La resiliencia empresarial tiene rostros y nombres: Cascajares, Global Exchange y Zibá. Tres compañías que, frente a los desafíos, han sabido abrir camino en sus sectores y reinventarse cuando ha sido necesario. Desde la reconstrucción tras un incendio devastador, pasando por la expansión tecnológica, hasta la creación de espacios innovadores para eventos, estas compañías reflejan el espíritu de superación que define a los emprendedores de todo el país. Las tres cuentan con un denominador común: gracias a la Sociedad de Garantía Iberaval han superado el reto de encontrar apoyo financiero para superar momentos críticos y seguir impulsando el desarrollo económico de sus territorios. El caso de Cascajares constituye, sin duda, un emblema de esperanza y superación. El 26 de enero de 2023, un incendio devastador consumió su planta de producción en Dueñas, Palencia. Alfonso Jiménez Rodríguez-Vila, su propietario, recuerda aquel momento como una «gran cura de humildad», una situación en la que de la noche a la mañana perdieron todo lo que habían construido en tres décadas. «Allí sólo quedó el cartel», relata, «y reconstruirlo ha sido una tarea titánica». Si bien, recuerda que no hubo pérdidas humanas, lo cual fue un alivio entre tanto dolor y permitió a la empresa salir adelante gracias al respaldo de instituciones como la Junta de Castilla y León e Iberaval , fundamental en el momento más complejo para garantizar la viabilidad de un proyecto que necesitaba respaldo económico para renacer. En apenas ocho meses, lograron levantar una nueva planta con 80 trabajadores. Cascajares simboliza la capacidad de reconstrucción en medio de las adversidades, un mensaje que Jiménez extiende a todas aquellas empresas afectadas por los efectos de la DANA en Valencia, donde además algunos de sus distribuidores se han visto afectados: «Les animo a que tengan esperanza. Se puede volver a levantar e incluso salir más fuerte de estas desgracias», apunta. Las similitudes entre ambos casos resultan evidentes. Como señala Jiménez, esas 60.000 empresas que han visto sus infraestructuras destruidas y su actividad paralizada pueden hallar en la adversidad una oportunidad de transformación y adaptación. Fundada en 1996 en la fronteriza localidad de Fuentes de Oñoro, Global Exchange ha recorrido un largo camino hasta convertirse en uno de los mayores operadores de cambio de moneda en el mundo, con presencia en 25 países y 420 oficinas. La compañía, que atiende a más de 12 millones de clientes y emplea a 2.500 personas, se encuentra en plena expansión, con planes para incrementar su alcance. Isidoro J. Alanís, presidente y CEO de Global Exchange, enfatiza la importancia de contar con aliados estratégicos en su proceso de crecimiento. Cita a Iberaval como «clave», especialmente en los comienzos de la empresa, facilitando el acceso a crédito en momentos donde el capital inicial era crucial para sus operaciones. Alanís resalta la relevancia de esta sociedad de garantía en la transformación y expansión de compañías como la suya, particularmente en un contexto de creciente digitalización e innovación. «Resulta fundamental que existan entidades como Iberaval», subraya el directivo, «que aportan el respaldo necesario en los procesos de expansión o transformación tecnológica». La empresa ha consolidado su compromiso con la innovación mediante su nueva sede, Global Exchange Tecnologías Digitales (GETD), en la que ha invertido más de tres millones. Este centro, ubicado en Salamanca, se ha convertido en un referente de vanguardia tecnológica, con capacidades avanzadas de IA y ciberseguridad. Alanís destaca que la continuidad de su expansión requiere de tecnología, pero también de un respaldo financiero que esté a la altura, y sugiere la apertura de nuevas líneas de avales para respaldar a grandes empresas en sus proyectos internacionales. El proyecto Zibá, liderado por Rocío Ruiz Aragoneses en Segovia, constituye otro ejemplo de cómo la apuesta por la innovación en la hostelería puede posicionar a una ciudad como un destino de referencia. Este espacio para eventos, que forma parte del grupo en el que también se sitúa el emblemático restaurante José María, se proyecta como un atractivo para las empresas que buscan alternativas cercanas a Madrid para sus encuentros y convenciones. Ubicado a solo 25 minutos en AVE de la capital y a cinco en coche desde la estación de Segovia, Zibá ha logrado captar una creciente clientela, con citas empresariales, bodas y galas programadas hasta 2025. La creación de este complejo, sin embargo, no estuvo exenta de desafíos. La pandemia supuso una gran dificultad para Gastronomía José María, la empresa matriz, que hasta ese momento no había necesitado endeudarse. En más de tres décadas de actividad. Según Ruiz Aragoneses, Iberaval proporcionó una financiación ágil y personalizada, lo que permitió mantener el proyecto en pie en ese nefasto período. Además de la cercanía de Segovia con Madrid, Zibá ofrece una infraestructura de primer nivel que ha respondido con flexibilidad a las necesidades de sus clientes. Son ejemplos del poder de la resiliencia empresarial, pero también de la importancia de contar con el respaldo adecuado para superar retos inesperados. Iberaval , que ya sostiene con su riesgo vivo 228.000 puestos de trabajo, se ha erigido en ese conector clave en la continuidad de estos negocios, lo que a la postre ha incidido en el desarrollo de los territorios. Como expresa Jiménez de Cascajares, la labor de esta sociedad de garantía permite a los empresarios enfocarse en lo esencial: crear empleo y generar riqueza,
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