Las Ventas, entre marismas

En la Sala Antoñete de Las Ventas hay un viento marismeño. Sopla por la calle de Alcalá ese aire que tanto disfrutó Fernando Villalón y que le hizo buscar con ahínco lírico una generación de toros con los ojos verdes. En la marisma del Guadalquivir hay pateros, botos camperos, gente de ese trozo que fue un mar en tiempos ignotos y que se colmató para que un país entero venerara a su Virgen del Rocío. Un país que es el que es, donde los toreros han venido sosteniendo la verdad y la pureza de Creta amarrados a una fe única y múltiple, donde los morlacos se torean con las piernas remangadas cuando el estatuario y el trance de franela. En... Ver Más

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