El Francia-Israel pudo jugarse, en el Estadio de Francia, con algunos enfrentamientos físicos , cortos pero muy duros, en algunas gradas, sofocados por los anti disturbios muy presentes en los alrededores y en todo París, cuyas grandes avenidas y lugares públicos estuvieron tomados por policías, antidisturbios y unidades miliares, confirmando de manera inquietante que la política y el antisemitismo se han convertido en un cáncer para el fútbol francés. Horas antes que comenzase el partido, en un ambiente de «tranquilidad policial y militar», en los Campos Elíseos, la gran avenida nacional y parisina, patrullaban unidades militares, armadas, vigilando, en particular, las estaciones de metro, con fines «disuasivos». Un dispositivo militar muy similar se había puesto a punto en los alrededores de la catedral de Notre Dame, cuya reapertura solemne está prevista para primeros de diciembre, sin la presencia del Papa, como esperaba el presidente Emmanuel Macron. En la plaza de Saint-Germain-des-Prés, el «cogollito» más adinerado y cosmopolita de la capital, el chofer de una adinerada familia de Qatar me comentaba: «El Paris-Saint-Germain es propiedad de un fondo de inversiones de Qatar, donde todo esto de Israel se ve con una simpatía nula». Días pasados, una hora antes del inicio del partido que enfrentó al PSG y al Atlético de Madrid, las gradas del Parque de los Príncipes fueron «decoradas» con una gigantesca pancarta que repetía textualmente la propaganda de Hamás: «Palestina libre». Frank Tapiro, publicitario famoso comentaba ayer tarde: «El PSG, propiedad de Qatar no podía desconocer ese despliegue publicitario en favor de Hamás banda terrorista islámica, cuyos dirigentes han tenido históricas relaciones con Qatar». En esa misma líneas, un oficial de la Gendarmería, que prefiere que no se cite su nombre, me comentaba una hora antes del inicio del partido Francia-Italia, en la terraza del Café de Flore, en el corazón de Saint-Germain-des-Pres: «Bruno Retailleau, ministro del Interior, tenía clavada esa espina. Temía que pudiera ocurrir algo parecido antes o durante el partido Francia-Irsael. Y tomó medidas policiales muy eficaces». Medidas policiales que tuvieron una eficacia inquietante, muy relativa. A la media hora corta del comienzo del partido, las redes sociales comenzaron a difundir vídeos de uno o varios minutos, con imágenes de tensión y enfrentamientos en algunas tribunas. Los comentaristas oficiales del partido se guardaron muy mucho de dar publicidad a esos incidentes, difíciles de calibrar, en un estadio casi vacío. En un tono pacífico, pero muy «enérgico», grupos de judíos llegados con el equipo de Israel, gritaban regularmente. «¡Liberar a los rehenes! ¡Liberar a los rehenes!». Durante el primer tiempo del partido se sucedieron en varias gradas enfrentamientos físicos «menores» entre aficionados franceses y judíos. Circularos varios vídeos mostrando a hombres con el rostro cubierto, presuntamente judíos, corriendo tras otros hombres apaleados. Los antidisturbios sofocaron la violencia con rapidez. Pero volvieron a estallar algunos conatos de tensión que no deseó filmar la tv oficial. Las banderas palestinas de Hamas estaban prohibidas, pero las redes sociales mostraron a varios simpatizantes desplegándolas antes de ser detenidos. Una hora antes de iniciarse el partido, varios millares de simpatizantes de La Francia Insumisa (extrema izquierda) protagonizaron varias «reuniones» verbalmente muy violentas contra Israel, denunciando las medidas policiales de excepción. Millares de aficionados fueron «disuadidos» de asistir al partido en el Estadio de Francia, inquietos por la «publicidad» directa o indirecta, del gobierno y numerosos grupúsculos izquierdistas o antisemitas, que llevaban varios días «calentando» el riesgo de «incidentes graves». Las idas y venidas de vehículos policiales y de la gendarmería, a gran velocidad, haciendo mucho ruido, con sus alarmas, inspiraban una inquietud palmaria por las grandes avenidas parisinas. El despliegue de millares de policías y gendarmes, en las inmediaciones del Estadio, multiplicando los controles muy perentorios, también tuvieron un efecto disuasivo evidente. Los helicópteros de unidades antiterroristas, volando por la periferia próxima al campo de fútbol, recordaban la presencia disuasiva de unidades antiterroristas. El partido terminó sin las temidas llamaradas de violencia descontroladas. Dentro y fuera del Estadio de Francia había casi tantos policías, gendarmes y anti disturbios que aficionados dispuesto a seguir un partido potencialmente incendiario. En la tribuna presidencial, Emmanuel Macron, presidente de la República, acompañado de dos de sus antecesores, Nicolas Sarkozy y François Hollande, y del jefe de gobierno, Michel Barnier, entre otras personalidades de la cúpula del Estado, habían decidido dejar constancia de la «normalidad ejemplar» del partido. Ninguno de ellos se atrevió a ponerse en pie, en ningún momento, «eclipsados» y relativamente «ocultos» y silenciosos Al filo de la media noche, la tragedia se había evitado. Con un costo político y policial excepcional. La «paz» solo fue posible con medidas policiales sin precedentes. Los estallidos de tensión, limitados, fueron sofocados con rapidez. Queda la evidencia: el anti semitismo está haciendo estragos en el fútbol francés, con una afición muy dividida: los aficionados «tradicionales» aspiran a la «paz» y el apoyo a Francia e Israel; la afición de los suburbios, la «banlieue» y la nueva Francia multicultural, tienen una simpatía cierta por la agitación política que apoya la izquierda que defiende la causa de Hamás y otros grupúsculos islamistas.
abc.es