El as en la manga que esconde Red Bull cuando parece que todo se está desmoronando

Hace justo un año, aquí en El Confidencial, anticipábamos la marejada que sobrevenía sobre el equipo de las bebidas energéticas. El fallecimiento del magnate Dietrich Mateschitz, el artífice del descomunal éxito de la marca Red Bull abría muchas incertidumbres. Tanto en la empresa matriz, como en el equipo de Fórmula 1 había muchas luchas de poder adormecidas mientras el gran jefe estuviera presente. Una vez desaparecido este, intuíamos que la guerra no había hecho más que empezar y nuestro vaticinio se ha ido cumpliendo punto por punto.

Y no es que manejáramos en El Confidencial algún tipo de información privilegiada. Antes de que falleciera Mateschitz, algunas tensiones en el mundo Red Bull ya eran evidentes y otras ya las suponíamos. Hay que tener en cuenta, que los implicados en la lucha de poder debían su puesto al magnate austriaco. Por eso, pese a que hubiera muchos desacuerdos, todos se la envainaban para no poner a prueba la paciencia del jefe. Es algo muy parecido a lo que sucede en las familias: Desaparece el patriarca y empiezan a volar los cuchillos.

Christian Horner tenía cuentas pendientes con Helmut Marko y con los Verstappen padre e hijo. Adrian Newey reportaba directamente a Mateschitz y no le debían de hacer gracia alguna las meadas fuera del tiesto de unos y otros. Y por si el Falcon Crest de Milton Keynes tuviera pocos líos, la propia compañía tenía los propios entre los herederos de la rama austriaca de Mateschitz y la rama tailandesa de los Yoovidyah, que son los accionistas mayoritarios de la empresa. Mateschitz tenía carta blanca para hacer y deshacer en Red Bull, porque los tailandeses respetaban su genialidad, pero que eso no tiene por qué aplicar ni al nuevo CEO Oliver Mintzlaff, ni por su puesto a su único hijo Mark.

Porque aunque hablemos de nombres y marcas de dimensión global, ya se ha visto, sin salir fuera de la Fórmula 1, los problemas de sucesión familiar cuando Claire Williams o Alex Sauber, no han llegado ni a la suela de los zapatos de sus ilustres padres. Por tanto, la zozobra que vive la nave Red Bull en estos momentos, tiene todo o casi todo que ver con la gestión del día después de desaparecer un líder carismático. Habrá algunos errores de gestión en los implicados, pero en crisis sucesorias como esta, todo lo que ha venido sucediendo era bastante previsible.

🗣️| Horner : "Mateschitz ensured that Red Bull’s F1 future is secure""No, the future is set. He's put in place a very strong foundation for the future. And with in 2026 Red Bull becoming a power unit manufacturer that was the missing piece of our jigsaw." pic.twitter.com/bAtRc4otlB

— RBR Daily (@RBR_Daily) October 26, 2022

Mateschitz: Un genio único

Veamos el caso de Adrian Newey por ejemplo. Seguro que lo que más ha pesado en la decisión de abandonar Red Bull, ha sido la pérdida de motivación y no ofertas económicas de rivales. Al no estar aquel líder inspirador por el que dejó todo por seguirle, el compromiso con el proyecto desaparece. Porque no hay que olvidar, que Mateschitz, además de un bolsillo generoso, tenía esa aura única de genios como Steve Jobs o como Enzo Ferrari. Era de esa estirpe única de personas capaces de crear una industria y ser la permanente referencia de la misma.

Ni Coca-Cola con todo su inmenso poderío global, fue capaz de plantar cara a nivel comercial a Red Bull, ni por supuesto, derrotarla en el terreno que la había hecho famosa como es el patrocinio deportivo. Mateschitz es sin discusión posible una de las personas más importantes de la historia del deporte, no solo en Fórmula 1. Es normal que ante una figura de semejante calado, los egos y ambiciones de los que estaban por debajo de él, estuvieran a buen recaudo.

Christian Horner también debía su puesto a Dietrich Mateschitz. Cuando Horner accedió a la jefatura del equipo de Fórmula 1, apenas había superado la treintena. Su voto de confianza y su inequívoco apoyo moral y financiero hacía que ni se le pasara por la cabeza airear las desavenencias que tenía con Helmut Marko. Porque Marko, era tan hombre de confianza de Mateschitz o más que Horner y esto él lo sabía. 'Didi' sabía perfectamente de las tensiones, pero como hacen a menudo los grandes jefes, también dejaba fomentar la competencia interna para que no hubiera relajos.

Pero desaparecido Mateschitz, Horner parece que ha querido hacer bueno ese dicho español de que 'la gota que colma el vaso es la semilla del cambio que venías pidiendo'. Ahora puede moldear el equipo a su medida y no tener que templar gaitas o bicefalias con Helmut Marko o meter en cintura a Max Verstappen. Porque por muy bueno que sea Max, y mucha gloria que haya dado a su equipo, hay afrentas que no se pueden permitir. Desautorizar como hizo en el Gran Premio de Brasil hace dos años a todo el equipo por la radio, no cediendo el paso a Checo Pérez, son cosas que se tienen guardadas. Y el día que se puede se cobran.

McLaren anuncia que ha firmado al jefe de estrategia de Red Bull Will Courtenay como nuevo Director Deportivo. Es natural que quienes han logrado títulos allí quieran crecer profesionalmente y buscar nuevos desafíos, pero es innegable que Red Bull sigue perdiendo sangre. #f1 pic.twitter.com/0x0PyDMs4h

— Diego Mejia (@diegofmejia) September 24, 2024

Un equipo hecho a medida

Christian Horner sabe perfectamente que la traca final del desmoronamiento actual de Red Bull es la marcha de Max Verstappen. A priori, esto por contrato no es posible hasta 2026, pero no sería descartable incluso que se hiciera efectivo a finales de este mismo año. SuperMax dando un portazo una vez asegurado su cuarto título mundial, es algo que no sorprendería lo más mínimo. El carácter del propio piloto, invita a pensar en ello, pero también la profunda antipatía existente entre Horner y Verstappen padre.

Horner es inteligente y aunque también va sobrado de ego, sabe que Max es un bastión fundamental de su equipo. Hará todo lo posible por retener a futuro al fenómeno neerlandés, pero en caso de no ser posible que nadie dude que tiene un Plan B. Sin Newey, sin Verstappen y sin gran parte de personal relevante que se está marchando a otros equipos, va a ser una tarea titánica mantener a Red Bull en la cumbre. Pero cuidado, hará mal la gente en enterrar al imperio Red Bull antes de tiempo. Horner tiene el apoyo y el dinero de la familia propietaria de la compañía y es obvio que es muy bueno en su trabajo.

La marcha de personal en las organizaciones, a corto plazo, es un incordio, pero a menudo tiene el efecto positivo de mover el escalafón y promocionar a gente que llevaba muchos años ya a la sombra de gente intocable. Es un proceso del que no se libra ninguna organización y de forma especial, aquellas que durante un largo período de tiempo han sido muy exitosas. El nuevo equipo Red Bull nacerá en 2026, renovado y motivado. Solo el tiempo dirá si capaz de igualar su ilustre trayectoria reciente.

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