Jorge Molina: «Tomar la alternativa en Madridejos quizás no sea lo más vistoso, pero mira Talavante, que lo hizo en Cehegín»

La Toledo taurina está de enhorabuena. La provincia tiene una nueva ilusión entre sus matadores de toros. El pasado 15 de septiembre, domingo, el torrijeño Jorge Molina se sumó a la lista tras haber sido uno de los novilleros con picadores más prometedores de los últimos años. No obstante, fue el líder del escalafón en 2023 con 26 festejos y ha toreado 64 desde que debutara con caballos (este año han sido siete en Texcoco -México-, Madrid, Cutervo -Perú-, El Casar, El Álamo, Trillo y Calasparra). Ganador del 'Alfarero de Oro' de Villaseca de la Sagra en 2022 (y del 'Alfarero de Plata' en 2017), Molina ha cuajado tardes serias en Madrid, Málaga o Almería. Con un concepto clasicista, aplomado e, incluso, amanoletado en la verticalidad que le da su estatura, se ha ido ganando las cosas a base de triunfos, sin casas ganaderas ni influjos económicos a sus espaldas. Sólo ganas y esfuerzo ante ese sueño de ser matador de toros. La suerte estuvo de su parte el domingo en Madridejos, donde logró desorejar al sexto toro de Alcurrucén , el peor, en una faena de esfuerzo y de torero hecho parar abrir junto a Morenito de Aranda y Álvaro Lorenzo la puerta grande. «Desde el momento en el que me levanté me encontraba a gusto, disfruté del día y sabía que iba a ir todo bien. Cuando ya me puse el traje y llegué a la plaza, vi el ambiente y a la gente con ganas de ver torear, me convencí y, al final, salió todo como uno sueña», relata. Una tarde con una corrida de Alcurrucén variada y correosa de la que salió airoso con mucha facilidad y oficio. «Delante de la cara del toro, todo fluyó. Me encontré muy suelto; sientes que es una de esas tardes donde te sale todo bien. No fue una corrida nada fácil y la pega fue que al primero no le corté la oreja por la espada, pero me quedo con la emoción y el haber cumplido el sueño», añade. «Ahora mismo vivo en un sueño. Recuerdo estar en la plaza de Torrijos, que me traía a mi capote y mi muleta y jugaba al toro soñando con ser matador. Y el que ahora lo haya conseguido me hace pensar en que ha merecido la pena porque todo lo he hecho con el cariño y la ilusión del primer día. Me siento muy orgulloso por haber demostrado que podía llegar, por mi familia y por los esfuerzos que han hecho por mí. Me acuerdo especialmente de mi abuelo; estoy seguro de que si estuviera viviendo esta época sería la persona más feliz del mundo», reconoce. El camino a la alternativa no ha sido fácil. Se ha pasado toda la temporada esperando el lugar de una ceremonia para la que había grandes planes sobre la mesa, pero el destino y los despachos, tan caprichosos, decidieron que la plaza de Madridejos fuera finalmente la escogida. «Al principio estaba disgustado porque no habían cuajado los primeros intentos de la alternativa en Madrid, Toledo o Santander, pero cuando me dijeron que me la podía dar Morenito, y más con la relación que tengo con él, para mí ya era algo importante. Aunque no sea figurísima del toreo ahora mismo, es un torero que ha hecho cosas importantes. Y el cartel, también con Álvaro y con Alcurrucén, que ha sido una casa fundamental en mi carrera, me gustaba mucho», asegura. Sobre el hecho de que haya sido en Madridejos y no en una plaza de más alcurnia, Molina responde: « Quizás no sea lo más vistoso, pero mira los casos de Talavante, que lo hizo en Cehegín y ahora es una figura indiscutible en casi todas las ferias de la temporada, o Paco Ureña en Lorca y ahí está, arriba con todas la figuras. Entonces es algo indiferente«. El futuro, sin duda, pasa por Madrid, donde «me encantaría poder confirmar la próxima temporada, por supuesto. Aunque he tenido un largo camino de novillero, mi bastión creo que ha sido Madrid, triunfos aparte. Yo tenía claro que quería estar en Madrid antes de la alternativa, que me viera la gente para que pudiera tomar referencias de mí más allá de saber que había ganado el 'Alfarero' de Villaseca. Al San Isidro de 2023 fui con la mentalidad de que tenía que pasar algo y luego tuve la suerte de torear otras cuatro tardes, algunas muy importantes». Sin embargo, Madrid no lo es todo. Ahí están Álvaro Alarcón o García Pulido , toledanos que también tuvieron su ambiente de novilleros, fueron a Madrid en un cartel de máximo lujo y después las empresas se han olvidado de ellos. En cualquier caso, Molina, ahora que ya es matador, tratará de mantenerse firme en sus creencias: «No quiero convertirme en un torero triunfalista, quiero llevar mi sello y mi concepto por bandera. Me considero un torero que cuida los detalles y que sigue un modelo de clasicismo y aplomo en su toreo, que es lo que me ha llenado desde pequeño. Es la filosofía y el toreo que me ha traído hasta aquí y es lo que me ha ido abriendo huecos desde el día que empecé. Además, siento que he nacido para ir ganándome las cosas poco a poco, y así será «.

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