Dorantes nos llevó al paraíso...,y nos dejó allí

¡Ay María, la que ha liado su nieto David en una iglesia!, me hubiera gustado decirle a la Perrata que sonreía siempre cuando contaba que David, con muy pocos años, se subía a un banquito para tocar el piano de su casa, la casa de los Peña en Lebrija, y donde descubrió, el que luego se convertiría en Dorantes, sus primeros acordes. Para el concierto de la Bienal de Flamenco, hay que situarse en el entorno, la iglesia de San Luis de los Franceses , esa joya del barroco sevillano diseñada por Leonardo de Figueroa que supo como ninguno, robarle la luz al sol para que reflejara en los cientos de cristales de los altares barrocos. El espectacular retablo de Duque Cornejo, preside lo que es el escenario, y bajo él los instrumentos, el habitual piano de David Peña 'Dorantes', un teclado eléctrico y un hermosísimo clavecín original de Neupert, el «ferrari» de este tipo de instrumentos, la percusión y un contrabajo. Sobre ellos, dos bellísimos ángeles barrocos parecen proteger a los músicos. Y ocurre que a veces no es fácil transmitir cómo un músico puede llevarte al paraíso y dejarte allí, y es que el concierto de David Peña 'Dorantes', titulado 'Scarlattianas', que quería rendir homenaje a Doménico Scarlatti, fue un constante ir y venir al paraíso, mientras la vida seguía en el exterior. 'Dorantes' es un buscador, un ávido estudioso de todo tipo de música y ha querido tocar en una iglesia barroca la música que se hacía en la época de su construcción, es decir, la de Domenico Scarlatti, una música que conoce bien desde sus primeros estudios y además, da la casualidad de que el compositor barroco vivió en España (murió en Madrid), y varias de sus cientos de sonatas, todas para clave, fueron compuestas en Sevilla, Muchos estudiosos han investigado sobre la influencia de la música española en Scarlatti, distinguiendo ritmos del fandango, la tonadilla, el bolero e incluso la petenera y las sevillanas en sus sonatas. No es la primera vez que Dorantes elige la Bienal para sus estrenos absolutos . Lo hizo también con su disco 'Identidad', y ahora con 'Scarlattianas', pero sí ha sido la primera vez que el músico ha tocado un clavecín , un instrumento que requiere una pulsación muy diferente del piano, y al contrario de éste su sonido es plano, no puede elevarse, carece de pedal. La propuesta de Dorantes tenía doble riesgo, primero utilizar la música barroca e introducir ritmos y cadencia flamenca en la composición. Y en lo interpretativo, poder realizar la pulsación justa en el clavecín, con la dificultad añadida de cambiar al piano y teclado, e incluso tocando con ambas manos en varios instrumentos. Endiabladamente difícil la compenetración de ambas manos para fijar una calidad diferente de pulsación en la tecla.   Dorantes se ha paseado con una elegancia y de manera magistral por la música de Scarlatti, sin huir de las dificultades de la misma, como la 'acciaccatura', esa nota tocada en semitono tan característica de la música del italiano, y las inflexiones tonales, o los acordes disonantes, que recuerdan a veces a la guitarra, que surgieron por ejemplo en los tientos-tangos. El clave se volvía flamenco, sin complejos. A través de cinco temas, 'K uno en 4', 'Guajiras domenikas', 'Al kompas 213', 'Danzas Iberikas 141' y 'Fandango a tierra', hemos ido de sorpresa en sorpresa descubriendo que el flamenco puede con todo, hasta con el barroco, porque se impregna de él y sigue siendo flamenco. Tres músicos acompañan al pianista, Cristian Guerrero al cante, Sergio Fargas en la percusión y Antonio Torres, contrabajo y aquello suena a gloria. 'Contigo me caso indiano', canta Guerrero a los acordes del clave, y la guajira nos lleva al malecón habanero, al tiempo que Dorantes se gira y toca en el piano vertical, donde sí estamos acostumbrados a su sonido. Pero ya no importa porque hemos sido conquistados por el sonido mestizo de ambos teclados , y aún faltaba el teclado eléctrico para el que Dorantes, como si fuera la antigua liturgia, «perdón les doy la espalda» nos dice al público al sentarse. Tientos-tangos, guajiras, seguiriya, carceleras, fandangos, tanguillos, la Tarara, son el paraíso del lenguaje natural de Dorantes, que introduce en cada uno de los temas, convirtiéndose éstos en mestizos, coqueteando sin rubor con una clásica chacona barroca o más aún, con los aspergios tan característicos de la música de Scarlatti, del que no huye Dorantes, ni siquiera de las larguísimas escalas. Muy bien acompañado por los músicos, la interpretación del pianista es soberbia, recorriendo todas las tonalidades y deslumbrando con su portentosa capacidad de tomar otras músicas sin ocultarlas y sin embargo resaltar por encima de todo el flamenco. Un concierto para el recuerdo, o al menos eso reflejaba la cara del público al salir que aplaudió en pie durante varios minutos. 'Scarlattianas' fue el primer espectáculo que agotó entradas en la Bienal de Flamenco , y no sin razón. Hemos podido estar al menos hora y media, arropoados por los altares barrocos, en el paraíso, ése donde Doménico Scarlatti y Dorantes se han encontrado, y que seguro que hubiera hecho feliz a María la Perrata, acordándose de su nieto en el piano vertical de su casa, descubriendo lo que luego sería y para siempre, su forma magistral de interpretar y hacernos sentir el flamenco.

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