Como si de un quijote moderno se tratara, otro manchego, pertrechado de conocimientos y experiencia, ha llegado a una tierra lejana e ignota para él, con el objetivo de plantar cara a unos gigantes, pero no unos cualquiera, sino unos muy poderosos. Sin tener un solo ojo, como los cíclopes de la mitología clásica, ni aspas en lugar de brazos, estos mastodontes cuentan con otra arma aún más potente: la nueva tecnología informática. Algunos de sus nombres son Google, Amazon, Meta o Tesla, entre otros, y cada vez tienen más poder, no sólo en la economía, sino también en la política si se tiene en cuenta el triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos . Alonso Marco Valle, natural de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) y que cursó sus estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad de Castilla-La Mancha, es nuestro quijote -con el que incluso comparte el nombre- que lleva desde hace poco tiempo embarcado en su apasionante aventura americana. Llegó a Estados Unidos con una estancia de cuatro meses en Facebook, en California, para después hacer un postdoctorado en la Universidad de Berkeley, en San Francisco, gracias a una beca de la Fundación Rafael del Pino, especializándose en robótica humanoide. Ahora, este ingeniero JASP (Joven, aunque sobradamente preparado) trabaja desde enero de 2024 en una de las empresas más importantes de ese sector en Silicon Valley, como es Figure AI . Allí ha desarrollado algoritmos que han automatizado procesos en la producción de robots con tecnología ChatGPT integrada, reduciendo tiempos de varias horas a sólo unos minutos, lo que le ha llevado a hacerse un hueco en esta compañía que tiene entre sus clientes a otro gigante: la fabricante de coches alemana BMW, para que sus máquinas hagan tareas engorrosas para el ser humano. «En solo dos años y medio, nuestros robots humanoides han roto algunas de las barreras existentes en autonomía y manipulación. Por ejemplo, hemos logrado que caminen de manera independiente y que manipulen objetos que nunca antes habían visto, basándose en demostraciones humanas. Lideramos en cuanto a autonomía y manipulación gracias al uso de Modelos de Lenguaje Grandes (LLMs) y Modelos de Visión y Lenguaje (VLMs) . Además, pueden mantener una conversación con cualquier persona y realizar tareas específicas, como organizar objetos en un armario, moverse de forma autónoma por la oficina, saludar a visitantes que llegan y traerles un snack de la cocina», cuenta con orgullo Alonso. Sin embargo, llegar hasta allí no ha sido fácil. «Trabajar en robótica es intenso, pero muy reconfortante. El cambio en mi vida ha sido drástico e inesperado y, a la vez, muy positivo», según reconoce a ABC. «Vengo de un pueblo de unos 5.000 habitantes -de cuyo nombre nombre no quiero acordarme- y tanto allí como en Ciudad Real, donde estudié, la vida era más lenta, distendida y amena que en San Francisco, una gran ciudad donde todo son carreras, pero a la vez es mucho más emocionante y divertido», relata. «Para la mayoría de los manchegos que estudiaban conmigo, Estados Unidos se veía como un destino impensable, prácticamente inalcanzable, reservado para estudiantes de familias adineradas y con buen nivel de inglés. Silicon Valley salía poco en los temas de conversación», recuerda Alonso, que tras cuatro años en el campus universitario de la UCLM en Ciudad Real, se marchó con una beca Erasmus a Alemania para cursar asignaturas de máster en la Universidad Técnica de Darmstadt , donde tuvo su primer acercamiento a la robótica. Después de otros periodos de formación entre Barcelona y Alemania de nuevo, llegó al olimpo de las nuevas tecnologías informáticas. «A veces siento que mi vida ha sido como varias vidas concatenadas en un pequeño espacio de tiempo», afirma este ingeniero, que señala que se le han abierto puertas que jamás esperaba que se le abrieran. Su secreto, según indica, no ha sido otro más que el «trabajo duro» o como él mismo destaca, citando al catedrático de la Universidad de Stanford, Andrew Huberman : «La clave para el éxito no es centrarte en alcanzar tus objetivos, sino centrarte en disfrutar del camino hacia ellos». El día de Alonso comienza pronto, con un café bien cargado para afrontar su jornada, una aplicación de notas en el portátil y con vistas a la ciudad desde su apartamento en East Cut, cerca de los muelles y del Bay Bridge que conecta San Francisco con Oakland y Berkeley . Esa calma del hogar cambia en cuanto pone un pie en la calle para dirigirse a su puesto de trabajo en Figure AI. «Silicon Valley -subraya- te enseña a trabajar más rápido, más intensamente y más eficazmente». Por las tardes le queda tiempo para ir al gimnasio y, normalmente, para quedar con alguien a cenar o tomar algo antes del descanso del guerrero para la siguiente batalla diaria. Todavía le queda tiempo para el ocio, ya que este joven ciudadrealeño es aficionado a la salsa, no la de comer, sino la de bailar y tocar con su banda, algo que hace a menudo y durante los fines de semana. Así es cómo transcurre su vida en Estados Unidos, donde se ha dado cuenta de las diferencias de ese país, no sólo a nivel cultural, social y político, sino sobre todo a nivel económico porque, tal y como asegura, «la aventura americana solamente tiene sentido con un buen salario y una buena cobertura médica subsidiada por tu empresa». En concreto, en San Francisco y sus alrededores, dice que el nivel de vida es dos o tres veces más caro que en España y no es difícil ver a muchos vagabundos por las calles. «Aquí necesitas, como mínimo, 5.000 euros al mes para vivir sin muchos aprietos y un buen seguro médico privado puede llegar a costar más de 700 euros al mes. Sin estas condiciones, Europa es un lugar mucho mejor para vivir», afirma. Aun así, resalta otros valores positivos de Estados Unidos, como su diversidad étnica y cultural. «Es un país de inmigrantes, sin lengua oficial, donde convergen ideas y mentalidades de todas partes del mundo, lo cual hace la vida más interesante en muchos aspectos. Sin embargo, ahora que Donald Trump acaba de ganar las elecciones, los que inmigramos tenemos que estar pendientes de posibles cambios legislativos que nos afecten. No estoy preocupado por mi visado, pero hay que andar con ojo», concluye Alonso, que espera permanecer mucho tiempo allí para seguir sintiéndose realizado con su trabajo, pero siempre le quedará su tierra manchega: «Estados Unidos gana en cuanto oportunidades y posibilidades de crecimiento, pero en aceite de oliva, queso, vino y guitarreo siempre saldremos ganando nosotros».
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