La cocina abierta se impone en los hogares de todos los tamaños

La cocina abierta o americana empieza a dejar de ser solo una necesidad para optimizar el espacio. Ahora se considera también un elemento visual y decorativo, que concede una sensación de amplitud, un espacio que al mismo tiempo favorece la interacción social. El interiorista Aitor Viteri, jefe de Estudios de la Escuela Madrileña de Decoración, reflexiona sobre la influencia del Covid-19 en el cambio de hábitos en los hogares y las cocinas: «Durante la crisis, en España, donde la vida social se hace en la calle, nos metieron en casa. Y se produjo un cambio porque empezó a dársele más importancia a la cocina como resultado de que se popularizó recibir en el hogar. Por eso este espacio pasó de ser una zona de servicio a ser una zona noble». Sobre la posible incidencia del confinamiento en el auge de esta tendencia de la cocina abierta, Luis Ruiz, fundador y CEO del estudio de interiorismo Sincro, radicado en Barcelona, estima que sobre todo lo que sucedió es que tras la pandemia «se produjo más demanda de reformas en general». «Sí que es cierto que se constató que los pisos son para vivirlos, para interactuar, para tener espacios abiertos», añade este experto. El interés por la cocina abierta tiene que ver con el anhelo de favorecer espacios compartidos, según Ruiz: «El objetivo consiste en crear zonas más integradas donde la familia y los amigos puedan relacionarse. Contribuye además al desarrollo de la cultura del entretenimiento en el hogar, porque se ha extendido la idea de que cocinar o compartir una copa de vino o una cerveza puede ser una actividad social». «Las ventajas principales —dice el CEO de Sincro— son la mayor sensación de amplitud en la vivienda, más luminosidad y más conexión familiar. A nivel estético, se asocia a un diseño más moderno. El cambio generacional se observa en que buscamos un diseño que integra cocinas con salones o con zonas de día, persiguiendo también una mayor funcionalidad. La cocina abierta permite una distribución más flexible y se adapta más a las necesidades cotidianas, porque estamos menos tiempo en casa y lo queremos pasar juntos». Los inconvenientes son los olores, el ruido... «Y que se ve absolutamente todo, desde la preparación hasta la recogida, mientras que, cuando es cerrada, eso queda totalmente oculto», afirma Viteri. En cuanto a tipología, isla central, península adosada a la pared (algunas de ellas con forma de L), semiabiertas, una barra separadora… son algunas de las posibilidades. Estética y funcionalidad se dan la mano. Ruiz expone que los modelos más demandados son la isla y la península: «Aunque a nosotros el que más nos piden es la península. En las viviendas más grandes se usa la isla, es la propia mesa la que separa los ambientes». A las de tipo isla, Viteri las denomina 'cocina a modo de escultura'. «Se trata de un tótem o una isla central, que siempre genera una estética mucho más espectacular con un espacio para interactuar», apunta. Señala el interiorista que la palma se la lleva la cocina semiabierta, «que en un momento dado pueda abrirse o cerrarse en función de las necesidades del momento a nivel espacial o uso». Para separar la cocina del salón no es necesario utilizar elementos arquitectónicos, como puede ser un muro, pues se están utilizando recursos decorativamente más interesantes: puertas de vidrio, celosías, paneles... «Lo que se busca con estas soluciones es que la cocina tenga un punto de dualidad, de poder ser abierta o cerrada», relata Viteri. Tradicionalmente se ha asociado la cocina abierta al aprovechamiento del espacio en pisos pequeños. Tarek Mure Garzón, comercial de la inmobiliaria Gilmar en el barrio de Salamanca, una de las zonas exclusivas en Madrid, desmonta el tópico: «El público que tenemos, en su mayoría latino, prefiere la llamada cocina americana, porque en Latinoamérica es un concepto básico. El público español la demanda también cada día más. No importa el tamaño, también en viviendas con mucha superficie». Considera Mure Garzón que vale para todo tipo de viviendas: «En una casa más pequeña, si se traslada la cocina al salón se puede ganar una habitación. La cocina abierta se está implementado incluso en casas de 300 o 400 metros. Es un asunto de diseño. En un hogar amplio se puede disponer de una zona de cocina y salón de 80 metros, por ejemplo». ¿Y cuáles son los argumentos de la inmobiliaria para despertar el interés sobre la cocina abierta a los clientes que quieren adquirir una vivienda? «Cuando estás intentado vender un piso un poco más pequeño, de 70 o 80 metros —expresa Mure—, la cocina debe estar integrada, para ganar una habitación para dormitorio o despacho. Y cuando se trata de una casa grande insistimos en que al tener la cocina y el salón abierto, la zona común es muy amplia». Lo más aclamado en cocinas abiertas son «las cocinas que no parecen cocinas», desvela Aitor Viteri. «Aunque llevan tiempo en el mercado, todavía no se ha implementado en la vivienda habitual, salvo en casos de poder adquisitivo muy alto. El fuego está bajo la encimera, que se puede utilizar también como área de preparación», subraya. Una de las propuestas que ofrece el estudio de interiorismo Sincro a sus clientes es que trabaja con diseño en 3D para que se puedan analizar las diferentes opciones de cocina, porque permite disponer de varias vistas desde dentro y desde fuera, para hacerse una mejor idea de las posibilidades. Sobre el futuro, el jefe de Estudios de la Escuela Madrileña de Decoración cree que además de cuestiones estéticas, la cocina abierta va a ser una necesidad. «En España cada día el metro cuadrado está más caro. En las casas pequeñas, las que se puede comprar todo el mundo, cada vez va a ser más importante para tener otra habitación», subraya este experto.

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