¿Feliz Navidad? Feliz Navidad

La publicidad navideña dominante propone escenas familiares ideales de vuelta a casa por Navidad. Sucede por el contrario, que algunas familias no se identifican con esas escenas, por llevar en el corazón mucho dolor: por el ser querido recién fallecido, por haber perdido la casa en la riada, por el diagnóstico de cáncer de la semana pasada, por la incertidumbre que acarrea estar en paro, por la pérdida de ese embarazo tan deseado… que lleva a plantearse: ¿feliz Navidad? Incluso llegar a creer que celebrarla es un acto de cinismo. Cuando las condiciones de la vida se endurecen y la realidad duele, se hace necesario activar cierta capacidad de regulación emocional y percepción de control. Para ello, hace falta poder verse a uno mismo como desde fuera y poder ver al otro como desde dentro. Lo que Fonagy y Bateman llamaron capacidad de mentalización. La mentalización se desarrolla esencialmente en familia, cuando se da un vínculo de apego seguro con los cuidadores principales. Por tanto, podemos crear esta capacidad en nuestros hijos, poniendo nuestra mente al servicio de su mente. Cuando la mentalización se desarrolla, nos permite la empatía, sostener y ser sostenido, también entre adultos: nombrar, escuchar y contener pensamientos, deseos y emociones. Acompañar, y con ello empezar a dar sentido, cultivar relaciones interpersonales positivas y construir comunidad. La mentalización también se desarrolla en el vínculo con Dios, porque Él, haciéndose humano en Cristo, puso su mente al servicio de nuestra mente: permitió que nos veamos a nosotros mismos desde fuera, con sus ojos amorosos, mientras Él nos ve desde lo más profundo de nuestro interior. Por eso en el encuentro con Él las personas nos autorregulamos, recuperamos cierta percepción de control, las relaciones fluyen y la comunidad se fortalece. El 25 de diciembre celebramos el cumpleaños de Jesús, quien vivió el máximo dolor posible: abandono, traición, injusticia, humillación, tortura, hambre, sed, y se dejó mentalizar, acompañar y sostener por Dios, para que nosotros con ese precedente, podamos sanar y encontrar sentido. Y por ello, a pesar del dolor, podemos hoy desearnos una FELIZ NAVIDAD.

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