Las Toscas del Guirre, un yacimiento único en España que revolucionó la arqueología de La Gomera

Esta cueva tiene el mayor panel de escritura líbico-bereber de Canarias y un marcador del solsticio de invierno, una combinación de registros arqueológicos sin paragón en el Archipiélago

Capítulo 1 - Fortaleza de Chipude: el santuario gomero que pervivió a la conquista de la Isla

La Gomera era la única isla que no tenía un lienzo de piedra con letras líbico-bereberes, la escritura que trajeron del Norte de África las personas que colonizaron Canarias durante los primeros siglos de la era común. Una tarde del invierno de 2005, el arqueólogo Juan Carlos Hernández y antropólogo José Miguel Trujillo descubrieron el yacimiento que ha revolucionado la arqueología de La Gomera: Las Toscas del Guirre. Esta pequeña cueva atesora el mayor panel alfabético del Archipiélago y un misterioso orificio que años después se comprobó que fue construido para establecer un preciso marcador del solsticio de invierno, con el que los antiguos gomeros controlaban el paso del tiempo. Es el único yacimiento arqueológico de España que combina letras de un antiguo alfabeto norteafricano con un ingenioso instrumento astronómico.

La consecuencia más inmediata del hallazgo de esa obra de arte rupestre “es que estuve sin dormir tres días”, cuenta a Canarias Ahora-el diario.es Hernández. “Los arqueólogos”, reflexiona el director del Museo Arqueológico de La Gomera (MAG), “soñamos con un gran descubrimiento que nos permita ver más allá; entonces, cuando compruebas que tus antepasados tenían una escritura, el impacto fue tremendo”, una convulsión que justifica esa vigilia. El descubrimiento, añade, “revolucionó de verdad la arqueología de la Isla”. Su compañero Trujillo no perdió el sueño aquella noche porque al día siguiente tenía que volver al banco en el que trabajaba. Lo que no olvidará jamás fue el revuelo que se vivió cuando empezaron a llegar a La Gomera las especialistas en escritura líbico-bereber más importantes de España.

Desde una perspectiva científica, el hallazgo de las letras de Las Toscas del Guirre permitió a la Isla “subirse al tren de las manifestaciones alfabéticas del resto de Canarias. Una sociedad que codifica lo que habla nos conecta a ese infinito Norte de África”, afirma Juan Carlos Hernández. La máxima experta en las Islas de esta disciplina es la filóloga y arqueóloga Renata Springer, una canaria que nació en Alemania. Ella descifró cada una de las letras y ha catalogado un total de 105 signos. De ser la única isla sin escritura a tener el yacimiento alfabético más espectacular del Archipiélago. Desde entonces, se han localizado otras dos estaciones alfabéticas. “Fuimos los últimos de Canarias en incorporar estaciones con grabados rupestres alfabéticos a nuestro acervo”, pero con el centenar de caracteres libios cincelados en la roca, este yacimiento ahora es en el referente de la escritura que legó la sociedad prehispánica.

Con 105 caracteres, este es el mayor panel de letras líbico-bereberes de Canarias. Fue descubierto en 2005.

A pesar de su gran relevancia, Las Toscas del Guirre está en peligro. El doctor Juan Francisco Navarro Mederos, uno de los referentes de la arqueología canaria, alerta: “Es un yacimiento extremadamente frágil debido a la inestabilidad de la roca en la que se encuentran los grabados”. Aunque el acceso es complicado, en un remoto escarpado del suroeste gomero, esta reliquia está a la intemperie, en un conjunto arqueológico con cuevas naturales de hábitat y de enterramiento. Para conocerlo, lo ideal es visitar el MAG y disfrutar con un audiovisual bien producido.

Lugar sagrado

El suelo de la cueva hay unos agujeros y un canalillo, unos grabados con cierto parecido a estaciones de cazoletas que los aborígenes, como reflejan las crónicas, labraron para ritos cultuales protagonizados por libaciones. Los arqueólogos gomeros, sin embargo, tienen claro que no responde en absoluto a este perfil; de hecho,  consideran que eran “huecos para colocar postes, mientras que el canal era para encajar una especie de tabique de madera”. No es la única cueva de la Isla con este tipo de huellas. Estaciones de cazoletas y canales hay en todas las Islas y también en la Península Ibérica, como La Cava de Garcinarro –el mayor conjunto del país con cerca de 8.000 cazoletas-. Desde el primer momento, los arqueólogos tuvieron claro el componente sagrado de Las Toscas del Guirre, pero lo que no sabían en 2005 es que estaban, además,  ante un yacimiento arqueoastronómico singular en el contexto de la astronomía cultural de Canarias.

La existencia de un extraño orificio en la parte superior de la pared enfrente del panel alfabético llamó la atención de los especialistas. Con unas dimensiones de solo 18 centímetros de ancho por 15 de alto, los investigadores apreciaron huellas de que el contorno estaba cincelado. O sea, el agujero es artificial. ¿Con que finalidad lo hicieron? Para responder a esa cuestión, los técnicos del MAG se pusieron en contacto con el matemático José Barrios, autor de la primera tesis doctoral –y por ahora la única- sobre arqueoastronomía en Canarias.

Orificio artificial. Desde el interior de la cueva se ve la puesta solar en el solsticio de invierno; a la vez, el último rayo de luz penetra y se proyecta sobre una cazoleta.

Investigando a través del orificio, Barrios observó “que su plano se encuentra inclinado respecto de la vertical del suelo de la cueva, por lo que, debido a la perspectiva, una persona situada de pie frente al hueco puede ver una pequeña franja del horizonte montañoso al poniente de la Isla, enmarcada en un pequeño óvalo alargado. La franja visible del horizonte es de unos trece grados acimutales”. Pero el paisaje a través del visor no determina nada, hasta que el investigador descubre que “en las semanas inmediatamente anteriores y posteriores al solsticio de invierno” el Sol se oculta detrás de una montaña alineada con el centro del orificio.

Si no era un marcador exacto del solsticio, al menos era un marcador estacional. Pero el profesor de Análisis Matemático de la Universidad de La Laguna no se conformó. Quería saber que ocurriría el 22 de diciembre, porque en el año en el que realizó la investigación ése era el día del solsticio de invierno. José Barrios jamás olvidará lo que aconteció en la fecha en el que se celebra el sorteo de la Lotería de Navidad. Le tocó un gordo arqueoastronómico: “A la caída del sol, la luz solar entra por el orificio proyectando un rayo que recorre el suelo de la cueva y sube por la pared opuesta, justo a la derecha del lugar donde se encuentra el texto líbico-bereber. El recorrido del rayo es tal que, antes de apagarse la luz, el último rayo del último día del otoño encaja perfectamente en una pequeña cazoleta ovalada excavada en la pared oriental de la cueva”. A partir de ese momento, la ciencia establece que esa cazoleta es el marcador preciso del solsticio de invierno en Las Toscas del Guirre, siglos después de que, presumiblemente, los astrónomos ghomaras, venidos del norte del actual Marruecos, abrieran un agujero para establecer su calendario.

El último rayo solar antes de la puesta ilumina una cazoleta; es el marcador preciso del solsticio de invierno en la cueva de Las Toscas del Guirre.

Aquel 22 de diciembre fue muy especial para Barrios y para los dos profesionales del MAG que había descubierto años antes el maravilloso panel de escritura indígena. El siguiente objetivo fue indagar el perfil montañoso por el que se ocultaba el sol durante los día del solsticio invernal.

Ermita de Las Nieves y aras de sacrificio 

Los hallazgos se precipitaron en cadena. Los arqueólogos encontraron un conjunto de aras de sacrificio justo en el alto tras el que se pone el Sol invernal. Y desde ese punto, se conecta con otras montañas y roques emblemáticos de la Isla que también albergan en sus atalayas aras rituales. En un costado de esa montaña, tras la Conquista, los nuevos colonos levantaron la ermita de Las Nieves, escenario a día de hoy de peregrinaciones cristianas. Para Barrios, no se trata de una casualidad: “La construcción de la ermita, una de las más antiguas, justo donde se oculta el Sol, nos permite leer el espacio religioso de la Isla de forma absolutamente novedosa y nos informa del proceso de sincretismo religioso ocurrido después de la Conquista”.

La aculturación que vimos en La Fortaleza de Chipude, en la primera entrega de esta trilogía, se repite aquí. Juan Carlos Hernández apostilla: “Como sugiere la evidencia, el emplazamiento del santuario de Las Nieves fue elegido por su posición respecto de la cueva, que estaría decodificando el espacio ritual de la Isla de una manera nunca antes observada en Canarias”.

Los descubridores de Toscas del Guirre, el antropólogo José Miguel Trujillo (izquierda) y el arqueólogo Juan Carlos Hernández, en un yacimiento del Valle de Tazo.

Para el responsable del MAG, esta simbiosis entre el espectacular grabado alfabético y el visor solsticial de Las Toscas del Guirre es “un caso totalmente excepcional en los estudios de la arqueología de los antiguos canarios, que abre nuevas e importantes vías de investigación para todo el Archipiélago”. ¿Hay relación entre el significado de las letras del panel con el carácter astronómico de la cueva? El director del MAG responde: “Es una cuestión que desconocemos por el momento. Ahora, sería extraño que en un lugar tan pequeño, cualquiera de los usos que tuviera la cueva estuviera al margen del significado del otro elemento”. 

La malla o red de aras de sacrificio que salpican la geografía de La Gomera será la protagonista del último capítulo de esta trilogía, en el que los expertos plantearán la diacronía, la evolución de esa malla “de lugares sagrados que están jerarquizados”.  En este sentido, Hernández y Trujillo no tienen ninguna duda de que Las Toscas del Guirre “fue uno de esos lugares donde se ponía en práctica el poder religioso de aquella cultura”.

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