«Era la herpe , la lacra, el color amarillo de la terciana, el párpado retraído, todos los estigmas de la enfermedad y la miseria», así describía Pío Baroja el barrio de Las Injurias, ribera del Manzanares, que hoy altivo discurre altivo y sequillo. Ya nadie se baña allí, hoy la gente pasea en esas orillas que huelen a químico, y ver una sábana blanca con lamparones de miseria es un imposible para el paseante, el fotógrafo, y el reportero mismo. Los ochenta y los noventa volvieron a ser duros en Madrid: la lacra de la droga. Casi se puede 'chinchetear' en un mapa los lugares donde el tráfico era continuo: Pitis, La Rosilla, Los Focos, La Celsa... La expansión es... Ver Más
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