Desde que de la DANA truncara por sorpresa la vida de cientos y cientos de ciudadanos y dejara en shock a todo el país por el salvaje efecto de una naturaleza en plena furia, por las innumerables voces de socorro, testimonios e imágenes, María Velasco , psiquiatra infantojuvenil del Hospital Ramón y Cajal y autora de 'Criar con salud mental', explica la importancia de atender de la manera correcta a los niños. Reconoce que durante los primeros días no se han visto a menores en la prensa o redes sociales, «lo que demuestra una concienciación y una ética por parte de la sociedad por no mostrar imágenes morbosas y ser respetuosos con los más pequeños. Aún así –lamenta– hay niños en dos situaciones: los que han fallecido y los que han sobrevivido y sufren los efectos de la DANA aturdidos, además, por una realidad que atormenta de manera muy visible a sus adultos de referencia». ¿Cómo deben los progenitores, afectados por las pérdidas de familiares y con sus hogares destrozados, atender a sus hijos? María Velasco recomienda no esconder la realidad a los niños porque saben que algo desconocido y muy triste «ha cambiado en sus vidas y, si se les oculta, su imaginación les hará pensar en una situación aún peor de la que ya tienen y se verán afectados por ese miedo e incertidumbre, lo que les afectará de manera mucho más negativa». Por ello, esta experta en psiquiatría infantil recomienda que los más pequeños no vean imágenes en los medios de comunicación, pero sí hablar con ellos e ir contándoles poco a poco lo ocurrido dosificando la información y con un lenguaje infantil adecuado a su edad. «Una fórmula sencilla es contarles un cuento sobre lo ocurrido con un principio, un nudo y un final. Al cerrarles la historia no les estaremos dando pie a la imaginación, que a estas edades puede resultar terrorífica y generarles mucho miedo». El final del relato debe sobresaltar la intervención de héroes (personas anónimas que llegan de todas las ciudades de España, de los bomberos, policías, militares...) que se vuelcan en salvar a la gente para que rehaga su vida y sean felices. «De esta manera, los niños podrán plasmar lo que sienten de manera más tranquila en sus juegos, dibujos, conversaciones...», puntualiza. Velasco sabe que habrá muchos progenitores desolados y trabajando encarecidamente por recomponer su casa, sus negocio, ayudar a los vecinos... por lo que recomienda en la medida de las posibilidades que manden a los niños a casa de abuelos, tíos que estén en mejor situación para que los pequeños tengan una estancia más tranquila. «Eso sí, los padres deben mantener un contacto diario con sus hijos. Lo ideal es que les hagan vídeollamada tres veces al día , de manera que les puedan transmitir calma a sus hijos y no se les genere intranquilidad y miedo por pensar que a sus padres les ha pasado algo terrible». A los 7 años los niños ya saben lo que es la muerte. «Si ha fallecido uno de sus progenitores o algún familiar cercano hay que decírselo. No se le puede ocultar. Tampoco se le puede ocultar la tristeza que sienten los adultos, ni las lágrimas. Otra cosa –matiza– es que nos sintamos desbordados por el dolor de la pérdida. Es mejor que no nos vean así. Por ello, si el dolor es inmenso, es preferible que busquemos el apoyo de otro adulto que nos ayude a comunicar al niño la muerte del ser querido. Mejor no hacerlo a solas». Hay familias que, desgraciadamente, aún tienen a un padre o madre desaparecidos. En estos casos, recomienda dirigirse a los niños con palabras de esperanza y repetírselo cada tres horas con el propósito de alimentar su estabilidad y tranquilidad mental. «También es muy importante tenerles alejados de las imágenes de la televisión y redes sociales. No deben estar todo el día pendientes de lo ocurrido. Lo mejor es que tengan espacio de juego, de ver películas...». María Velasco aprovecha este espacio en ABC para hacer un llamamiento a las autoridades. «Cierto es que es fundamental tener cuanto antes en funcionamientos los centros de salud, las farmacias..., pero, por favor, que no se olviden de los colegios. Las escuelas son prioritarias en esta situación. Allí los niños tienen a sus amigos –con los que de manera brusca han perdido el contacto y la posibilidad de comunicarse, expresarse, jugar– y también a sus profesores y figuras de referencia. Cuanto antes les demos normalidad a estos niños, en la medida que sea posible, cuanto antes vuelvan a una rutina, mejor será para su salud mental. No olvidemos -destaca esta psiquiatra- que este tipo de catástrofes triplican las descompesaciones de los estados mentales; es decir, empeoran la situación de los que sufren esquizofrenia, depresión, ideación suicida..., a lo que hay que añadir las secuelas a largo plazo, como ya comprobamos con la pandemia». Además, añade que la apertura de los colegios o centros donde se puedan sentir como en clase, «hará más fácil que los niños estén distraídos y atendidos mientras sus padres se ocupan de la enorme labor que tienen por delante para poner en orden sus hogares y su vida».
abc.es