Vuelta a las andadas del Real Madrid, de nuevo fue incapaz de ganar un partido de Euroliga a domicilio. Igual que en el fútbol, el Milán les pasó por encima en el Unipol Forum y los blancos suman tres derrotas consecutivas, un lastre que empieza a ser demasiado pesado. Dimitrijevic marcó la diferencia para los italianos, mientras que en el equipo de Chus Mateo se echó en falta que alguien asumiera la jerarquía. Todo, bajo la atenta mirada de Sergio Rodríguez, exjugador de ambos equipos y nuevo inquilino del Salón de la Fama del equipo local. No está siendo una buena Euroliga para el Milán, instalado en la parte baja de la clasificación con solo dos victorias. Si sobrevive es, sobre todo, gracias a su acierto exterior y al sostén que significa siempre tener a alguien como Nikola Mirotic como estrella. Pero ante el Real Madrid fueron los bajitos del equipo italiano quienes tomaron la iniciativa, en especial un inspirado Neno Dimitrijevic. Junto al macedonio también se dedicaron a acribillar a los blancos Bolmaro, Brooks y Causeur. El francés, madridista hasta el año pasado, aplicando la ley de los ex, como no podía ser de otra manera. El Madrid no hacía mucho para contrarrestar. Lo intentó con Hezonja, el madero al que suele agarrarse en los últimos tiempos, pero el serbio no parecía tener su día. El Milán superó los diez puntos de diferencia por primera vez al inicio del segundo cuarto, y la llevó hasta los 15 puntos gracias a Dimitrijevic. Ibaka, el más destacado del Madrid, y Rathan-Mayes, que regresaban tras engrosar hasta el pasado lunes la enorme lista de bajas del Madrid, fueron los encargados de detener la sangría y de volver a meter a los de Chus Mateo en el partido. Ellos, y un Gabriel Deck que se multiplicó para frenar en ataque a Mirotic. Suficiente para llegar al descanso a solo siete de distancia (47-40). Ni tan mal. El Milán aprovechó el descanso para rendir homenaje al Chacho, que jugó tres temporadas en el conjunto italiano, compareció elegante y muy agradecido junto a su familia. No podía haber un duelo mejor para que el tinerfeño entrase en el Salón de la Fama del equipo italiano. Su reconocimiento dio paso a una segunda mitad mucho más agitada. También con muchos más errores. El ataque blanco era un desbarajuste, sin nadie capaz de asumir el mando de operaciones. También flojeó el Milán, pero al menos ellos tenían a Dimitrijevic, el único de su equipo capaz de anotar en jugada. La renta se mantenía en -7 para el Madrid en el inicio del cuarto decisivo, en el que la empanada blanca no hizo sino aumentar. Para colmo apareció Leday que encadenó tres triples y endosó un parcial que pesó como una losa. A falta de cinco minutos los de Mateo llegaron a estar 22 abajo, y solo el orgullo les permitió seguir adelante y maquillar en parte un resultado muy deshonroso. Los blancos no terminan de arrancar.
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