La psicóloga que da atención gratuita a los afectados por la DANA: «Han visto la muerte de cerca, ratas, olores... Los niños necesitan ayuda psicólógica urgente»

«Cadáveres, animales muertos, ratas, olores, gente que ha perdido los nervios…. No les podemos dar a los niños afectados una tranquilidad de la que no disponemos. Es prioridad absoluta dar atención psicológica a los menores y a sus padres . La gente se siente desprotegida, abandonada, desesperada, impotente, con la sensación de que no hay acompañamiento ni nadie al volante. Lo han perdido todo tanto económica como emocionalmente, se sienten totalmente impotentes y están empezando a producirse casos de suicidios». Este es el denominador común de lo que escucha al otro lado del teléfono Rocío García Torres, experta en intervención psicológica en crisis y emergencias, que lleva desde el pasado sábado dando soporte psicológico gratuito a los afectados por la DANA de Valencia a través de la web ayudana.org , que conecta psicólogos especializados con afectados por la catástrofe. Esta doctora en Psicología, profesora de la Universidad Villanueva, que ya formó parte del equipo de profesionales contratados por el Ministerio de Sanidad para dar atención psicológica a los afectados por el Covid-19, remarca que «a día de hoy, no existe mucha ayuda organizada en este sentido, cuando estamos hablando de que, en cuestión de supervivencia, el psiquismo es el motor de la vida y es necesario llegar a todos los pueblos para poder asistir a las personas que lo necesiten». Usted apunta a que la atención psicológica en este caso es tan importante o más que el comer o el dormir.   Es que la situación es gravísima, la salud mental se está desbordando y todo apunta a que esto va a ser una masacre. Gente que ha perdido a sus hijos, a sus parejas, a sus padres o hermanos. Algunos tienen ya constancia, otros muchos tienen a alguien desaparecido y viven en la angustia, la incertidumbre y la falta de información sin este tipo de acompañamiento. Hay personas que ya tenían algún tipo de patología o trastorno mental previo, que son las más vulnerables porque no tienen un 'yo fuerte' de partida, o un psiquismo que les pueda proteger. Pero podemos hablar de que en total un 75 por ciento de las personas afectadas van a desarrollar problemas muy graves o psicopatologías de algún tipo. ¿Cuáles?   Trastornos de ansiedad, con sintomatología depresiva, de estrés postraumático, con ideación autolítica o que, incluso, van a consumar suicidios porque lo han perdido todo. ¿Qué lleva a una persona a quitarse la vida? La variable clave en esta situación es la desesperanza, que no vean que hay futuro. Estamos hablando de la desesperanza de personas que viven del campo, o que han perdido sus pequeñas empresas, que se sienten totalmente desprotegidas y vulnerables. Podemos decir que estos ciudadanos están todavía en shock.   Sí, y por eso es muy importante la intervención temprana, porque si ese shock no se elabora o no se gestiona adecuadamente, no se drena, se cronifica en el tiempo y las consecuencias a largo plazo van a ser peores. Por ejemplo hablamos de trauma o de duelos complicados. ¿Por dónde empezaría usted, como experta en catástrofes?   La primera variable es informar a las personas, no hay nada que calme más que la información. De hecho los psicólogos intervenimos desde ahí, buscando datos, preguntando: '¿qué necesitas?' Esta falta de información es el principal problema. Todo lo que llega es rumorología y eso causa angustia y desasosiego. ¿Qué hace falta, cuando nos referimos a los menores, sin colegio, sin amigos, con unos padres absolutamente desesperados…? Tenemos que tener claro que un niño no está bien si sus padres no están bien, que no lo están. La gente está desesperada, porque les falta información, les faltan recursos (agua, comida, medicinas, transporte) y lo están resolviendo con palas cuando necesitan excavadoras, bomberos, y que el consorcio les diga: 'Os vamos a ayudar'. Como sabemos que un niño va a estar bien si su padre está bien, tenemos que centrarnos en la pirámide de Maslow y desde ahí ir cubriendo necesidades. Estos menores están recibiendo información que no son capaces de procesar. Como digo, cadáveres, animales muertos, ratas, olores, gente que ha perdido los nervios…. No se puede dar lo que no se tiene. No les podemos dar a estos niños una tranquilidad que no tenemos. De ahí la necesidad de este servicio. Poder ayudar a los padres para ayudar a los hijos. Primero poder calmar a esos progenitores, dándoles lo que necesiten en cada momento. ¿Cómo se debe actuar con los niños? A mi juicio es tal la angustia, la situación de caos, que nadie está pendiente de los niños. ¿Cuál es el riesgo? Que si no intervenimos, si no les acompañamos, si no les regulamos emocionalmente, les calmamos... van a desarrollar una visión del mundo como si de un lugar peligroso se tratara, donde abunda una sensación de desprotección y de falta de control, que va a dar lugar a un apego inseguro, lo cual es base para un montón de psicopatologías posteriores. ¿Cómo pueden sus padres ayudarles? Ayudándoles a resignificar, con claridad, sin engañarles para que puedan reinterpretar, de una forma más objetivos, no desde su subjetividad infantil y su miedo a lo que está ocurriendo. Ofrecerles una narrativa adecuada para que puedan crecer sanos. Darles un apoyo continuado y estar atentos para la detección precoz de problemas, de sintomatología. ¿Qué tipo de síntomas no debemos perder de vista?   A síntomas como nerviosismo, sobre activación excesiva, apatía, desconexión emocional (que se disocien) atender a las respuestas fisiológicas porque el cuerpo lleva la cuenta. Vamos a ver personas que muestran como efectos de congelación, eso es un síntoma disociativo del trauma, que afecta a niños y mayores, y es señal de que hay que intervenir. Si hablamos de shock y hablamos de trauma, hablamos de que hay recuerdos que se van a quedar grabados, de una forma mucho más profunda que imágenes concretas. esta experiencia se queda grabada en la memoria implícita, en el cuerpo, en la piel. Tenemos personas que si no drena, no ventilan, si no elaboran lo que les pasa, se quedan atrapados en ese recuerdo constantemente. Esto intensifica el trauma. ¿Qué no hay que hacer? Esa intervención temprana es esencial para que no se agraven los síntomas, para que las personas damnificadas no vivan una vida dominada por el miedo. Que puedan exponerse a lo que han vivido y a lo que eso les ha generado, elaborándolo, porque lo que resiste, persiste. Es decir, si no lo elaboran se va a quedar ahí. Que puedan comprender lo que ha pasado, sin evitar, recordar ni reprimir lo vivido, ni negar lo ocurrido. ¿Qué pueden hacer o decir los progenitores a esos niños que no están yendo ni al colegio, que no tienen casa, que han perdido a un familiar…? ¿Con qué herramientas cuentan? A esos niños hay que devolverles el sentimiento de estabilidad, seguridad y control. Por eso es muy importante que sepamos que para ese niño todo el universo del mundo es ese padre o esa madre. Hay cosas que se transmiten con la mirada, bajando físicamente a la altura del niño, cogerlo de las manos y transmitirle esa seguridad, no sé lo que va a pasar, no sé lo que vamos a tardar en salir de esta, no engañar, pero vamos a salir y haré lo que haga falta protegerte, transmitirles esa sensación de solvencia: 'yo, mamá, no controlo lo que pasa, pero sí puedo controlar lo que hago con ello'. Estar como muy atentos a ese sentimiento de desamparo, que es real, porque no están yendo al colegio, no tienen casa, o están viviendo en casa de un vecino, sin su juguetes… Les pueden decir: 'Nos ha fallado todo, pero yo no te voy a fallar, porque tengo la capacidad de protegerte'. Un niño no necesita otra cosa más que eso, en lo que a sus padres se refiere. Lo que no está en nuestras manos, deja de ser un problema en cuanto a que no tenemos margen de acción, pero tenemos que centrarnos en lo que sí que podemos controlar. Se llama 'locus de control interno': 'Yo tengo la capacidad de abrazarte, de regularte, de acompasar con el cuerpo, yo estoy aquí'. No tiene tanto que ver con qué hago con mi hijo, sino con el verbo 'ser' y 'estar'. Ser solvente y estar emocionalmente disponible. Como decía el psicólogo Donnad Winnicott, podemos ser 'la madre suficientemente buena', que es aquella que está disponible emocionalmente para leer el estado interno de su hijo y acompañarle en esa emoción. Que el niño sepa que hay un adulto que vela por su estado emocional. 'Sé como estás y estoy aquí contigo'. Eso no nos lo puede quitar nadie.

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