La calidad desatasca y dispara al Betis Baloncesto en Illumbe (62-77)

La primera victoria del Real Betis Baloncesto ya ha subido al casillero. La amarró en San Sebastián, en el coso de Illumbe, tras una actuación desigual, de escaso brillo en la primera parte y solvente resolución en la segunda, desde el tramo final del tercer cuarto. Tardó que en domeñar la situación. Le costó mucho y tuvo que sudar, pero fue entonces cuando entró en combustión y aceleró guiado por la batuta de Cvetkovic, el base más clarividente del equipo. El que puso orden, manejó los tiempos y activó a fuentes de alimentación necesarias como Jelinek o Benite, que hasta entonces estaban pasando de puntillas por el encuentro, al borde de la ofuscación el brasileño. No completó el Betis un partido para el recuerdo, pero ni falta que hacía. Mejorar desde las victorias es siempre una autopista libre de peajes. Y por ahí debe circular el conjunto verdiblanco, que está diseñado para ganar. Y eso es lo que importa, con independencia de las dosis de espectáculo que regale. Del comienzo sorprendió la errática puesta en escena del Betis. Poco briosa, más bien legañosa. Como si el reloj no le hubiera sonado. La principal cualidad que debería tener este equipo, la anotación, no aparecía por ningún lado en un primer cuarto soporífero por parte y parte. De más fallos que aciertos, de mucho ida y vuelta que devino en caos. Gonzalo García ordenó varios quintetos con diferentes estructuras para disimular las carencias interiores. Que existen y son más llamativas sin DeBisschop, baja en Illumbe. Desde el triple de Renfroe nada más empezar que igualaba el choque (3-3), pasaron unos ocho minutos sin que el Betis colase un solo tiro de campo. La tercera y última canasta bética del cuarto de apertura, para el 15-11, llegó en los dos últimos segundos en un despiste defensivo local. No había arrancado el Betis los motores en los primeros diez minutos. Andaba el equipo congelado, sin ideas, muy atorado y desdibujado, desprovisto de chispa. Obturado se mostraba. Le costaba demasiado anotar hasta los tiros cómodos. Las canastas, ocasionales. En esa dinámica entró el partido porque tampoco los anfitriones disponían precisamente de un arsenal ofensivo. El Betis hacía la goma y, afortunadamente para sus intereses, la miopía de su rival en el tiro exterior era igual o peor. Con 20-16, entre ambos equipos contabilizaban cuatro triples (dos por barba) de 24 intentos. Un partido, digamos, difícil de ver. Atacaban sin orden los verdiblancos, atropellados, sin un quinteto estable ni presencia en la pintura. El Gipuzkoa se estiraba hasta los ocho de ventaja (24-16) y en el Betis ya cargaban con dos faltas Hughes y Domènech. Después de seis tiros de campo errados, Benite al fin atinó al quinto intento desde el perímetro (24-21) y entonces salió a relucir la calidad silenciosa y quirúrgica de Hughes. Lo hace más fácil que el resto. Completó un dos más uno, cerró la brecha (24-24) y volteó el partido. Lo lograba Benite desde el tiro libre rubricando un 0-10 a tres minutos del receso. Tacita a tacita desde el 4,60, el Betis picoteaba (24-28) y seguía ampliando el parcial del segundo cuarto. El color de su semblante mejoraba ante un rival de discretísimas prestaciones, mas no acaba de sentirse a gusto. De hecho, enfiló los vestuarios ganando por uno (29-30) y se habría ido perdiendo si no le llega a hacer la corbata a Ander Martínez su triple final. La actuación del Betis, que rozaba el suspenso, se reflejaba en la pobre estadística: siete canastas en total y un 21% en tiro de campo frente al 34% de su rival. La diferencia radicaba en el tiro libre: los verdiblancos fueron 16 veces a la línea (13 aciertos) y el GBC, sólo en cuatro ocasiones, errando dos intentos. A la vuelta, Cvetkovic tomaba el bastón de las operaciones del Betis mientras el GBC se activaba desde el triple y, para colmo, encontraba de nuevo a Sall bajo los aros ante un invisible Kasibabu (39-34). Entre Hughes, Alex Suárez y Cvetkovic respondían (39-41) en pleno ida y vuelta. Había mucho vuelo y poco control. Más bien ninguno. Kasibabu al fin enchufaba cuando el GBC fiaba casi toda su suerte al tiro exterior. Un plan unidimensional que lo dejaba haciendo malabares en la cornisa. Cvetkovic, bota que bota, anotaba, reboteaba y asistía. Se multiplicaba. Y sumaba soldados a su causa. El principal, Jelinek, autor de tres triples seguidos y diez puntos que le pusieron las alas al Betis (46-55). Se fue ganando de siete al último cuarto y con mejores sensaciones (48-55). Convenía seguir en la misma línea so pena de volver a encallar... Y pasó. Parcial de 5-0 y regreso a la casilla de salida. No terminaba de demarrar el Betis. Mas Jelinek acudía otra vez al rescate, Domènech contenía la rebelón local y Benite facturaba desde el tiro libre (55-63). A cada empellón del GBC, que jugaba cada ataque como si fuera el último, replicaba el Betis, mucho más fluido, templado y ordenado con Cvetkovic que con Renfroe. A 4.40 del cierre, Benite ponía la puntilla con dos triples, uno desde más o menos la playa de la Concha (57-69). Era ya cuestión de jugar largo, con el tiempo, apurando los 24 segundos, buscando el contacto y las faltas, claro. Desde el tiro libre se pegó un atracón el Betis, logrando 23 puntos desde el 4,60. Tras el acelerón de Benite, que emergió en el momento decisivo, cuando esta clase de jugadores tienen que aparecer, el Betis le puso cloroformo a la recta final de una velada que comenzó mal y enderezó, sin perder la paciencia, a base de esfuerzo, defensa y calidad. Cvetkovic coronó su gran actuación con el triple que sentenciaba la noche y elevaba la primera victoria a ese casillero que el Betis quiere llenar más que todos sus rivales. Pese a los 19 puntos del costamarfileño Lionel Kouadio, no pudo estrenarse con victoria el CB Naturavia Morón en su desembarco en la Primera FEB. Cayó en casa, en el pabellón Alameda, frente al Flexicar Fuenlabrada (61-79), uno de los equipos de mayor potencial de la categoría. Los madrileños controlaban con comodidad el choque al término del primer cuarto (16-26), pero no tanto al descanso (32-38), tras un gran segundo parcial de los hombres de José Antonio Santaella. En el tercer acto, sin embargo, el Fuenlabrada aceleró de nuevo con un 10-21 poniendo 17 de ventaja (42-59) y encarrilando la victoria. El Morón perdió la batalla del rebote (33/41), firmó un serial de 7/30 en el triple y visitó diez veces menos que su rival el tiro libre. En el Fuenlabrada, la actuación más completa la rubricó Zurbriggen, con 15 puntos, siete rebotes, 3 asistencias y 25 créditos de valoración. Además, Jorgensen aportó 16 puntos y McGrew, 14. En los locales, el segundo máximo realizador fue el alero finés Thomas Tumba, con once unidades El segundo partido liguero del Naturavia Morón será el sábado 5 de octubre en el Multiusos Fontes do Sar ante el Monbús Obradoiro.

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