«La carga mental es la principal causa de abandono de un tratamiento de fertilidad»

Cuando una pareja comparte su deseo de tener un hijo, la decisión se vive con gran emoción. Miran al futuro con ilusión, con gran sentimiento de unión entre ambos en busca de un objetivo que fortalece la relación gracias a que aumentan los momentos íntimos de la pareja, la comunicación, las confesiones... De hecho, tal y como afirma, Mar Tirado , psicóloga coordinadora de la Unidad de Apoyo Emocional de Clínicas Vida , esto es así «porque a todos nos gusta tener todo controlado: elegimos una profesión, cuándo y dónde comprar una casa, quién es nuestra pareja y fantaseamos con todo lo que podemos conseguir. En el momento que se decide apostar por tener un hijo, lo habitual es que se desee el embarazo de manera inmediata , pero a veces no es así y la espera se dilata en el tiempo». Explica esta experta que, fundamentalmente en las mujeres mayores de 35 años, no se considera extraño que puedan tardar entre 6 meses o un año en lograr ese embarazo deseado, «pero lo curioso es que es muy normal que a los dos meses y medio de no lograr este objetivo, la mujer comience a preguntarse qué ocurre: ¿será el estrés?, ¿tendré algún problema en mi cuerpo?, ¿qué me pasa?, ¿por qué me siento tan mal? No hay que olvidar -matiza Tirado- que el deseo de tener un hijo es un proyecto de vida y no lograrlo genera mucho sufrimiento. La infertilidad crea una crisis vital . Es más, la OMS en 2023 puntualizó que una de cada seis mujeres es infértil, lo que provoca en ellas un desajuste emocional, perdida de estabilidad psicosocial y mental». Asegura que cuando la pareja decide acudir a una clínica de fertilidad en busca de soluciones llegan con una mochila cargada de sufrimiento . Saben que se van a someter a tratamientos que, a veces, son más largos de los que esperaban. «Esta situación les genera, sobre todo a la mujer, tristeza, soledad, rabia, culpa, temor, pesimismo, envidia de las que sí lo consiguen, alteración de creencias personales, frustración, pérdida de control, bajos niveles de aceptación, pérdida de energía, cambios de patrones de sueño, de apetito, de sueño...». Dentro de la pareja, las mujeres son las que exteriorizan más lo que sienten, por delante de los hombres que pasan a desarrollar un rol de ayudante, que no se queja, «sin embargo, es importante que compartan emociones para restar un poco la tensión y saber cómo se siente el otro. Como no suele pasar, y el hombre 'se hace el fuerte', a nivel relacional la espera de un embarazo también produce dificultad en la relación, irritabilidad, aislamiento social y cambios en el estilo de vida». De hecho, añade esta psicóloga, «el 55% de las mujeres y el 30% de los hombres presenta ansiedad y el 25% de las mujeres y el 10% de los hombres depresión. Lo curioso es que sólo el 5% solicita ayuda y apoyo emocional. Un mal dato, ya que la carga emocional es la principal causa de abandono de un tratamiento de fertilidad porque la mente es crítica y funciona por objetivos». Mar Tirado es defensora de practicar mindfulness . «La importancia de saber conectar con el presente y no con el futuro es esencial en estos casos. Es decir, siempre nos enfocamos en el pensamiento, cuando lo importante es centrarnos en el cuerpo mediante la respiración para poder sentirlo hoy y ahora, y no focalizarnos tanto en lo que vendrá o no vendrá. Si conectamos con la emoción surge la autocompasión y una forma diferente de relacionarse con el sufrimiento, lo que favorece una mayor sensibilidad y deseo de cambiar». «Es importante subrayar -concluye- que después de 3 minutos de practicar mindfulness hay una respuesta del cuerpo que invita a la relajación; después de 6 horas hay cambios cerebrales y regulación emocional y, tras 4 semanas hay una mayor capacidad para afrontar el estrés».

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