a la mayor cantidad posible de poblaciones afectadas y que eso ayude a las familias a seguir reconstruyendo sus hogares.
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