El acusado de asesinar su pareja en Sevilla por una «traición»: «A lo mejor no hubiera pasado nada si ella...»

El jurado popular que enjuicia desde la semana pasada al acusado de asesinar en abril de 2022 a su pareja sentimental en un piso del calle Ágata de Sevilla, y posteriormente ocultar su cadáver en la orilla del río a la altura de San Jerónimo, ha escuchado la versión de Alfredo G.C., el varón boliviano que se sienta en el banquillo por asesinato, estafa y malos tratos. Éste ha relatado una maratón de borrachera en las horas previas y posteriores al crimen, que explica en un ataque de celos porque descubrió que su pareja tenía unos «chupetones». «En ningún momento se me pasó por la cabeza (matarla), para nada, fue una desgracia. Yo la quería mucho. A lo mejor no hubiera pasado nada si ella... me sentía traicionado ». En este alegato se ha mostrado arrepentido y ha pedido perdón a la familia de la víctima, que también era de Bolivia y tenía un hijo. El interrogatorio de la defensa ha girado en primer término sobre la independencia económica del acusado, pues tanto la Fiscalía como las acusaciones exponen que Alfredo estaba con Virginia por el dinero que ella tenía en el banco, más de 30.000 euros , por su trabajo como cuidadora de personas mayores residiendo en sus domicilios como internas. Ambos se conocieron en 2010 pero iniciaron una relación dos años después, según ha explicado el acusado. Esa relación tuvo momentos de convivencia en una habitación alquilada en un piso de la calle Doctor Fedriani, que pagaba Alfredo, como ha declarado. Él vino a España en 2006 y ha estado trabajando entonces en el campo y sobre todo en la construcción aunque sin papeles, salvo una ocasión. Defiende que siempre pagó el alquiler de los pisos donde convivieron y que el dinero al que hace referencia las acusaciones era de los dos. De hecho, ha expuesto que tenían planes de futuro , incluso para comprar una vivienda, pero Virginia no quería tener deudas y prefería ahorrar primero todo el dinero del coste del piso que vieron. Si no, volverían a Bolivia. En 2020 él fue condenado por pegarle . Entonces se le condenó a una orden de alejamiento. Cuando ésta finalizó retomaron la relación. Eran finales de 2021. Desde ese momento hasta el asesinato convivieron en una habitación alquilada de un piso de la calle Ágata, donde ocurrieron los hechos que ahora se juzgan. El sábado 23 de abril de 2022, según Alfredo, Virginia no apareció en casa el viernes y no le cogía las llamadas. El sábado tampoco. Lo hizo de madrugada, con una amiga y cervezas. Ahí comenzaron a beber. Él se incorporó la mañana del domingo cuando se levantó. Poco a poco se fueron uniendo más amigos a la fiesta que se había montado. Estuvieron bebiendo cervezas todo el día y bailando, incluso se tomaron fotos, claves para la investigación e identificar a la víctima cuando fue descubierto el cadáver casi dos meses después del crimen. Cuando ella se quitó una «bufanda» Alfredo descubrió que tenías unos «chupetones». « Me puse nervioso, se me cortó ya... Discutimos y hubo un enfrentamiento», ha relatado. Según la jefa del Grupo de Homicidios, que también ha testificado este lunes, la tiró al suelo y tuvieron que intervenir los amigos para que no la agrediera. Él se fue a la calle y siguió bebiendo. Después de dos horas regresó a la vivienda, donde seguía la fiesta. En el dormitorio discutió con Virginia y pelearon. «No me acuerdo, como estaba tan ebrio», ha dicho aunque sí ha recordado las litronas que se compraron durante todo el día. Virginia se estaba cambiando para ir a una discoteca. Según algunos testigos, oyeron esa discusión. La defensa ha preguntado a la jefa de Homicidios si esos testigos contaron que en ese transcurso él le dijo que le había «casa y cama» y ella le respondió que «era viejo y aburrido». Lo ha confirmado. Ha explicado que le dio un golpe y la vio ya en el suelo, «pensaba que estaba haciéndose la dormida». Regresó al salón y siguió bebiendo . A la mañana del lunes volvió al dormitorio y Virginia seguía igual. Ha declarado que estaba preocupada por ella porque era una trabajadora muy responsable. Le dijo a los amigos que se fueran, que siguieron bebiendo en la calle. Según Alfredo, aún no era consciente de que Virginia estaba muerta. Se dio cuenta sobre las doce del mediodía del lunes. «Me puse muy nervioso y me salí del piso. No sabía qué hacer y me fui a dar una vuelta . Me encontré a un amigo y nos fuimos a comer». Como ha afirmado en varias ocasiones, se tiró a la bebida en esas horas y días posteriores. Ya por la noche, envolvió el cuerpo en sábanas y con ayuda de una carretilla llevó el cuerpo a la orilla del río junto a San Jerónimo. Según la Policía Nacional, ese mismo día se dedicó a tirar enseres de ellas en grandes bolsas de basuras, como confirman las cámaras de una farmacia. También empezó a sacar dinero de la cuenta de ella. El día 4 de mayo la hermana de Virginia denunció su desaparición. Comenzó la investigación del Grupo de Homicidios. Fue detenido el 21 de junio . Confesó los hechos y llevó a los agentes hasta el lugar donde había escondido el cadáver.

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