Icíar Bollaín revive el caso Nevenka: «Tengo muchas ganas de ver un MeToo en la política, en el mundo de la empresa, de los bancos...»

«¿Por qué usted ha pasado este calvario, usted que no es la empleada del Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos? Por qué no dice 'se acabó', me voy». El juicio era contra Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada entre 1995 y 2002, pero las acusaciones del Fiscal fueron contra la víctima, Nevenka Fernández , que se atrevió a denunciar el primer caso de acoso sexual en la política española. «Si no se habla, las consecuencias del acoso siguen; pero otra cosa es denunciar: una denuncia es un viacrucis para las víctimas, y hay que estar muy preparado», dice ahora Icíar Bollaín (Madrid, 1967), que lleva esta terrible historia a la pantalla con ' Soy Nevenka ', estrenada este sábado en el Festival de San Sebastián, donde peleará por la Concha de oro. -Hay un documental muy reciente sobre el caso Nevenka, ¿Por qué hacer una ficción sobre el caso? -Me lo ofrecieron mis productores, y ahí ya vi el documental e investigué todo. Y supe que había una gran historia que contar desde la ficción. La pregunta era qué aportar desde esa ficción. Y la respuesta era acompañar el viaje emocional del personaje, acercar al espectador a sentir lo que el personaje está sintiendo. Pero al mismo tiempo, cuando investigué junto a Isa [Campo, coguionista], veíamos un entorno que hablaba mucho de lo que pasó y de cómo pasó. Queríamos entender el viaje al acoso desde que llega hasta que ella logra salir. Eso en el guion. Y luego en el rodaje la duda estuvo en dónde poner la cámara, porque si solo estábamos con ella nos íbamos a perder todo ese coro griego que la rodeaba. -¿Buscó hablar con Nevenka? -Lo primero de todo. Antes de empezar el proyecto había que hablar con ella para ver si quería. De hecho, nos dijo que cada año le hacían propuestas de hacer series, perlículas y siempre decía que no hasta el documental [rodado por Ana Pastor], que tras hacerlo se dio cuenta de que había una parte muy positiva de contarse. Isa y yo fuimos a verla y tuvimos muchísimas conversaciones. En estos dos años hemos hablado mucho con ella, con su entorno, con la gente de Ponferrada. Hasta que ya tuvimos el guion y ello lo vio. Luego vino al rodaje también. Ha estado presente siempre. -¿Ha cambiado España desde la denuncia de Nevenka, en el año 2001, cuando se convirtió en la primera mujer que logró condenar a un político por acoso sexual? -El cambio ha sido en la percepción social del acoso. Y ahora hay una conciencia mayor de que hay acoso, entendemos esa palabra, que entonces no acababa de entenderse; también entendemos lo que es el consentimiento... Y afortunadamente ahora la reacción hacia las víctimas es diferente. Pero vamos, el acoso sigue y no hace más que aflorar por todas partes. Es importante para las mujeres detectar las señales y para los hombres también. Porque sin llegar al extremo de lo que hizo Ismael, hay muchas cosas antes en las que hay hombres que las hacen y que no se reconocerán como acosadores. Porque antes de llegar a comportarse como un acosador al estilo de Ismael, hay actitudes que no son tan ajenas... La insistencia, el esperar que las mujeres seamos siempre complacientes... -Los casos de acoso más sonados se han dado en el mundo del cine... -Me parece fabuloso que salgan estos casos, pero es verdad que parece que solo hay acoso en el cine cuando es un cáncer social. Hay acoso en todas partes. Hacen falta más MeToo. Tengo muchas ganas de ver un MeToo en la política, en el mundo de la empresa, en los bancos...En cualquier lugar donde alguien ejerce poder o donde se sienten intocables, lo van a tener más fácil para ejercer el acoso. En Nevenka se junta el acoso laboral y el sexual. Es fabuloso que en el mundo de la cultura se desvelen los casos que han ocurrido, pero tiene que salir de más sitios. -¿Por qué han salido tantos en el mundo de la cultura? -Que un actor o un director o un productor con nombre tenga una acusación de acoso, como ha pasado a Gérard Depardieu o como ha pasado aquí, no es lo mismo que si sale el nombre del directivo de una empresa que nadie le pone cara. Pero en la política sí sabemos quienes son... pero debe ser que se protegen. -«Hablar me ha salvado», dice Nevenka... ¿hablar es una forma de protegerse de las víctimas? -Hay dos cosas: una es hablar, las víctimas dicen que si no se habla, las consecuencias del acoso siguen, sigues dentro de esa cárcel de silencio; pero otra cosa es denunciar. Es muy fácil decir que denuncien, pero una denuncia es un viacrucis para las víctimas, y hay que estar muy preparado. El otro día leía que en Reino Unido solo el tres por ciento de los casos de violación llegan a juicio. Es una barbaridad. Porque es un viacrucis y las mujeres se lo piensan. Antes de animar tanto a denunciar deberían buscar un proceso que no fuera tan duro para las mujeres que han sido víctimas. Yo he contado muy poco del juicio de Nevenka y cómo se prepara, pero fue tremendo. Te ponen en una especie de mesa de operaciones y te examinan con una lupa y te preguntan diez mil veces para que revivas lo que sucedió... te cuestionan... Espero que hayan cambiado, pero tuvimos acceso a los papeles del juicio de Nevenka y fue muy tortuoso para ella, que era la víctima. -¿Cómo ha acompañado a la actriz, Mireia Oriol, que nunca había tenido un papel protagonista tan duro, en el proceso de entrar y salir del drama de Nevenka? -Mireia hizo unas pruebas de casting muy bonitas y le vi esa fragilidad y vulnerabilidad que necesitaba para el personaje. Y luego tiene también mucha fuerza y determinación, como Nevenka. El trabajo con ella ha sido mucho acompañarla para que se sintiera cómoda en las situaciones más incómodas, que nunca se sintiera sola emocionalmente. Porque a las escenas duras e incomodas, que son muchas, llega muy prepara con antelación; pero lo que es muy difícil son los matices. Por ejemplo, él tenía un juego casi de confusión: ahora te hago una broma, ahora te trato mal... eso es más difícil de interpretar por los actores y de capturar por la cámara. Las cosas sutiles son las más difíciles. -Pese a que la película es ficción, utiliza al final material de archivo real, con Ana Rosa cuestionando a Nevenka, con Urdaci abriendo el Telediario de la noche hablando de una «trifulca sentimental», con las vecinas de Ponferrada diciendo que solo es acosada la que se deja... ¿Si hubiera ficcionado esa parte igual hubiera sido demasiado inverosímil? -Es que ese material de archivo es parte de la historia. Ella denuncia y la sociedad la cuestionó. En tertulias, televisiones comerciales... Es que es historia, por eso lo pongo. (sostiene un largo silencio). -En 2017, Juan José Millás publicó una columna diciendo que parte de la izquierda y del periodismo dio la espalda a Nevenka por ser del concejala del Partido Popular... -Sí... Es que entonces entró en juego la ideología, se vio como algo de ellos, de una trifulca sentimental entre personas de un mismo partido. Hay que aprender que las víctimas siempre son las víctimas.

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