'El Pingüino': Inténtalo con palabras; luego a tiros

Como el personaje no era ni gay ni trans ni apache, sino gordo, han escogido a un actor que no es gordo para interpretarlo. Collin Farrell, por tanto, tiene que hacer de gordo. Ya no se puede hacer de gay o de indio americano, sino que tienes que serlo para que el arte de la interpretación no perturbe la realidad. Se puede actuar de más, y un apache actuado indistinguible de un apache auténtico no gusta, porque quita trabajo a un actor peor, pero más sentido. ¿Ustedes lo entienden? El caso es que los actores gordos, perfilados de casa para el papel de Pingüino, han sido descartados en favor de Collin Farrell, que ha engordado de mentira gracias a tres horas diarias de maquillaje.

El resultado es creíble, muy beneficioso para el actor, que desaparece en silicona y crea una especie de Tony Soprano de Michelín. De cuando el muñeco de Michelín era gordo.

El universo Batman no tiene fin, porque, si no repiten la película, cogen a un personaje secundario y le hacen una serie. El Pingüino (Danny De Vito con Tim Burton en 1992) no parecía el más atractivo de los secundarios a ensalzar, pero quitándole la condición circense y aupándole a una virilidad muy baqueteada de cicatrices y corbatas, la cosa cobra todo su sentido. Aquí quieren hacer la gran serie de la mafia cuando la gran serie de la mafia ya la dábamos por hecha, y varias veces.

HBO ha dosificado tanto su nuevo show que sólo pueden ver ustedes el primer episodio, que alcanzará los diez días de orfandad en la plataforma hasta que el lunes que viene se emita el segundo capítulo. Esto no sé si es bueno o malo, pero desde luego el piloto de El Pingüino es una maravilla a todos los efectos.

Estamos en Gotham, ciudad de pecado y de gente tan desesperada que llegará a tomarse en serio a un tipo que se disfraza de murciélago

Estamos en Gotham (esta vez, Nueva York, aunque Chicago siempre me ha parecido el Gotham ideal), ciudad de pecado y de gente tan desesperada que llegará a tomarse en serio a un tipo que se disfraza de murciélago. Batman, de momento, no asoma. Acaba de morir un capo de la mafia y su hijo ha heredado el emporio del mal. Es un imbécil. La primera escena nos muestra al Pingüino contando historias tiernas de gángsters respetados. El imbécil se ríe de él, y Pingüino le dispara a bocajarro.

Es un gran comienzo, parecido al cabreo letal de Robert de Niro en Jackie Brown (1997), cuando se cargaba a la pobre Bridget Fonda por motivos similares: porque a veces uno se cansa.

Este traspiés temperamental dinamiza todo el episodio, pues Pingüino tiene que ocultar su delito y mover cielo y tierra para salir airoso del desastre.

Poco a poco, a pesar de los tiros, vemos que la virtud de nuestro hombre es la palabra, incluso la última palabra. Cuando todo está perdido, se le ocurre una frase, una sugerencia, un matiz en la discusión, y acaba librándose de la fatalidad planteando escenarios exclusivamente verbales, que su rival asume como factibles. Aquí resuena vagamente el Yojimbo (1962), de Akira Kurosawa, por cómo el discurso es el pasadizo habilitado entre distintas bandas enemigas.

Fotograma de 'Yojimbo' de Akira Kurosawa.

No en vano, dirige el piloto Craig Zobel, autor de la película de culto Compliance (2012), donde todo el poder lo tiene un señor que habla por teléfono con los trabajadores de un restaurante, a los que manipula extraordinariamente, sólo hablando. Es una película fascinante. Zobel se hizo más conocido con La caza (2020), donde los haters de internet creaban su propio infierno a base de rumores infundados y presuposiciones exageradas.

El Pingüino presenta a unos personajes femeninos muy potentes. Destaca Cristin Milioti como Sofia Falcone, que está totalmente loca. No sé si a Cristin le pidieron estar loca para hacer de loca, pero lo clava. Deirdre O´Conell interpreta a la madre del Pingüino, en una escena muy parecida a la de Tony Soprano visitando a su propia madre. Parece que las madres de los mafiosos están todas metidas en casa esperando a que sus hijos les regalen cosas, antes de dejar claro quién manda en la familia. Ellas.

'El Pingüino' es una serie de mafiosos con clase, porque, si los mafiosos no tienen clase, entonces todo lo que hacen es charcutería

El guión de este episodio es magistral, literalmente. Ahora que tanta gente gusta de guiones deshilachados y difusos, resulta gratificante encontrarse con la relojería clásica de Hollywood. Todo encaja, todo aporta, nada es superfluo. Cada pequeño objeto que aparece tendrá su momento funcional, cada frase se dice por un motivo. Si vemos a Rita Hayworth cantar Put the blame on Mame en la televisión, es por algo. El guión lo ha escrito Lauren LeFranc, que viene de escribir series que nadie ha visto.

El Pingüino es una serie de mafiosos con clase, porque, si los mafiosos no tienen clase, entonces todo lo que hacen es charcutería. Una serie de mafiosos sin clase es una serie sobre carniceros. Nadie quiere ver una serie sobre carniceros.

“Eres un experto en librarte de las cosas con palabras”, le dice alguien al Pingüino. Creemos que los gángsters lo resuelven todo a tiros, pero si así fuera ya no quedarían gángsters. Los mafiosos lo resuelven todo como los políticos: primero con palabras, y luego ya cargándose a la gente.

elconfidencial.com

Leer artículo completo sobre: elconfidencial.com

Noticias no leídas