Enrique Ponce, tras su última puerta grande en Madrid: «

«Había momentos que no me llevaba nada a hombros. Iba como flotando». Así describía Enrique Ponce la multitudinaria salida en hombros que acababa de vivir. Su quinta puerta grande. La última. El reconocimiento a toda una carrera. Todo el mundo quería darle la mano, y se agolpaban los aficionados en la puerta de la furgoneta al grito de «¡Torero, torero!». Al cerrar la puerta de la furgoneta, las caras de felicidad no caben en el cuerpo de los presentes. Se dirige el maestro a su hija Bianca, que le abraza con orgullo. Todos los miembros de la cuadrilla se felicitan tras un «¡Enhorabuena, señores!», expresado por Ponce. Se hace un momento de silencio, necesario frente al griterío de fuera y... Ver Más

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