'Fidelio' inaugura una nueva y comprometida temporada de la Orquesta Nacional

La Orquesta y Coro Nacionales de España abre la temporada 2024-2025 dispuesta a convertir la música en un asunto de importancia. Entre las distintas posibilidades, ya sea el mero divertimento, el severo propósito intelectual o la fingida elucubración, la institución que dirige en lo técnico Félix Palomero y en lo artístico David Afkham , opta por proponer programas comprometidos. Así lo señalan las tres ideas temáticas que relacionan los veinticuatro programas sinfónicos que se escucharán al margen de otros ciclos y conciertos complementarios. Se habla de romanticismo indómito y con ello se pondrá música al héroe romántico con raíz literaria y espíritu vehemente; se propone expandir horizontes y se mirará a obras actuales que son eco inevitable de su tiempo; y aún se enfrenta la guerra con la libertad poniendo como punto de fuga el 80º aniversario del fin de la batalla de Berlín, último acto de la Segunda Guerra Mundial en territorio europeo. Todo ello conforma un universo poderoso y muy atractivo en un momento en el que se habla de normalidad tras la larga agonía y renqueante recuperación que siguió a la crisis sanitaria de 2022. La estupenda repuesta del público ante la venta de abonos para esta temporada o el formidable aspecto del auditorio madrileño en el primer concierto del año son síntomas determinantes que tienen también su impulso particular. La sesión del fin de semana, reducida en esta ocasión a las sesiones del viernes y el domingo, ha estado dedicada a 'Fidelio', ópera de Beethoven ofrecida en versión de concierto dramatizada. Y no es intrascendente que la ópera sea un género diverso y sugestivo, pues esto la convierte en un objeto particularmente interesante del que la OCNE se ha ocupado anteriormente con resultados muy estimables. La biografía de David Afkham menciona sus anteriores interpretaciones en el auditorio de Madrid de 'El holandés errante', 'Elektra', 'La pasión según San Mateo', 'El castillo de Barbazul' y 'Tristán e Isolda', lo que apunta a otra línea de programación de largo alcance centrada en representaciones semiescenificadas. 'Fidelio' es la última consecuencia del proyecto. La dramaturgia es de Helena Pimenta quien toma como base el texto que un narrador que comenta e interacciona mientras circula por la sala con el apoyo de una imperfecta megafonía. El actor Joaquín Notario salva la parte con honestidad y un punto de distancia que seguramente es consecuencia de la idea general. Al trabajo de Pimenta le define un sutil diseño lumínico más centrado en lo ambiental que en el impacto de las escenas, y un vestuario de trajes negros, de aire kafkiano y apuntes rojos sanguíneos en brazaletes y guantes. Todo ello está relativamente implicado con la médula de una ópera de subyacente feminismo, propósito político y progresista, y cuyo itinerario ambiental implica, en el mejor de los casos, una luz deslumbrante, sombras espesas, espacios abiertos y recintos claustrofóbicos. Es razonable pensar en estos principios una vez vista la interpretación del viernes rematada con muchos aplausos pero también con algún abucheo dirigido a un trabajo escénico particularmente débil. Con él se ordena y coreografía un reparto que se mueve con corrección y poco convencimiento. A duras penas destaca la ejecución que Eleanor Lyons hace de Leonore, creciendo en el papel hasta llegar a un final particularmente decidido. A la incómoda vocalidad de Florestan le responde Maximiliam Schmitt con una proyección solvente, y una línea de canto con destellos intermitentes. En este sentido se distinguen Roger Padullés en el rol de Jaquino y Matthias Winckhler en el de Don Fernando, entre los interpretes mejor caracterizados vocalmente. 'Fidelio' deja tras de sí un propósito noble al que la OCNE deberá responder durante esta temporada, con tiempo, por tanto, para ajustar su propia conciliación. El coro, muy aplaudido, podrá limar la tendencia a la extraversión, y la orquesta, no siempre exacta, llegará a redondearse en un sonido homogéneo. Porque hay materia a poco que se viera a David Afkham intentar en la obertura Leonora III desarrollar una dialéctica armada, hacer del cuarteto 'Mir ist so wunderbarn' un momento de satisfacción, convertir el coro de prisioneros 'O welche Lust' en una creciente emoción, o resolver la marcha 'Heil sei dem Tag' en un himno de victoria. 'Fidelio' fue en su origen una obra compleja, que torturó a Beethoven en la búsqueda por un resultado adecuado lo que le obligó a sucesivas versiones. En realidad, tratando de materializar un mensaje del que ya participa la nueva temporada de la OCNE.

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