Jordi Sierra i Fabra , una de las voces más influyentes de la literatura juvenil en español, siempre cuenta que leer le salvó la vida y que escribir, le dio sentido . Fue 'El manantial' de Ayn Rand el libro responsable del clic en su cabeza cuando era adolescente. « Howard Roark era un personaje que desafiaba al mundo, que iba contra corriente y defendía su visión a pesar de todo. Ver a Gary Cooper interpretándolo en el cine fue una inspiración increíble. Ese papel me enseñó la importancia de mantenerse fiel a uno mismo , de no ceder ante las presiones de los demás para modificar tus sueños y tus valores», relata a ABC. Seis décadas después, todavía escucha en el móvil con frecuencia el discurso de Cooper y sigue fiel a los principios con los que decidió que iba a regir su vida a partir de entonces: paz , amor («siempre he sido un 'hippie'», incide), respeto, honradez y esperanza con ellos ha forjado una extensa y comprometida carrera literaria, que abarca más de 50 años y casi 600 libros , con la que ha cautivado a generaciones de adultos y jóvenes. «Si la vida fuera un circo, yo sería la mujer barbuda », comenta entre risas en referencia a que se siente una rara avis en el gremio, debido a su singular método de trabajo y su prolífica producción. Por todo ello ha recibido en el Instituto Cervantes este 14 de noviembre de la Asociación de Editores de Madrid, el premio Antonio Sancha , que ya recibieron Lorenzo Silva, Irene Vallejo, Mario Vargas Llosa o Francisco Ayala, en reconocimiento a su legado en la literatura, especialmente en la juvenil, y su inquebrantable compromiso con los lectores . Sin embargo, este homenaje llega en un momento personal doloroso: hace dos años, el escritor perdió a su esposa , Antonia, en un trágico accidente en Barcelona, un suceso que cambió para siempre su vida y obra. «El día que me dieron la noticia, sentí que me arrancaban una parte de mí mismo,» confesó. Su esposa fue atropellada por un conductor de camión que dio positivo en cocaína , un hecho que aún atormenta al autor, especialmente porque el responsable jamás se disculpó. «¿Qué ser humano mata a otro, aunque sea por accidente, y no pide perdón?», cuestionó. «El juicio será el próximo mes y no me dejarán hablar. Pero yo sí voy a hablar, aunque me echen del tribunal », afirmó. A pesar de esta tragedia, el autor ha continuado escribiendo. Solo este año ha publicado diez títulos, que vuelven a reflejar tanto su compromiso con temas actuales («soy una antena parabólica con patas», explica) como su pasión por la música y la investigación. Entre ellos destaca 'Nuevos campos de fresas' (SM), inspirado en su clásico superventas 'Campos de fresas', en el que aborda el impacto del metaverso y la evasión virtual en los jóvenes. Sierra i Fabra explicó que eligió este nombre como una referencia al «nuevo tipo de adicción» que enfrentan las generaciones actuales, de manera similar a cómo abordó el consumo de drogas en el libro original. 'Mis años rockeros' (Sílex Ediciones), por su parte, es una obra de memorias en la que relata su juventud como amante y crítico de la música rock en una España que despertaba al mundo cultural. Por último, aunque reconoce que no es muy dado a reflejar su vida en sus libros, está 'La verdad oculta' (Roca Editorial). En esta obra, un detective intenta descubrir el verdadero origen de su cliente, quien es hijo ilegítimo de una familia que ha ocultado su existencia. Esta trama toma raíces en una experiencia personal del propio Sierra i Fabra, quien descubrió a los 38 años que su padre también había sido hijo ilegítimo de un médico prominente en Cataluña. Pese a conocer a algunos de sus parientes de sangre, la familia paterna nunca aceptó al autor, ni mostró interés en reconocer sus vínculos familiares. La ética de trabajo de Sierra i Fabra es otra de sus marcas personales. Cada mañana se sienta a escribir con una disciplina casi obsesiva , fruto de una profunda pasión por las palabras y una visión clara de su propósito. «Me levanto cada día pensando en que hay una historia más que contar, un personaje más que descubrir, y mientras siga teniendo algo que decir, seguiré escribiendo», afirma. Su método es implacable: escribe unas 10 páginas al día, siempre enfocado, siempre incansable. Para él, escribir no es solo una profesión, sino una forma de vida. «Escribir es mi manera de estar en el mundo, de ser yo mismo, de existir», señala. Además de su obra literaria, Sierra i Fabra ha creado un valioso legado a través de su Fundación, con sedes en Barcelona y Medellín, dedicada a fomentar la lectura y a apoyar a jóvenes talentos. «Creo en el talento de los jóvenes, y siempre he querido ayudar a aquellos que, como yo, sueñan con contar historias», explica. Desde hace más de una década, la Fundación ha impulsado concursos literarios, talleres y programas de becas que permiten a nuevos autores dar sus primeros pasos en el mundo de la literatura. Con más de medio siglo de trayectoria, su voz sigue siendo tan relevante como siempre, y sus historias, un refugio y una inspiración para lectores de todas las edades. «Recibir este premio me llena de humildad y gratitud. No he hecho otra cosa que seguir mi pasión, que es escribir, y ayudar a los jóvenes a descubrir el poder de la literatura», dice con emoción. A lo largo de su carrera, Sierra i Fabra ha mostrado un compromiso inquebrantable con los temas sociales, la justicia y, sobre todo, con el despertar de la conciencia juvenil. Su obra no solo entretiene; también confronta y cuestiona, un legado de historias que invitan a la reflexión y a la empatía. «La literatura es un arma poderosa. Me di cuenta desde joven de que podía usarse para cambiar ideas, abrir mentes y transformar realidades», comenta.
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