Corría el año 1755 cuando un terrible terremoto devastó Lisboa. Cerca de 30.000 personas murieron en la tragedia . No faltaron quienes vieron un castigo divino a los pecados de sus habitantes. Toda Europa quedó conmovida por la magnitud del desastre. Mientras Kant se esforzaba en buscar las causas naturales que provocaron la destrucción de Lisboa, Voltaire se planteó cómo era posible que un Dios benefactor hubiera permitido tal mortandad. ¿No podría el Ser Supremo haber evitado este desastre? Esa es la pregunta que dejo en el aire Voltaire. Casi tres siglos después, las riadas de Valencia y sus terribles secuelas vuelven a suscitar una serie de cuestiones sin respuesta sobre el sentido de la vida, la fragilidad humana y... Ver Más
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