Cruz Roja diferencia para la gestión de sus emergencias y catástrofes si ha ocurrido en un entorno rural o uno urbano. En esta ocasión, «la extensión de la superficie afectada es tan importante, en un entorno urbano tan superpoblado y con un número tan desorbitado de vehículos apilados y dificultando el paso a los servicios de emergencia» que Íñigo Silva , jefe del dispositivo, se muestra cauto a la hora de aventurar una posible vuelta a la normalidad. La restauración tardará «meses», en cualquier caso, «años» si hablamos de infraestructuras como las carreteras y vías de acceso. «Muchas habrá que construirlas de nuevo», afirma. Y pone una comparación: en un terreno mucho más pequeño y con menos afectados, La Palma, devastada por el volcán que rugió hace tres años, aún hay gente vulnerable viviendo en módulos y no han vuelto a sus hogares. «No se ha recuperado al 100% todavía, tres años después». Para esas personas, evidentemente, el regreso a la normalidad es agónico y muy, muy lento. «Depende también mucho de la agilidad administrativa», opina Vila, que repite que hay dos factores condicionantes que han agravado la gestión de la tragedia en Valencia: la cantidad de habitantes damnificados y la dificultad en los accesos. Ahora mismo la tarea inicial en la que están volcados ya no es sencilla. Se trata de la limpieza y el desescombro de decenas de miles de toneladas de lodo de las vías y municipios dañados, lo que tardará varios días. Otro ejemplo que trae a colación Vila: una semana se tardó en recuperar más o menos la vida normal en Madrid tras la nevada ocasionada por Filomena. En esos siete días la ciudad estaba «transitable, con tráfico rodado», aunque la nieve siguió acumulándose durante muchos más días en los viales, pero una vez las principales arterias de comunicación están abiertas los desplazamientos y el trabajo de las entidades es mucho más fácil, reseña. Esa primera fase de limpieza está dificultada asimismo, en este caso, por la recuperación de cadáveres y la búsqueda de desaparecidos. «No se puede limpiar por limpiar, lo que retrasa también la vuelta a la normalidad. Hay un proceso judicial que media mientras se limpian las áreas«. La segunda etapa que se acompañará de la foto exacta de los daños ocasionados por la DANA será la evaluación de perjuicios en los negocios, las viviendas, simultánea con las tramitaciones administrativas y la valoración de daños por los seguros. En este proceso se invierten semanas, quizá meses, dice Vila. Entonces se trabajará en la recuperación y rehabilitación de las vidas de los valencianos. «Pero esperan días muy complejos -augura-, sobre todo marcados por las restricciones en los movimientos«. »En unos meses veremos que la vida transcurre ya con fluidez, aunque no con normalidad«, matiza. Las cifras de la huella de la DANA son muy voluminosas: aún hay 100.000 personas sin suministro eléctrico, pasadas 48 horas de la tormenta letal, hay más de 300.000 personas que sufren restricciones de agua, hay miles de vehículos apilados, un dato sin determinar aún por las policías locales y Guardia Civil. Cruz Roja ha movilizado a 250 voluntarios, 1.200 personas han sido realojadas en los recursos de los que dispone en toda la Comunidad Valencian y ha realizado casi 4.000 asistencias a personas afectadas. «Hay gente que pernocta en una plaza de nuestros albergues, se va a buscar a sus familiares desaparecidos y vuelve», comenta Silva. Precisamente la atención psicosocial de las familias es uno de los pilares del trabajo que hace la organización ante estas catástrofes. Los damnificados « están ahora mismo en shock . Van a necesitar referentes, apoyos y para cuestiones en principio tan básicas como que les sugieras descansar y comer« . El trauma psicológico por el que pasarán las familias afectadas por la DANA mortal en Valencia tampoco es tangible y puede acechar a medio, largo plazo. El acompañamiento de estas familias para Cruz Roja es esencial y no abandonarles en el duelo, algo para lo que ahora mismo están centrados. Además, Vila pone mucho énfasis en la necesidad de cuidar también al interviniente, puesto que los propios voluntarios de la organización necesitarán también asistencia psicológica en algún momento. «Tenemos a voluntarios afectadas por la propia DANA», que están trabajando para auxiliar al resto, después se desplegarán efectivos de otras provincias y territorios de la Península, comenta. Y es que la misma Cruz Roja, tal y como cuenta a ABC el jefe de Emergencias, se ha visto afectada en sus propios medios, con la pérdida de un almacén arrasado por completo en la localidad de Picanya y varios vehículos inutilizados. Ahora, con otros vehículos puestos al servicio del combate de la tragedia, están tratando de acceder a todos los pueblos y repartir ayuda. «Hoy jueves [por ayer] hemos conseguido entrar a Requena escoltados por la Guardia Civil. Pero atrapados es difícil reaccionar. Lo que estamos viendo en esta emergencia es que nos estamos retrasando y vamos más lentos de lo que nos gustaría y es habitual por la dificultad en acceder a las personas que realmente necesitan nuestra ayuda«, comparte Silva. Cruz Roja ha puesto en marcha siete albergues en seis localidades, en los que hay 260 camas y 1.200 alojados, según la actualización de este jueves a mediodía, pero el despliegue irá aumentando. La organización humanitaria además ha ubicado siete puntos de distribución de bienes, en los que han entregado 3.126 manutenciones a personas afectadas e intervinientes, cientos de kits de higiene y 1.500 mantas. Hoy mismo Inditex ha comunicado la donación de dos millones de euros a Cáritas y otros dos millones a Cruz Roja para facilitar algunos de estos servicios a las personas afectadas. Entre los recursos que están trabajando ahora mismo por parte de Cruz Roja hay, además, una embarcación, un vehículo especializado, tres ambulancias, 21 vehículos de transporte personal, un vehículo 4x4 y un transporte de logística. La organización de la estrella roja siempre extrae lecciones de las crisis. Uno de los aprendizajes que aporta Vila es que «el primer eslabón de respuesta y socorro es tu vecino , no las organizaciones de rescate«, asevera, como se ha podido ver en la cantidad de personas auxiliadas por sus paisanos. » El riesgo cero no existe . A pesar del fenómeno, es extraordinario que caigan 500 litros en ocho horas. Hay que fomentar la cultura de la prevención del riesgo en España«, señala. El elemento diferencial es la frecuencia con que concurren estos episodios. Es el siguiente factor que hay que meter en la ecuación. Por eso, la otra moraleja que deja el jefe de Emergencias es que » la protección civil empieza por uno mismo , la autoprotección, la sensibilización suficiente para interiorizar que hay que llevar un kit de emergencia en el coche o tener tu propio plan de contingencia personal ante una posible tragedia de la naturaleza. Porque una vez más nos demuestra que puede volver con más fuerza«. Para el jefe de Emergencias de Cruz Roja, que ha participado en crisis nacionales como la trágica inundación del camping de Biescas en Huesca, el accidente del avión de Spanair en Madrid o el accidente del Alvia en Santiago y en internacionales como la crisis migratoria de Grecia, el terremoto de Haití en 2010 o el huracán Katrina en Estados Unidos, «la gestión de una crisis como ésta es una carrera a medio plazo» y destaca que lo importante es la dosificación de fuerzas y garantizar que haya rotación de personal, con descansos suficientes, porque «podrías movilizar ahora a 2.000 voluntarios y quedarte sin ellos en dos semanas, quemarlos o cansarlos. Hay que garantizar la continuidad. El dispositivo va a ir escalando. Pasa por ciclos y que a la gente no le desaliente el paso del tiempo, porque pasada la emergencia, seguiremos trabajando en Valencia«. La tragedia y su digestión va a necesitar meses.
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