De los 1.944.800 hogares monoparentales que hay en nuestro país, el 81,4% están encabezados por una mujer. Este tipo de clanes, además, presenta un mayor riesgo de pobreza o exclusión social en España porque ven severamente limitada su capacidad para cubrir sus necesidades básicas. En este sentido , el 80% de las féminas al frente de una familia monoparental, y en situación de desempleo, se identifica con una situación de pobreza o exclusión que combate diariamente. Estas son los principales resultados del 12º informe 'Monoparentalidad y empleo' de Fundación Adecco , elaborado a través de su Observatorio de la Vulnerabilidad y el Empleo, que basa sus conclusiones en una encuesta a 340 mujeres con responsabilidades familiares no compartidas en situación de desempleo. Las mujeres viven bajo una gran presión económica, con grandes dificultades para mantener a su familia (98%), redes de apoyo muy limitadas y sensación de aislamiento (95%), así como una merma importante de su autoestima y salud mental (93%). «Tengo una hija de 13 años y otro de 19. Llevo dos años sin empleo y tengo ya 55 años», explica a ABC Rebeca Patricia Hernández . «He tenido varios trabajos pero mi edad es ya todo un hándicap», reconoce. Esta ecuatoriana, que lleva ya 28 años en España, está sola, no tiene familia que le pueda ayudar. Ella y sus dos hijos viven del Ingreso Mínimo Vital (IMV) mientras se forma, gracias a la Fundación Adecco , en un itinerario de carnicería, cuyas prácticas comenzará en noviembre «Este resultado pone en evidencia una realidad preocupante, que refleja cómo el desempleo en las familias monoparentales coloca a las mujeres en una situación de vulnerabilidad extrema», explica Begoña Bravo , directora de Inclusión de Fundación Adecco. «La pobreza en este contexto no solo es material, sino que está profundamente conectada con una exclusión social que se manifiesta en la dificultad para acceder a servicios esenciales como salud, educación o vivienda, además de la marginación en espacios sociales y laborales -prosigue-. Esta privación de bienes y servicios merma su salud emocional y perpetúa la espiral de pobreza entre estas familias». En este sentido, el 93,8% de las mujeres encuestadas manifiesta algún grado de dificultad para llegar a fin de mes . En concreto, un 47% termina la mensualidad con mucha dificultad; un 31% lo hace con dificultad y un 15,6% con cierto aprieto. Los gastos básicos más costosos son, según las encuestadas, la vivienda (87,5%); la educación de sus hijos (53,1%); la alimentación (50,6%); los suministros (46,9%); la ropa (40%) o el ocio (31,3%). «Las familias monoparentales pasamos por momentos muy complicados», subraya Delmys Pineda , de 36 años, madre de dos menores de 10 años y 3 años. A diferencia de Patricia, esta joven ya ha terminado su formación gracias a la Fundación Adecco y hoy trabaja en ayuda a domicilio. «Son sólo seis horas y también estoy haciendo una suplencia por las tardes que en cualquier momento se me acaba», comenta. Tal como refleja el siguiente gráfico, es significativo cómo la mayoría de estos porcentajes se han incrementado con respecto a la edición anterior de este mismo informe, lo que refleja que el incremento del coste de vida no ha ido acompañado de un mayor poder adquisitivo. « Vivo con 700 euros mensuales . ¡Es muy difícil llegar a fin de mes! Tengo gastos de comida, vestuario... De hecho, hay meses en los que comemos un poco más o un poco menos en función de los costes. Además, pago 250 euros de alquiler. Es muy difícil ser madre soltera», afirma Rebeca. Para ella, hacer la compra es todo un reto: « Busco el sitio con los precios más económicos. Es en lo que más me fijo, no tanto en la calidad porque no me alcanza ». En numerosas ocasiones, ha tenido que decirles a sus hijos que «no podemos comprar más» o «no hay más comida». «Me acuerdo de un anuncio en el que una madre le daba un bocadillo sin nada, sólo el pan, a su hija». Rebeca hace referencia a la campaña ' El bocadillo mágico ' de la ONG Educo en 2013 para denunciar el riesgo de pobreza de los niños españoles. «Eso he tenido que hacer con los míos -recuerda-. A mi hijo le encanta el jamón serrano. A mi hija, el chóped. Les he dado pan vacío, sin nada, y les he dicho que se imaginen que lo que están saboreando era jamón serrano y choped. Y lo hacían. Recuerdo a mi pequeño llorar mientras se lo comía porque era consciente de la situación de riesgo en la que nos encontramos». Ahora, con el curso que está haciendo, no sólo está muy contenta sino que, además, «pido las carcasas de pollo con las que aprendo para llevármelas a casa y poder hacerles una sopa. Otros días, me llevo una bandejita de cerdo o pollo. Gracias a ello, hemos podido comer carne». Delmys, por su parte, cobra 830 euros: «Ya quisiera yo vivir con eso tranquilamente. Pago 450 euros de alquiler junto a mi hermana y sus tres hijos. Es decir, en casa somos siete personas y hay que pagar muchas cosas Además, la comida tiene hoy un precio muy elevado y hay veces que no puedo comprar todo lo que quiero». Esta mujer, afirma que se ha visto obligada a elegir entre comprar productos básicos tales como la fruta o cereales. «Cuando estaba sin trabajo, no tenía ni para comprar un helado a mis hijos. Es verdad que cobraba el paro e iba tirando pero lloraba de la desesperación», recuerda. «Si no se abordan las dificultades estructurales que enfrentan las familias monoparentales , corremos el riesgo de dejar atrás a toda una generación, perpetuando un sistema en el que la situación económica de las madres determine el futuro de sus hijos y en el que se amplíen, además, las brechas sociales», advierte Bravo. Las mujeres que lideran familias monoparentales afrontan una situación contradictoria: aunque necesitan empleo de manera urgente, al ser el único sustento económico del hogar, encuentran más dificultades que otras personas para conseguirlo. Entre estas barreras destacan prejuicios y estereotipos que cuestionan su capacidad o dedicación, la ausencia de medidas de conciliación en los entornos laborales, así como falta de oportunidades para formarse en áreas de alta empleabilidad. Al mismo tiempo, un 93% de las encuestadas considera que el acceso a un empleo digno sería la principal vía para salir adelante y dar a sus hijos un futuro más prometedor. Es significativo que el 47% lleva más de un año buscando empleo y el 52,6% se plantea trabajar en la economía sumergida o irregular, ante la urgencia de ingresos económicos. «Confío en encontrar un empleo cuando acabe mi formación», afirma ilusionada Rebeca a ABC, que es también víctima de violencia de género. «Gracias a Dios, mis hijos son ya mayores: llegan a casa y se calientan la comida». Más inconvenientes, sin embargo, tuvo Delmys: «La Fundación Adecco se encargó de que mi hija pequeña fuera a una escuela infantil para que yo, mientras, pudiera hacer el curso de ayuda domiciliaria». «No se nos tiene en cuenta. A mi me ha costado mucho salir porque nadie nos escucha», lamenta Rebeca. «No queremos ayudas, queremos trabajar y tener un sueldo digno», añade Delmys porque «mientras haya salud, uno tira hacia delante. Pero los salarios son muy bajos aunque estés todo el día fuera de casa trabajando», concluye.
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