«Por las fuertes lluvias y como medida preventiva se debe evitar cualquier tipo de desplazamiento en la provincia de Valencia». Ese fue el mensaje que apareció en las pantallas de los teléfonos de los valencianos a las 20:14 del martes 29 de octubre , en un momento en el que ya habían comenzado los rescates en varios puntos de la provincia. Aquella alerta de Protección Civil ha sido intensamente cuestionada por llegar demasiado tarde, pero, además, «ha marcado un antes y un después en la prevención del riesgo», afirma Jesús Miranda, director de la Cátedra de Emergencias de la Universidad de Málaga. Un punto de inflexión en la manera de comunicar el riesgo . Hemos pasado del « evite cualquier desplazamiento y esté atento» del primer día al «permanezca en las zonas altas de sus viviendas » , que se puede leer en el último aviso lanzado en la Comunidad Valenciana, donde se han mandado 11 en las últimas dos semanas. En la del 13 de noviembre, y por primera vez, se emplean las mayúsculas y se especifica el momento del día en el que se producirán las lluvias: «Desde la tarde-noche del día 13 y durante el día 14». El lenguaje se ha vuelt o más contundente y más detallado. Pero lo que llama la atención es que se siga enviando en castellano y valenciano y no haya ni rastro del inglés. De hecho, en todos los avisos que se han mandado en Andalucía las alertas están redactadas en español y en inglés , con la idea de prevenir también a la población extranjera y que pudiera protegerse. Sin embargo, los expertos son críticos con la redacción de estos avisos: «Hay que pensar que la persona que los recibe está en un momento de crisis. Deben ser frases sencillas, comprensibles», indica Miranda. Los que se han mandado en España tienen un lenguaje excesivamente técnico, burocrático, y no especialmente pensado desde la psicología de alguien que ve su vida en peligro. La extensión, por otra parte, es excesiva. El tono ha ido evolucionando, pero es igualmente llamativo cómo ha aumentado su frecuencia. Según datos del Ministerio del Interior proporcionados a ABC, desde que se creó el sistema Es-Alert el 21 de febrero de 2023 hasta el pasado 28 de octubre, se habían enviado 45 alertas móviles en España. Mientras que en las últimas dos semanas ya se han mandado 29 . Es decir, en 15 días se han lanzado más de la mitad de alertas de Protección Civil que en año y medio. «Claro que si se abusa de una alerta sin estar justificada puede terminar perdiendo su efect o, pero lo ocurrido en Valencia ha servido para que empecemos a hablar de cultura preventiva», señala Miranda, que considera que la alarma creada en Málaga el martes «fue acertada y evitó que hubiera muertes ». En cualquier caso, apunta este experto, el debate no se está planteando en los términos adecuados pues es un error confiar únicamente en los teléfonos móviles para prevenir a la población ante un fenómeno meteorológico que puede ser peligroso. «No podemos poner todos los huevos en la misma cesta», ilustra. En un país con una población tan envejecida como España, dice, se debe prevenir a la ciudadanía a través de otros medios más asequibles como, por ejemplo, las megafonías. «Aunque suene de otro siglo, en algunos pueblos sería de utilidad que las campanas de la iglesia sonaran », refiere. Pues, además, hay que tener en cuenta que las comunicaciones pueden fallar cuando arrecia la tormenta. Miranda pone el acento, más allá de la diversificación de canales por los que se informa a la ciudadanía, en el conocimiento que se tiene de estos sistemas , a su juicio, «insuficiente» . «En España la mayor parte de la gente no sabe gestionar estos avisos. Está muy bien que el Ministerio de Educación vaya a impartir en los colegios una clase para familiarizar a los menores con este tipo de alarmas y enseñarles a reaccionar, pero la labor didáctica ha de hacerse también con la población adulta». Una idea que cobra especial fuerza al conocerse ayer que más de la mitad de los fallecidos en Valencia eran mayores de 70 años.
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