El avión supersónico X-59 arranca motores por primera vez antes de su vuelo de prueba

Queda muy poco para que el primer avión supersónico silencioso de la historia revolucione la aeronáutica e inicie una nueva era de la aviación comercial. El X-59 Quesst acaba de arrancar su motor por primera vez y funciona perfectamente, ha anunciado la NASA. Ahora habrá un par de pruebas más antes de despegar para demostrar que, efectivamente, su extraña forma afilada puede eliminar la onda de choque provocada por el aire al superar la velocidad del sonido, haciendo que pase de parecer una enorme explosión en el aire a un pequeño golpe sordo, inocuo para el oído humano y los edificios.

El X-59 es un proyecto de la NASA en colaboración con Lockheed Martin Skunk Works, los diseñadores de aviones como el SR-71 Blackbird y otras aeronaves de vanguardia en la aeronáutica estadounidenese durante décadas. El objetivo de resolver el problema del estampido sónico eliminaría la prohibición de vuelos supersónicos comerciales sobre zonas habitadas que está vigente desde hace décadas. “El X-59 generará un golpe sordo en lugar de un estampido, lo cual nos permitirá volar sobre tierra sin los inconvenientes del Concorde”, me explica el director del programa X-59 en Lockheed Martin, Dave Richardson, en juna entrevista telefonica.

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El avión, que lleva el nombre oficial de X-59 Quesst, ha tardado cuatro años en construirse en las instalaciones de Lockheed Martin Skunk Works, en Palmdale, California. Este centro es conocido por haber sido la cuna de proyectos aeronáuticos avanzados y secretos, como el U-2 y el SR-71 Blackbird. Una de las claves de su diseño más allá de su forma, es que reutiliza muchas piezas de otros aviones. Es el caso del motor, un General Electric F414-GE-100, el mismo que impulsa al F-18 Super Hornet de la Marina estadounidense. Este turbofan, modificado para el X-59, proporciona 22.000 libras de empuje, permitiendo que el avión alcance una velocidad de crucero de Mach 1.4 (aproximadamente 1.500 km/h) a una altitud de 17.000 metros.

Vuelo a principios de 2025

“La primera fase de las pruebas de motor fue realmente un calentamiento para asegurarnos de que todo estaba bien antes de poner el motor en marcha”, explica Jay Brandon, ingeniero jefe del X-59 en la NASA. En esta primera etapa, el equipo realizó pruebas del motor a baja potencia, verificando posibles fugas y asegurándose de que todos los sistemas del avión —hidráulico, eléctrico y de control medioambiental— funcionaban sin problemas. “Luego pasamos al primer encendido real del motor, sacándolo del modo de preservación en el que había estado desde su instalación en el avión”, agrega Brandon.

El piloto de pruebas de Lockheed Martin, Dan Canin, antes del primer test de motor en la base de Skunk Works en Palmdale, California. (NASA/Carla Thomas)

La posición del motor del X-59 no es la habitual: está en la parte superior del fuselaje, lo cual contribuye a minimizar el ruido que llega al suelo. Como explica Richardson, el truco silencioso no se basa en materiales exóticos ni en tecnologías revolucionarias, sino en la forma del avión. “Realmente, es sólo la forma del avión lo que permite que el estampido sónico sea tan bajo. No hay ninguna tecnología radical en el avión en sí”, dice.

El X-59 incorpora además una cabina sin parabrisas, sustituida por un sistema de visión externa. El piloto navega utilizando una cámara que proyecta la vista exterior en una pantalla dentro de la cabina, lo cual permite al avión mantener su diseño aerodinámico, sin interrupciones que generen ondas de choque adicionales. Este sistema —que también puede revolucionar el diseño de aviones comerciales convencionales— fue certificado por la Administración Federal de Aviación (FAA) para su uso en el espacio aéreo de Estados Unidos. “Como no hay parabrisas, el piloto mira con una cámara en una pantalla. Esa es realmente la única tecnología nueva que hay en el avión”, dice Richardson.

El X-59 en la base de Skunk Works en Palmdale, California. (NASA/Carla Thomas)

El diseño del X-59 ha sido posible gracias a la combinación de supercomputación y herramientas de modelado desarrolladas por Lockheed Martin. Los modelos digitales permitieron a los ingenieros predecir cómo se propagarían las ondas de choque desde el avión hasta el suelo, algo que en el pasado habría requerido incontables pruebas en túneles de viento, con un coste prohibitivo para el proyecto. Según Richardson, podrían "haber diseñado este tipo de avión hace años, pero habríamos tenido que iterar cientos o miles de veces en un túnel de viento, con un gasto enorme y muchos años más en comparación con hacerlo en el ordenador hoy en día”.

Con la fase de pruebas de motor completada, el X-59 está a un paso de revolucionar la aviación comercial, reduciendo drásticamente los tiempos de viaje a nivel global. Ahora, el equipo de la NASA y Lockheed Martin se concentra en estos últimos pasos que les acerque al primer vuelo de esta aeronave experimental. Como dice Dees, “El éxito de estas pruebas es sólo el primer compás de una sinfonía; aún quedan muchas notas por tocar hasta el vuelo”.

El X-59 durante el test de motor. (NASA/Carla Thomas)

El test

Las pruebas del motor forman parte de una serie de pruebas integradas en tierra necesarias para garantizar la seguridad del vuelo y el éxito de los objetivos de la misión. Después, el equipo del X-59 pasará a las denominadas pruebas de “pájaro de metal”, en las que se alimentará al avión con datos en condiciones normales y de fallo, con el objetivo de validar el comportamiento de los sistemas en diversas situaciones. Luego vendrá una serie de pruebas de rodaje en pista, donde el avión se moverá para verificar cómo va el tren de aterrizaje antes del vuelo inaugural. “La fecha exacta del primer vuelo dependerá del éxito de cada una de estas pruebas, pero esperamos que sea a principios de 2025”, señala Paul Dees, líder adjunto de propulsión del X-59 en la NASA.

El X-59 es el elemento central de la misión Quesst de la NASA, cuyo objetivo es recopilar datos sobre las reacciones humanas al ruido generado durante el vuelo supersónico. Para ello, una vez superadas las pruebas iniciales, el avión sobrevolará varias comunidades estadounidenses, mientras se registran las respuestas de los habitantes. La información recabada será crucial para proporcionar datos sólidos a los organismos reguladores nacionales e internacionales para facilitar la derogación de las actuales prohibiciones sobre vuelos supersónicos comerciales sobre tierra. “Es un pequeño paso que podría llevarnos a una gran transformación del transporte aéreo”, remacha Richardson.

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