Las mafias de la okupación se han cobrado una nueva víctima; en este caso, en el edificio usurpado de la calle de Lola Flores, en el distrito de San Blas-Canillejas, cerca del aeropuerto. Se trata de una antigua urbanización de lujo, levantada a un costado de la A-2, con cientos de pisos loft, piscina, garaje, cafetería y pista de tenis. En febrero, saltó la primera noticia en torno a esta promoción: allí fue detenido Ramón Santiago Jiménez, alias 'Ramón' , uno de los cuatro violadores y asesinos de la joven getafense Sandra Palo. Le acusaban del secuestro y tortura, junto a otros delincuentes, de unos miembros de un clan español con el que querían ajustar cuentas. Ahora, la noticia es otra. Este martes, a las 16.30 horas, agentes de la Policía Municipal irrumpían en el edificio y detenían a seis jóvenes (uno de ellos menor de edad) que podrían pertenecer a bandas latinas; aunque la motivación de estos arrestos tenía que ver con otros asuntos. Según fuentes del caso, el capo que controla a los okupas del inmueble les habría pedido que dieran un escarmiento a uno de ellos. Es un salvadoreño de 25 años que no habría cedido a la extorsión de pagarle a cambio de habitar en el lugar. Hay un policía herido. Los arrestados son un dominicano de 23 años; un rumano de 20; un colombiano de 20; dos españoles vecinos de Madrid, de 21 y 19, y un torrejonero, también de nuestro país, de 17 años. Según afirmó uno de ellos al ser engrilletado, habían ido al edificio okupa «para fumar unos porros». Lógicamente, era una mentira. Cuando llegaron los municipales de la Comisaría Integral del Distrito de San Blas-Canillejas, los agresores empezaron a correr. Unos huían a pie y otros en un vehículo. Los testigos los vieron agredir al salvadoreño, dándole una paliza. Los agentes localizaron un bolomachete típico de las bandas latinas, de 59 centímetros de longitud, en las inmediaciones. También dos pasamontañas. Según relataron luego, «el tipo era nuevo en la casa okupa y lo querían echar». Su versión fue algo distinta: «Quería cambiarme de vivienda en el edificio y cuando pasaba por las zonas comunes un grupo de diez personas se me ha abalanzado encima». Y fue cuando explicó la existencia de un capo, como reveló ABC en un reportaje del pasado mes de febrero, que realquilaba los pisos a otros okupas y vivir allí. Le golpearon en la cabeza con un objeto romo, no se sabe si con el mango del machete, y le causaron una herida abierta en el cráneo, por la que el Samur-Protección Civil le trasladó al hospital Ramón y Cajal, sin que revista gravedad. Esa misma comunidad aguanta sin luz desde hace ya unos dos años. Los afectados denunciaron entonces que detrás de sus casas estaba Rafael Gómez Arribas, el dueño del aeropuerto de Ciudad Real y un fijo en la lista de grandes morosos de Hacienda durante los últimos años. Tres meses después del apagón, llegaron las pancartas de protesta, las promesas incumplidas de la propiedad y hasta un correo masivo en el que se comunicaba a los inquilinos que de un día para otro debían abandonar sus casas. Los habitantes tuvieron que recurrir a velas y linternas, y después costearse sus generadores particulares. En este contexto, muchos se acabaron marchando, algunos se quedaron y otros, tal como pudo conocer este diario, entraron a vivir por motivos dispares. «Mi jefe me pidió que viniera a vivir a su piso para que no se lo okupen», explicaba un vecino, testigo de la grave situación extendida desde hace un año. Hasta este edificio empezaron a llegar también decenas de okupas, que poco a poco fueron colonizando la finca. Actualmente, la alarmante situación es tal, que el bloque de los inquilinos 'legales' mantiene prohibida la entrada al resto por su patio, además la ruina se extiende por todo el perímetro, con paredes y falsos techos desprendidos, muebles y elementos de hogar reventados y las paredes se manchan de murales y pintadas tras el paso de los grafiteros.
abc.es