No somos conscientes del papel que juega el patrimonio cultural en nuestras vidas hasta que vemos cómo se inunda un museo, se derrumba una ermita o se enfanga un lienzo irrepetible. Cada obra de arte dañada por la catastrófica DANA , que se ha cebado con una Comunidad Valenciana aún en shock, es un fragmento de nuestro ser colectivo que se disipa. Todavía desconocemos el perjuicio a la cultura que han causado los efectos de lo que ya se considera el mayor desastre natural de la historia de España . A las víctimas mortales y las pérdidas materiales se suma la destrucción patrimonial. Uno de los municipios valencianos cuya riqueza artística ha recibido la peor estocada es Algemesí, que se ha visto especialmente castigado debido al desbordamiento del río Magro en plena tormenta. Cuna de la Muixeranga, esa danza de torres humanas que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2011, el origen de Algemesí se remonta al siglo XIII y lleva el arte en cada una de sus tradiciones. La Sala de Exposiciones del Casino Liberal es un espacio dedicado actualmente a exhibir arte contemporáneo, celebrar un prestigioso certamen anual de pintura y poner en diálogo el trabajo de artistas de diversas generaciones. Ubicada en un emblemático edificio modernista algemesinense, destaca por provocar flujo de públicos desde diferentes ciudades, gracias a proyectos de índole internacional, impulsados por su director el comisario Alex Villar. Así, sito en la calle que la riada cubrió casi dos metros de altura, dicho espacio expositivo ha sufrido el deterioro de piezas en sus paredes, mobiliario y peanas. Sin embargo, en su almacén, parecen haberse salvado por los pelos obras de arte cuya proveniencia nadie sospecharía: Kiev. Desde que comenzara la guerra en Ucrania, su Museo Nacional, en la ciudad de Kiev , se ha mantenido activo, trasladando la agenda expositiva al extranjero para salvaguardar su patrimonio. No es la primera vez que evacúa obras de su colección. La institución ya lo hizo durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Luego, en 2022, con motivo de los ataques rusos. La historia se repite, recalando ahora una parte en Algemesí. El hermanamiento entre valencianos y ucranianos, a fin de salvar arte que retrata la historia de una nación, surge a raíz de un acuerdo inicial del Ministerio de Cultura, como herramienta para fortalecer la identidad europea. No obstante, las relaciones entre la comunidad autónoma y el ministerio fueron tirantes desde el comienzo. Un inesperado cambio de gobierno autonómico complicó más la comunicación. Pero se dejaron atrás las diferencias por el bien común. Por encima de cualquier ideología fue comprendida la urgencia de auxilio al pueblo ucraniano y una representante de su principal museo, la conservadora Svitlana Davydenko, se desplazó a Algemesí y afianzó la unión. Paradójicamente , tras sortear las bombas, los cuadros han vuelto a rozar la fatalidad al encontrarse en una zona vulnerable atravesada por la DANA . Pero ahí siguen, convertidos en un símbolo de resiliencia por la cooperación solidaria. Pasan los días y no tenemos noticia del estado del ingente patrimonio cultural afectado, ni de qué manera se va a asumir el reto mayúsculo de articular las ayudas necesarias. La Administración actúa con lentitud, mientras proliferan iniciativas privadas para recaudar fondos y apoyar a los artistas residentes en España que han padecido la inundación de sus estudios, la paralización de proyectos y de venta de obra. Pero hace falta unión y coherencia, porque de poco sirve el ánimo solidario sin la capacidad operativa. En este sentido, notables artistas de ayer y hoy proceden de Algemesí y tienen sus talleres allí. Por ejemplo, el pintor José Esteve Adam , que era un niño en la anterior riada, la de 1957 que en Valencia se recuerda sin comprender cómo ha podido volver a .. Por otro lado, la artista plástica Gemma Alpuente , joven promesa que apenas tuvo tiempo de refugiarse la noche de autos y ha rescatado pocas piezas de su producción más reciente achicando agua y barro del estudio. La Universidad de Valencia ha promovido un plan llamado 'Salvar objetos de la memoria', que ofrece la restauración de aquello material que suponga un legado para voluntarios que acudan a contar su historia. No es el único acto simbólico desde el ámbito académico, a veces un tanto desconectado de la vida de a pie. Pese a la oleada de solidaridad y voluntariado, continuamos sin que ayudarnos a nosotros mismos tenga carácter de urgencia para algunos mandatarios. Incapaces de llevar a cabo un autodiagnóstico y aplicar protocolos que sí se activan a la hora de detectar infortunios a miles de kilómetros, como el riesgo de pérdida patrimonial de Ucrania . Es menester contar con una defensa sólida de nuestra identidad colectiva, protegiendo y recomponiendo el patrimonio cultural propio, pues condensa los valores que nos definen como sociedad.
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