El cosmonauta ruso Oleg Kononenko bate el récord de permanencia en el espacio: 1.111 días

Dos cosmonautas rusos y una astronauta de la NASA han aterrizado este lunes en Kazajistán tras una misión que ha batido varios récord a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). La cápusla de la nave Soyuz MS-25 con el cosmonauta ruso Oleg Kononenko, su compañero Nikolai Chub y la astronauta estadounidense Tracy Dyson se posó a las 16.59 hora local (13.59 hora en España) en las estepas del inmenso país de Asia central. Los cosmonautas Kononenko y Chub pasaron 347 días en el espacio, la que es, hasta ahora, la misión más larga a bordo de la ISS (Dyson despegó después que ellos, a finales de marzo de 2024). Sin embargo, el récord absoluto de la estancia más larga en el espacio lo sigue ostentando el ruso Valeri Poliakov, que estuvo 438 días a bordo de la antigua estación espacial rusa MIR entre 1994 y 1995. Pero, sin duda, el récord más llamativo es el de Kononenko, de 60 años, quien junto a los compañeros que han vuelto a la Tierra convivió con los astronautas atrapados en la ISS por culpa de los fallos de la nave de Boeing, la Starliner. El cosmonauta acaba de volver de su quinto viaje al espacio, en los que ha acumulado el mayor tiempo que una persona ha estado en órbita: 1.111 días. A pesar de que la Agencia Espacial Europea (ESA) puso fin a la colaboración con Roscosmos, su homónima rusa, debido a la guerra con Ucrania, la NASA ha seguido colaborando con la institución, tanto en la ISS (a pesar de las amenazas de Dimitri Rogozin , anterior responsable de Roscosmos, quien aseguraba que dejarían «caer» la ISS) como en el transporte hacia las instalaciones. De hecho, se ha intensificado: los astronautas estadounidenses viajan en las Soyuz rusas y los cosmonautas en las Crew Dragon de SpaceX como intercambio. Sin embargo, el sector espacial ruso arrastra años de infrafinanciación, escándalos de corrupción y varios fracasos, como la pérdida de la sonda lunar Luna-25 en agosto de 2023, su intento por volver a poner un satélite en nuestra vecina. Unos problemas que, no obstante, no han socavado las ambiciones de Rusia, que quiere construir su propia estación orbital de cara al fin de la ISS y no ceja en su empeño de volver a enviar misiones a la Luna.

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