Lo que nació como un gran centro financiero en el corazón de Madrid en los años 60, se ha convertido con el paso del tiempo en una zona complicada, conflictiva , y como ha dicho el alcalde madrileño, José Luis Martínez-Almeida, un lugar que muchos, como él, evitan: prefieren dar un rodeo porque «no se dan las condiciones de seguridad y de iluminación». Ha habido muchos proyectos, hasta ahora todos fallidos, para revitalizar la zona, un valor capital en la ciudad. Este viernes, se ha firmado un convenio entre empresas, vecinos y comerciantes junto con el Ayuntamiento que pretender ser definitivo, para el renacer de AZCA. Las obras, calculan en el Consistorio, podrían comenzar en el año 2026. No se echan las campanas al vuelo, pero hay un ambiente claro de optimismo ante lo que consideran que puede ser el intento definitivo de salvar esa zona. Más de una docena de entidades de primera línea han firmado, junto con vecinos y con pequeños comerciantes, este acuerdo. Ahí están Pontegadea, El Corte Inglés, Merlín, GMP, Generali, Mapfre, Mutua Madraileña, Hotel Investmen Partners, la Corporación Financiera Alba, Monthisa, Cajamar o la entidad Renazca. Y hasta ha mostrado su interés en participar la Oficina Española de Patentes y Marcas, dependiente del Ministerio de Industria y Turismo. La idea es que se elabore un proyecto básico en unos siete u ocho meses, y a partir de ahí, hacer el proyecto definitivo y licitar el contrato de redacción de proyecto y ejecución de obras, para lo que habría otro año aproximadamente. Eso nos lleva al segundo semestre de 2026 como fecha probable de inicio de los trabajos, calculan en el área de Obras del Ayuntamiento, que dirige Paloma García Romero, una de las impulsoras de este proyecto. De la inversión prevista nada se adelanta en cuanto a cantidades, aunque se sabe que será multimillonaria. Sí se informa de que habrá colaboración público privada en la misma. El Ayuntamiento financiará la parte correspondiente a su titularidad en el espacio, en torno a un 70 por ciento de los 80.000 metros cuadrados en que está previsto intervenir; y los privados correrán con el gasto del resto. Además, como todos están de acuerdo en que tan importante es realizar la mejora como luego mantenerla en el tiempo, habrá un mecanismo «unitario y coordinado» por el que privados y Ayuntamiento se harán cargo de ese mantenimiento posterior, al igual que se hace en otros espacios como las cinco torres de la Castellana. Por AZCA pasan cada día 300.000 personas; tiene 50.000 trabajadores y unos 2.000 vecinos. Laura Morilla, en nombre de los vecinos y el pequeño comercio, ha aplaudido que «por primera vez en 60 años nos encontramos con un consenso absoluto» para acometer este proyecto. Se ha mostrado encantada de que «empiece de verdad el cambio» sobre «una zona insegura, sucia y degradada». Como portavoz de Pontegadea, propietaria de Torre Picasso, Roberto Cibeira, ha puesto los pies en el suelo: «No vamos a decir aquí que ya se ha resuelto todo». Pero sí reconoce que el camino que se inicia es muy prometedor. Y comenzó con el impulso de «Mutua Madrileña y GMP, que en la prepandemia me llamaron para decirme que había que hacer algo aquí». Cree que AZCA es, y puede serlo aún más cuando se regenere, «uno de los centros de negocios más relevantes a nivel de ciudades europeas». Xabier Barrondo, director de negocios de GMP, en nombre del grupo RENAZCA, recordó que desde hace 10 años, el Ayuntamiento trabaja en un plan director para la zona. Y otros pasos que ya se han dado, como el concurso de arquitectos que se hizo en 2020 y del que salió «un equipazo para un proyectazo», que luego fue sometido a información pública y recibió 400 alegaciones. Finalmente, no se llevó a cabo, pero servirá ahora de base para el nuevo proyecto que se ponga en marcha. «Con la idea de conseguir que AZCA se integre en la ciudad», y que la gente, como el alcalde, no de un rodeo para evitarlo.
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