El último vals

El primer día que tuve que limpiarle el culo a mi padre, me mentí diciéndome que era igual que cuando se lo limpiaba a mi hijo. Pero no. No es lo mismo. Este podría ser el retazo de una conversación repetida en miles de hogares, de grupos de amigos o de colegas. Y además es una verdad como un templo. Porque cambiarle los pañales a un bebé supone la ceremonia gozosa de cuidar de alguien con todo el futuro por escribir; incluso se puede obviar el olor a mierda. Pero tener que ponerle el pañal a una persona mayor es adecentarle para la prórroga; eso que en baloncesto llaman los minutos basura. Y, claro, tampoco las conversaciones desprenden el mismo aire. Porque no es igual compartir alborozados la última monería -o la última trastada- del más pequeño de la casa, que pasar lista a los achaques de alguien que ya enfila la puerta de salida. Pedro Simón, que hace honor a la definición de periodista como contador de historias, acaba de publicar 'Los siguientes', la última pata de una trilogía de novelas dedicada a la familia.

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